UCO o trato: la España de los Aldama
Que alguien robe desde la Administración, que cobre comisiones y reparta mordidas entre sus compinches está muy feo
Tengo que reconocer que este Gobierno se lo pone (nos lo pone) fácil a los que escribimos de la actualidad política del país. Son tantos los escándalos que rodean al Presidente y sus mariachis que parece que estamos viviendo la demolición descontrolada de una mole de ladrillo y cemento. El edificio se cae y no sabemos si mirar hacia la chimenea que se desploma o a la pared que se viene abajo. Igual que los escándalos de corrupción que se investigan en el entorno de Pedro Sánchez. ¿Miramos hacia Víctor Aldama? ¿Hacia Begoña Gómez? ¿O al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz?
Nos quedaremos con este último porque parece que está más de actualidad a esta hora del día. Porque cuando usted, querido lector, vea esto, es posible que cuanto rodea al fiscal haya pasado a un segundo o tercer plano informativo fruto de la velocidad con que se suceden las investigaciones de los líos de corrupción del Gobierno. El caso de Álvaro García Ortiz, de confirmarse las sospechas e indicios de la Guardia Civil, sacarían a la luz uno de los asuntos más preocupantes para una democracia por lo dañino que puede suponer que una alta instancia judicial, como es la fiscalía general del Estado, se haya puesto al servicio del Gobierno para atacar y destruir a un adversario político.
Que alguien robe desde la Administración, que cobre comisiones y reparta mordidas entre sus compinches está muy feo. La corrupción económica es un tumor cancerígeno en cualquier sistema y hay que tratar de extirparlo por todos los medios. Y así lo asumimos la mayor parte de las veces. El problema es cuando se produce una metástasis que afecta al resto del cuerpo social. Cuando el corrupto no se limita a meter la mano en la caja de todos, sino que ambiciona hacerlo con total impunidad. Libre de toda acusación. Es más, el problema de verdad surge cuando quien nos roba lo hace desde tal posición de privilegio que cualquier acusación que se le haga se vuelve contra nosotros.
La larga lista de los intereses de Pedro Sánchez
Una de las amenazas más graves para una democracia es comprobar que quien debe proteger a los ciudadanos de las injusticias es el primero en cometerlas. Que quien tiene que velar por los intereses del Estado se vincula con quienes lo saquean y que lejos de poner la justicia al servicio de la verdad, la deja en manos de quienes quieren ocultarla.
Parece que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil señala la “participación preeminente” de Álvaro García Ortiz en la presunta revelación de secretos relacionada con datos confidenciales de Alberto González Amador, pareja de la Presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. O lo que es lo mismo, que el fiscal general del Estado, uno de los más altos cargos de nuestro sistema democrático, encargado de velar por la confidencialidad y seguridad jurídica de todos nosotros, estaría involucrado precisamente en una filtración para comprometer al empresario y pareja de Ayuso con un único fin: atacar a la Presidenta de Madrid.
La lucha contra la ultraderecha y la permanencia en el poder para regenerarnos a todos. Hay sectas que han acabado mejor.
Cuesta creer que la lista de quienes se han puesto al servicio de los intereses de Pedro Sánchez sea tan larga, tan variada y, en ocasiones, de tan notable nivel profesional. Los partidos políticos que apoyan al Gobierno lo que han hecho es poner a Sánchez a su servicio, así que esos no cuentan. Son tan contrarios a la España constitucional que cualquier desmadre del Presidente del Gobierno les parece bien. Por eso cuando Núñez Feijóo dijo el otro día que “quienes están con Sánchez deben saber que están con la trama corrupta, y no con la gente”, yo contesté en X con ironía, “¡la trama! ¡la trama! Hay que tenerlo claro, no quieren perder su chollo por nada del mundo.
Lo que es más difícil de entender es que en muchas cabezas se haya instalado con firmeza la idea de que se puede prevaricar, mentir y robar siempre que se haga por la noble causa que con tanto esfuerzo y abnegación defiende Sánchez: la lucha contra la ultraderecha y la permanencia en el poder para regenerarnos a todos. Hay sectas que han acabado mejor.
Menos mal que nos quedan la UCO y los jueces que interrogan a Aldama. La España del UCO o trato.