La promesa de la Unión de Mercado de Capitales
El mercado de capitales suele estar fragmentado a lo largo de las fronteras nacionales y las condiciones de financiación varían significativamente entre los Estados miembros de la UE
El bajo nivel de integración del sector financiero es una de las principales razones de la menguante competitividad europea. Hace unas semanas destacadas como voces muy significativas en Europa, como la de Emmanuel Macron, Mario Draghi o Enrico Letta, han alertado de la importancia de aprovechar y consolidar el Mercado Único Europeo y específicamente, la Unión de Mercado de Capitales (UMC).
El mercado de capitales suele estar fragmentado a lo largo de las fronteras nacionales y las condiciones de financiación varían significativamente entre los Estados miembros de la UE. Como resultado, los accionistas, inversores y compradores de títulos de deuda corporativa realizan comparativamente pocas transacciones fuera de sus países. Esto incrementa los costes de financiación y restringe las oportunidades de inversores y ahorradores.
Rediseñar el sistema energético y de transporte, reacondicionar la industria para un mundo sin emisiones, mejorar la capacidad de fabricación militar o reforzar los procesos de transferencia tecnológica son retos que requieren de un músculo financiero europeo. La UE necesita que las empresas emergentes crezcan sin tener que cruzar el Atlántico en busca de financiación. Esta constatación supone un nuevo impulso para, de una vez por todas, crear un mercado único de capitales en la UE.
Los gobiernos no pueden ni deben proporcionar los billones en inversiones adicionales necesarias, y el sistema financiero de la UE, dominado por bancos, no puede movilizar capital riesgo privado a largo plazo a la escala requerida. Pero el capital del mercado privado sigue atrapado por mosaicos de leyes nacionales, organismos reguladores y de supervisión y centros de negociación.
La UMC, a diferencia de la unión bancaria, no implica una centralización del poder de decisión en Bruselas
El resultado es perverso: oportunidades de inversión no aprovechadas, recompensas inadecuadas para los ahorradores y una economía en riesgo de quedarse rezagada en un entorno de feroz competencia internacional.
La agenda de la UMC surgió de la crisis de deuda de la Eurozona, que expuso la notable falta de distribución de riesgos financieros entre los estados miembros. Pero los avances han sido pobres. Perder el mayor centro financiero de la región a causa del Brexit no ha ayudado.
Diversos Gobiernos europeos y grupos empresariales han pedido recientemente a Bruselas mayores avances en este campo que permitan a los Veintisiete facilitar la financiación empresarial para competir con China y Estados Unidos.
“Una mayor y más sólida integración financiera en la UE es esencial en un entorno geopolítico que produce shocks adversos”, enunciaba un informe sobre la autonomía estratégica del Banco Central Europeo (BCE) publicado en diciembre.
Asimismo, según cifras de la Comisión, las startups europeas atraen menos de la mitad de la financiación que sus homólogas estadounidenses. En esta línea, desde el Ejecutivo comunitario aseguran que la UMC podría ayudar a unas 4.800 empresas a recaudar 535.000 millones adicionales de inversión al año.
El Consejo de la Unión Europea y el Parlamento Europeo han alcanzado un acuerdo provisional para facilitar la cotización en las Bolsas europeas, reduciendo la burocracia y los costes para acceder a nuevas fuentes de financiación desde otros países miembros.
Recientemente, se ha acordado la creación de un punto de acceso único a la información financiera europea (a partir de 2027), un reglamento sobre los fondos de inversión a largo plazo y una directiva sobre los gestores de fondos de inversión alternativos, vigente desde el año pasado.
Otras medidas prioritarias incluyen mejorar la información sobre la calidad crediticia de las pymes (por ejemplo, mediante la creación de sistemas de calificación estandarizados) y desarrollar un mercado europeo de colocaciones privadas mediante las cuales una empresa ofrece títulos a un individuo o un pequeño grupo de inversores en lugar de hacer una oferta pública.
La UE necesita que las empresas emergentes crezcan sin tener que cruzar el Atlántico en busca de financiación
También se ha planteado la estandarización del mercado de cédulas hipotecarias y de bonos corporativos, mediante un marco normativo común a nivel comunitario.
Cabe destacar que la UMC, a diferencia de la unión bancaria, no implica una centralización del poder de decisión en Bruselas. De hecho, un aspecto relevante de la presente propuesta es que se prefieren las soluciones de mercado en lugar de la emisión de nueva regulación, siempre que sea posible.
Los líderes políticos a nivel nacional y de la UE defienden elocuentemente la visión de un mercado de capitales integrado y con mayor liquidez, que impulse la autonomía estratégica de la UE, acelere la transición verde y permita el crecimiento de empresas emergentes innovadoras, capaces de eventualmente rivalizar con Wall Street.
Sin embargo, cuando se trata de pasar a la acción, las políticas han sido menos ambiciosas. Veremos si tras las elecciones de junio se apuesta de forma decidida por la Unión de Mercado de Capitales.