Las tomaduras de pelo del independentismo 

El estilo puede haber cambiado, pero todo es fachada

Una de las cuestiones fundamentales del independentismo catalán, y que la política española no acaba de entender, es que el objetivo del movimiento es tomarle el pelo al Estado siempre que se pueda. No hay nada más ocurrente y que diviertan tanto a ese colectivo político. Tomadura de pelo hasta en la sopa. Siempre. A todas horas, sin pausa. 

Desde un punto de vista psicológico, esta debería ser la premisa para tener sobre la mesa ante cualquier tipo de negociación del cualquier Gobierno, mucho antes de pensar en propuestas posibles. 

Cuando un representante del Gobierno se sienta ante un dirigente independentista debe estar preparado con esa característica. Jugar con ese detalle. No es una relación en igual de condiciones. Siempre ha sido así y por ello los finales nunca han sido satisfactorios. También existe cierta insaciabilidad. Sin límite. Pero esta es una cuestión para analizar aparte. 

Pere Aragonés y Carles Puigdemont han incurrido los dos en propuestas y declaraciones que iban en esta línea. Las han hecho sin filtros y, al menos en la de Aragonés, utilizando una terminología muy popular y directa. 

ELNA (FRANCIA), 06/04/2024.- El candidato de JxCat y expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (c), protagoniza este sábado un acto en Elna, en el sur de Francia, para presentar su candidatura a las elecciones catalanas del 12 de mayo. EFE/David Borrat.
El candidato de JxCat y expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. EFE/David Borrat.

Habla de “trolear al Partido Popular”. Es más, asegura que hacérselo a ese partido siempre “es apetecible”. Va a aprovechar la Comisión General de las Comunidades Autónomas convocada para este lunes y ponerlo en práctica. A eso va. Se entiende por trolear, tomar el pelo. La concepción es bastante poco democrática.

En general, los partidos se presentan en los parlamentos para presentar propuestas y que estas sean escuchadas. Que esta acción sea calificada por Aragonés como “tomar el pelo” replantea la idea que tiene él y su partido con relación a las instituciones españolas. Y esa es la cuestión.  

Algo parecido ha hecho Carles Puigdemont. Lo suyo es mucho más jocoso. Ha propuesto que el debate televisivo entre candidatos se realice en el sur de Francia, cerca de Elna, la localidad donde ahora reside. La propuesta llegó en firme a TV3, que de momento la ha rechazado. 

La situación es estrafalaria. Un político fugado de la justicia española que propone un mitin fuera del país porque sigue prófugo de la justicia, y lo propone para elegir a los candidatos del mismo país donde sigue reclamado. La idea es brillante, porque el independentismo es brillante para crear este tipo de situaciones, pero también indigno en relación con la política seria y constructiva. Y eso no es nuevo. 

“Una de las cuestiones fundamentales del independentismo catalán es que el objetivo es tomarle el pelo al Estado siempre que se pueda”

Las dos propuestas son tomaduras de pelo muy al estilo ‘indepe’. Sin ningún tipo de rubor y con la libertad que les concede no estar condicionados por ninguna norma democrática, siguen situando la centralidad de su mensaje en el mismo lugar de 2017.  

El estilo puede haber cambiado, pero todo es fachada. Es cierto que al menos ERC sabe trabajar en línea con ciertos sentidos institucionales desde que rompiera con JxCat. Sin apenas aprobar nuevas leyes, ha controlado la Generalitat sin salirse de lo legalmente estipulado. Pero las campañas electorales son para exagerar en las premisas habituales, y es lo que están haciendo. 

Sobre todo, teniendo en cuenta que sus contrincantes, la nueva Junts + Puigdemont per Catalunya, (ese ‘plus’ o “más” o “més” parecen televisivos), manifiesta una fractura interna importante y que su cohesión está liderada con personalismos como el de Carles Puigdemont. De ahí la necesidad electoral de introducir en las siglas su nombre. Para que no existan ninguna dudas. 

Estas dos formas de mofarse de las instituciones deberían ser tomadas muy en cuenta por los dos principales partidos, PSOE y PP, cuando se dispongan alguna vez a negociar en el fututo. La olvidan siempre. En el pasado ya observamos como resultó todo.

La ley de amnistía, por ejemplo, no ha logrado pacificar ninguna línea reivindicativa, como ya se sabía. Las próximas elecciones del 12 de mayo nos darán nuevas claves, pero la metodología seguirá siendo siempre la misma. La tomadura de pelo.