Torpedos contra el feminismo llamado progresista  

Las autoras hablan del populismo feminista que limita la presunción de inocencia masculina, de los abusos del activismo feminista y sus contradicciones y la reivindicación de la vida doméstica de la mujer

El 5 de febrero de 2016, unas docenas de “individuas”  -así se definen- y media docena de individuos, encabezadas por la escritora Berta González de Vega, publicaron una suerte de documento/manifiesto titulado Contra la generalización del género.  

La mujer no siempre es víctima del heteropatriarcado  

Un texto en que se puede leer que, según indican las estadísticas de los organismos internacionales, la situación de las mujeres en España es de las mejores del mundo. Datos: hay más mujeres que hombres en la universidad, el fracaso escolar está protagonizado por los hombres y la presencia de la mujer es cada vez mayor en la medicina, la judicatura, la alta Administración de Estado y los altos cargos de la política.   

Señalan que, coincidiendo con la entrada en vigor de la Ley de Violencia de Género (2004), se ha instalado en España un discurso que presenta a las mujeres como víctimas del heteropatriarcado y de una sociedad machista. Cosa dañina –prosiguen- para las expectativas de cualquier mujer y especialmente de las jóvenes que deben saber que, ahora, en España, pueden llegar a donde se propongan. Advierten que las desventajas para colmar las ambiciones provienen de un ambiente familiar que el Estado no puede remediar con leyes.  

Urge una nueva política de protección integral  

Añaden que las víctimas de la violencia de género no han variado con la entrada en vigor de la ley. Cosa que invita a averiguar  las causas del fracaso y a estudiar el perfil de los asesinos y sus víctimas para así  diseñar una nueva política de protección integral contra la violencia de género.

Tres detalles que retener: en los países nórdicos –ejemplo de igualitarismo- hay más asesinatos de mujeres que en el Sur de Europa; no hay que ignorar a los hombres que denuncian los atropellos en la aplicación de la ley de Violencia de Género; una sociedad sin miedo al conocimiento de la verdad debería averiguar si hay padres a los que se les ha hurtado la relación con sus hijos como consecuencia de una incorrecta aplicación de la ley.  

A muchas mujeres les sobra el paternalismo  

Finalmente, nuestras “individuas” se rebelan contra el uso de la expresión “las mujeres” como si de un bloque monolítico se tratara. Propiamente hablando, no existen “las mujeres” sino una mujer y otra mujer y así sucesivamente. Una mujer que puede hacer –elegir- lo que más le convenga: libres para reducir su jornada laboral, o para trabajar en una multinacional, o para no trabajar y quedarse en casa, o para lo que les plazca.  

Así concluye el documento/manifiesto que no por casualidad se titula Contra la generalización del género: “Las mujeres en España hace 40 años que dejaron de depender de los hombres para ser iguales que ellos. A muchas les sobra el paternalismo. No nacemos víctimas”. 

Hartas de quienes dicen hablar ‘por todas las mujeres

Un torpedo contra el feminismo integrista que se ha instalado en el Gobierno soi-disant progresista y en los medios de comunicación afines al Régimen. Un torpedo lanzado por las mujeres –ahora sí- que están hartas de quienes dicen hablar “por todas las mujeres” y “en nombre de todas las mujeres” y no son sino la expresión del feminismo oficialista de corte fundamentalista y sectario.     

Feminismo. Foto: Freepik.

A ese primer torpedo, se añadieron dos más en formato de libro colectivo. El primero, titulado Hombres y sombras. Contra el feminismo hegemónico (2020). El segundo, titulado Indomables. Diez Mujeres contra el feminismo hegemónico (2024).  

En el primer ensayo (editado por Miriam Tey con artículos de Carmen Posadas, Mónica Oriol, Teresa Freixes, Félix Ovejero, Pablo de Lora, Rebeca Argudo, Alfonso M. Gañán Calvo y Sofía Rincón), se reflexiona sobre el qué y el cómo –también, sobre  la necesidad de su existencia- de un feminismo que todavía estaría por llegar, sobre los microfeminismos agresivos y sectarios alejados de la realidad y la ciencia, sobre la hegemonía de un feminismo prepotente, dogmático y reaccionario o sobre la libertad de la mujer.         

En el segundo ensayo (coordinado por Berta González de Vega y Yayza Santos con artículos Miriam Tey, Guadalupe Sánchez, Rebeca Argudo, Paula Fraga, Marta Martín Llaguno, María Blanco, Teresa Giménez Barbat, María Calvo Chamorro y de las coordinadoras del libro), las autoras advierten que el feminismo no ha de ser necesariamente progresista o de izquierda y nos hablan del populismo feminista que limita la presunción de inocencia masculina, de los abusos del activismo feminista y sus contradicciones, de la diferencia, de la reivindicación de la vida doméstica de la mujer o de las consecuencias del MeToo.  

Un par de libros que muestran que otro feminismo es posible frente a un feminismo hegemónico a veces irracional y revanchista que se aparta del sentido común. Unas antologías que desenmascaran el lenguaje y la sintaxis de un feminismo oficial  progresista español, que impone por decreto las necesidades de las mujeres, con el propósito de diseñar una sociedad a golpe de ley y censura.  

«Las autoras advierten que el feminismo no ha de ser necesariamente progresista o de izquierda»

Frente a ello, destaca el realismo y el coraje de las coordinadoras de ambos libros: “El delirio de una parte del feminismo actual, hegemónico en los medios de comunicación y de la política, responde a una ideología totalitaria y sectaria que ha impuesto un modelo violento e injusto con el que muchas mujeres, pese a reconocer que todavía quedan terrenos por conquistar, no nos sentimos reflejadas” (Miriam Tey); “no nacemos víctimas ni somos seres angelicales” (Berta González de Vega); y “las niñas necesitan saber que tienen su futuro en sus manos” (Yaiza Santos).  

Las imágenes valen más que mil palabras  

Finalmente, llama la atención el título y la cubierta del primer libro y la cubierta del segundo libro con el texto incluido. Vayamos por partes.  

La cubierta de Hombres y sombras es un “homenaje” a la dictadura gramatical del feminismo con mando en plaza que se empeña en adjudicar, por decreto feminista, el género y el sexo de las palabras. Para lograr una mayor igualdad entre hombres y mujeres –dice la editora del libro-, surgió el título de Hombres y sombras que suena a “hombres y hombras”. ¿Alguien se atrevería a titular el libro como hombres y hembras? Para evitar confusiones, en la cubierta del libro aparece la fotografía de una mujer vestida, de espaldas, insinuando sus curvas.  

La cubierta de Indomables es muy explícita: una mujer trabajadora haciendo un corte de mangas dentro del círculo del icono del movimiento feminista. Se trata de un conocido póster del diseñador J. Howard Miller (1943) que, en su versión original –Segunda Guerra Mundial-, se acompañaba con la leyenda We can do it!, ¡Podemos hacerlo! En la portada del libro, el póster aparece sin la leyenda. No hace falta. Se entiende todo.

Un corte de mangas al feminismo presuntuoso que dice representar a todas las mujeres. No en el sentido grosero del término, sino en la acepción de disconformidad con quienes ni siquiera están dispuestas a escucharte y fomentan la desigualdad progresista en lugar de la igualdad democrática.   

Las imágenes valen más que mil palabras.