Un socialista ejemplar
La trama del asesor de José Luis Ábalos golpea al gobierno y al partido, salpica a los ministerios de Transportes e Interior, y también a los gobiernos socialistas de Baleares y Canarias
Estamos asistiendo en directo al derrumbe moral del PSOE. De la mano de ZP, el chistoso sin gracia, este partido abandonó la defensa de la igualdad para abrazarse a la perniciosa política de la identidad. Y ya con el sanchismo primerizo se dejó definitivamente de lado a los más vulnerables para afianzar su poder en una amalgama de conseguidores torrentianos y resentidos cantonalistas.
De un tiempo a esta parte no ha habido ley socialista que no beneficiara a delincuentes y socios. Los restos putrefactos del PSOE se han federado con el odio a España. Se trata de una coalición de elites extractivas cuyo único objetivo es sobrevivir en el poder a costa de la endeble nación productiva.
España es el país con peores resultados económicos de toda la Unión Europea en los últimos cinco años, según el Indicador de Gestión Económica del Instituto Juan de Mariana. El indicador tiene en cuenta el PIB, el empleo, la deuda pública, la presión fiscal y el poder adquisitivo.
España va mal. Va peor que nadie en Europa. Pero a Sánchez solo le preocupa mantener la supervivencia de su red clientelar. Hay urgencia para amnistiar a los sediciosos, pero no encuentran el momento para aprobar la ley que ayude a los enfermos de ELA. Si los agricultores se quejan, se les tacha de “fachosfera” y a otra cosa.
Los restos putrefactos del PSOE se han federado con el odio a España
Sánchez levantó un muro tan alto que ya no ve la España real. Tampoco le preocupa. Es un narciso resistente e hipócrita vocacional. Llegó al poder con los avales custodiados por Koldo y con los votos del separatismo. Y, desde entonces, no dejó de incumplir promesas, también las que se referían a la transparencia y la corrupción.
Esta semana, tras el guantazo gallego a su ego, estallaba en los medios de comunicación el caso de los sospechosos contratos sanitarios por valor de 52 millones de euros. Todo empieza a destaparse gracias a una denuncia del Partido Popular de Madrid en 2022.
La trama del asesor de José Luis Ábalos golpea al gobierno y al partido, salpica a los ministerios de Transportes e Interior, y también a los gobiernos socialistas de Baleares y Canarias. La ética y la estética son las de Tito Berni. No por nada Pedro Sánchez encumbró a Koldo García Izaguirre proclamándole “un ejemplo para la militancia”.
Y es que las virtudes cívicas no son el fuerte de una izquierda actual en la que un antiguo portero de burdel acaba siendo un intermediario preferente en la compra de material sanitario. Así, se entiende que sólo el sanchismo saliera más fuerte de la pandemia. Ganaron con las mascarillas y gastaron con las más carillas.
Mientras expulsaban a Nicolás Redondo Terreros por defender los valores que un día el PSOE pareció defender, la cúpula del partido se nutría de militantes “ejemplares”. No hay semana sin ejemplo de la hecatombe ética del socialismo: el ministro Marlaska aún no ha visitado Barbate, donde los narcos mataron a dos guardias civiles, pero Sánchez poco ha tardado en ir a Marruecos.
Rinde pleitesía a Mohamed VI y se niega a rendir cuentas ante los españoles por el caso Koldo, que ya es el caso Ábalos y que ha alcanzado al núcleo más duro de un presidente que sólo tiene palabras para atacar al Partido Popular.
Las difamaciones de Sánchez contra Isabel Díaz Ayuso y su familia muestran a una persona sin escrúpulos, pero también a un político desquiciado. Quizá Koldo, el socialista “ejemplar” que aparece en el Manual de Resistencia, esté escribiendo las últimas páginas de la patética historia del sanchismo.