¿Un proceso gallego?

Más de dos millones y medio de gallegos se juegan su futuro en las próximas elecciones: reforma o nacionalismo, las opciones en la recta final

La campaña electoral entra en la recta final. Hoy los diferentes partidos celebrarán sus mítines de clausura, y mañana más de dos millones y medio de gallegos reflexionarán ante un cruce de caminos. Solo hay dos opciones: seguir la senda reformista de Alfonso Rueda o aventurarse por el bosque nacionalista de Ana Pontón. Las urnas del domingo afectarán al futuro de Galicia, pero también al del resto de España. Quizás por ello esta campaña gallega ha estado marcada más que nunca por la política nacional.

España se juega mucho este domingo en Galicia, ya que la candidata del BNG asegura que no quiere quedar “ni un milímetro por detrás” de Cataluña. Es decir, quiere situarse a un milímetro del abismo. Si Pedro Sánchez está protagonizando todo un proceso español, Pontón no quiere ser menos. Pero, ¿qué es un procés? Es la división social inducida por un poder político que pretende escapar a la rendición de cuentas. Un chollo para los políticos irresponsables, pero una maldición para la sociedad.

De lo ocurrido en Cataluña los últimos años, una ciudadanía responsable debería aprender la lección y no tomarlo como un ejemplo. Las dinámicas procesistas son autodestructivas. Cataluña ha estado atrapada en una guerra (sub)cultural y los resultados han sido nefastos: récords en deuda pública e impuestos, barracones en las escuelas y listas de espera en los hospitales, infraestructuras paralizadas y sin agua.

Cataluña ha estado atrapada en una guerra (sub)cultural y los resultados han sido nefastos

Imitar a Cataluña sería un pésimo negocio para Galicia. Os lo dice un catalán. El nacionalismo es tentador. Es la comodidad psicológica del narcisismo victimista. Ahoga la responsabilidad individual en un océano de colectivismo sentimental. Al principio puede saber dulce, pero el nacionalismo siempre acaba siendo muy amargo. Destruye la convivencia y la libertad. Y empobrece en todos los sentidos.

En Cataluña, el nacionalismo exacerbado provocó una discordia social que rozó el conflicto civil, empujó a miles de empresas a trasladar sus sedes a otras comunidades -más de 200 fueron a Galicia-, y desprestigió profundamente las instituciones. Cataluña tardará lustros en recuperarse de aquello que el BNG quiere para Galicia. Destruir es fácil y rápido, pero reconstruir lleva mucho esfuerzo y mucho tiempo.

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (2i), junto al candidato de su partido a la presidencia de la Xunta de Galicia, José Ramón Gómez Besteiro (2d), en un mitin celebrado este jueves en A Coruña.- EFE/Cabalar

Si fuera gallego, no me gustaría que el mundo me mirara como Europa mira ahora a Cataluña. La Unión Europea ya sabe que el separatismo catalán es más amigo de lo ruso que de lo español, de lo autoritario que de lo democrático. El Parlamento comunitario ha vuelto a mostrar recientemente su preocupación por las injerencias del Kremlin en las democracias occidentales y ha exigido una investigación de la trama rusa del procés.

Y, a pesar del intento de boicot de socialistas e independentistas, los eurodiputados ya conocen también los efectos perniciosos de la inmersión lingüística en las escuelas catalanas, ese modelo que Pontón quiere para Galicia. Aquí, en Cataluña, el español es tratado como una lengua extranjera en las escuelas públicas, provocando un grave problema de derechos y de oportunidades en nuestros jóvenes. Los efectos de la inmersión son tan nocivos que encontrar a un líder separatista que lleve a sus hijos a una escuela pública es misión imposible.

Solo hay dos opciones en Galicia, y la del procés gallego es rematadamente mala

En fin, solo hay dos opciones en Galicia, y la del procés gallego es rematadamente mala. El candidato socialista, por su parte, solo aspira a ser muleta anónima del BNG. La sobreactuación socialista contra Alberto Núñez Feijóo no solo es la prueba de la desesperación sanchista, es también el reconocimiento de que el gran objetivo del socialismo en esta campaña es que VOX pueda rascarle algunos votos al Partido Popular y así lograr que Pontón pueda protagonizar su procés.

El ya conocido como equipo de opinión sincronizada va con todo, y sin límites morales, porque sabe que otra mayoría absoluta del PP en Galicia supondría un duro golpe para la coalición de Pedro “icono” Sánchez. Estos ataques desesperados ya los vimos en la campaña madrileña y no les funcionó. Votar procés sería malo para Galicia, pero también para el resto de España. Significaría amnistiar las mentiras del sanchismo.