Una Cataluña, dos realidades: la administración pública y la empresa privada
Las empresas se esfuerzan por atraer visitantes a Barcelona y el gobierno se queda con una parte, cada vez mayor, de ese esfuerzo, pero luego es incapaz de hacer su trabajo
En la semana previa al MWC Cataluña ha vivido, en toda su dimensión, lo que significa una realidad económica dual. A la vez que la Ciudad Condal se prepara para recibir más de 100.000 visitantes y ser la capital tecnológica mundial por unos días las grandes empresas anuncian resultados, todos ellos positivos: Colonial un 12%, Puig un 14%, Abertis un 10%, Audax un 20%, etc.
La realidad empresarial no es sinónimo de buena marcha de las finanzas públicas si no se administra bien el dinero de todos. Más allá de que Cataluña siga sin presupuesto la administración autonómica hace años que amenaza ruina hasta el extremo que si allá por 2012 Mariano Rajoy tuvo que crear el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) para que las autonomías, en especial Cataluña que es la más endeudada, pudieran acceder a recursos que los mercados no les brindaban por desconfianza, trece años más tarde el gobierno central tiene que salir de nuevo al rescate de la Generalitat asumiendo casi una cuarta parte de su deuda.
De nada le ha servido a la administración autonómica catalana tener la fiscalidad propia más elevada y más prolija de España con más figuras tributarias y un tipo impositivo más elevado que ninguna otra comunidad. La Generalitat es la administración territorial más endeudada de España.
Los dirigentes políticos catalanes no lo quieren ver, es inútil subir los impuestos si siempre se gasta más de lo que se recauda. Su falta de visión les impide reconocer que la elevadísima presión fiscal ha llevado a muchas empresas a buscar otro lugar donde instalar su sede. Menos empresas que pagan más es, a medio plazo, garantía de ruina.
La comunidad con más déficit de la Seguridad Social
Los problemas del sector público catalán no afectan solo a la Generalitat, el déficit de la Seguridad Social en Cataluña es de 4.079 millones, el más alto entre todas las CC.AA españolas. Entre 2017, cuando el gobierno catalán intento independizarse unilateralmente, y hoy ese déficit ha crecido en 900 millones, a más de 110 por año. Andalucía con más población tiene menos déficit, 3.605 millones, y en el caso de Madrid es de 993 millones.
José Luís Escrivá, gobernador del Banco de España, paso la semana pasada por Barcelona y dejo como titular que la sede del banco en Plaza de Cataluña, de 28.000 metros, está infrautilizado. Para darle un uso a tanto espacio vacío anunció que hablaría con las autoridades catalanas para que el edificio tenga una utilidad mucho mayor. Es una idea terrible porque con toda seguridad dicho uso será inútil, caro y se pagará con impuestos que las empresas utilizarían con más tino para innovar e invertir.
«Los dirigentes políticos catalanes no lo quieren ver, es inútil subir los impuestos si siempre se gasta más de lo que se recauda»
La administración no para de esquilmar recursos a las empresas para financiar sus ilimitadas necesidades. Esta semana se anunció que se doblaría la tasa turística. Dicho de otra forma: las empresas se esfuerzan por atraer visitantes a Barcelona y el gobierno se queda con una parte, cada vez mayor, de ese esfuerzo, pero luego es incapaz de hacer su trabajo que no es otro que mantener a la ciudad con un mínimo de condiciones de limpieza y seguridad.
La comisión mixta de transferencias entre el estado y la Generalitat, el todo con la parte, ha celebrado esta semana su primera reunión en catorce años y ha acordado, por enésima vez, “crear una ventanilla única”. Tenemos tantas ventanillas únicas que lo mejor es volver a lo de antes. Era más simple.
Los políticos catalanes nos engañan: afirman machaconamente que “¡Cataluña necesita más recursos¡” No es cierto, quien necesita dinero, de forma ilimitada, es la administración pública. Las empresas catalanas solo necesitan que las dejen en paz.