Las sorpresas escondidas que nos aguardan en 2024
Para los que nos gusta la política llegan días fascinantes
Despedimos el 2023 con muchas sorpresas políticas que desconocemos donde nos conducirán a través del 2024. Podríamos concluir que siempre es así. Sin embargo, lo del pasado año llama poderosamente la atención porque tampoco es tan normal que un político cambie tanto de opinión y le vaya saliendo bien.
El independentismo catalán puso de moda una expresión que se ha estandarizado por todo el Estado: el mandato de las urnas. Aquello con lo que una formación se presenta y debe cumplir. Esta idea, que puede ser sustituida por el contrato que significa un programa electoral con la ciudadanía, en la actualidad es difícil de cumplir porque son muy pocas las elecciones que acaban con mayoría absolutas.
Eso obliga a negociar y renunciar a puntos de la propuesta electoral propia. Lo que ha hecho Pedro Sánchez en el 23 con su mandato en las urnas es mandarlo a tomar viento. Pero aguanta y ahí lo tienen, encarando otra legislatura con arrojo.
Puede que ese sea el secreto. Ser atrevido y defender su cambio de opinión. Pero veremos el año que empieza. En Cataluña no era fácil. La propuesta de traer detenido a Puigdemont antes de las elecciones y de pactar después una amnistía fue muy arriesgada. Una propuesta radicalmente contraria a la inicial merecería en las encuestas un castigo evidente. Pero no está siendo así.
Aragonés quiere agotar la legislatura y sólo un mal resultado en las europeas o un revés en la negociación sobre la amnistía cambiarían su opinión
Claro que una cosa es decirlo y la otra visualizarlo. Y ese momento debería llegar este año. Será más difícil de lo que aparenta. Pero Puigdemont parece dispuesto a ir aguantando las situaciones contrarías que le aparecen respondiendo con caña. No olvidemos que deben soportar a una parroquia, cada vez más escasa, a la que le motiva provocar situaciones de desgaste contra el Estado en general. Tocar las narices, vaya.
Por ello, las europeas de este año desvelarán el índice de aceptación de las nuevas posiciones de negociación de los independentistas con el Gobierno. Y hasta es posible, como nos hemos referido en otros artículos, que aparezca una nueva candidatura ‘indepe’ más radicalizada, si eso es posible, que intente reunir los votos que pierden Puigdemont y ERC y presentarse a las próximas catalanas que, de no celebrarse en febrero del 2025, lo harían ya este año, algún día de otoño.
Sobre este aspecto, la situación está muy clara: el president Aragonés quiere agotar la legislatura y sólo un mal resultado en las europeas o un revés en la negociación sobre la amnistía cambiarían su opinión.
Así que el 2024 llega cargado de incertidumbre política. El tema catalán en el resto de España sigue marcando muchas agendas. Puede que más que en la propia Cataluña, donde existe cierto alejamiento de la cuestión por un tremendo cansancio. Ello será aprovechado por Salvador Illa, que no lo tiene fácil, para devolver a la política catalana un sentido constructivo. Por ello desea volver a la senda del Estatut, olvidado tras la convulsión del procés, y conectar con los caminos que llevaban a más autogobierno, avalado por la sentencia del Constitucional, que tampoco recortó tanto, excepto en temas de justicia.
Para los que nos gusta la política llegan días fascinantes. Como lo han sido estos últimos 20 años. Netflix, HBO, Amazon o la propia Movistar, deberían apostar por una serie de unas cuantas temporadas. Una serie política. El argumento existe.