La sangre no llegará al río
Los independentistas si hoy pudieran elegir un superpoder optarían por tener la capacidad de congelar el tiempo como le sucedía a Bill Murray en El día de la marmota”
Los independentistas están equivocados, tienen una visión irreal de la vida, cometen errores estratégicos que afortunadamente frenan sus anhelos de destrucción de España, pero no son idiotas. ERC y Junts pueden pactar en el Parlament de Cataluña una resolución conjunta sobre la exigencia de un referéndum de autodeterminación como condición sine qua non para que Pedro Sánchez sea presidente, pero eso no va a hacer descarrilar la investidura de Pedro Sánchez por mucho que el PSOE emita un comunicado afirmando que no va a ceder un referéndum.
Los independentistas si hoy pudieran elegir un superpoder optarían por tener la capacidad de congelar el tiempo como le sucedía a Bill Murray en ‘El día de la marmota’. El separatismo no tienen motivo alguno para perder su posición de privilegio actual que les va a facilitar que les den más dinero, más competencias, que les condonen la deuda generada por su despilfarro y que les limpie su historial delictivo.
Sánchez es un mago que embauca a todo el mundo y engaña a sus socios que terminan por hacer lo que él quiere y encima le dan las gracias
Por su parte los socialistas también están de enhorabuena, es mejor pactar con fuerzas particularistas desinteresadas en la gobernación de España que tener que hacerlo con un partido nacional. Así las cosas, será en octubre o será en noviembre, todo dependerá de la duración del galanteo, pero habrá investidura.
Lo que hemos vivido en agosto y septiembre, hasta el fallido pleno de investidura de Feijóo, ha sido como la pretemporada futbolística, partidos de verano y pachangas. Lo serio empieza ahora. Una vez Felipe VI encargue a Sánchez intentar formar gobierno iremos sabiendo, poco a poco, cual es el precio concreto de la enésima pacificación de Cataluña. Sumar, el PNV, ERC, el BNG y Bildu ya ha sido desactivados, ahora solo queda Puigdemont, ni más ni menos.
Ni Sánchez va a ceder un palmo en su ansia de poder ni Puigdemont va a retroceder un centímetro en su determinación de volver a su amada Gerona
El nuevo gobierno está hecho y ahora lo que interesa es saber cómo Sánchez conseguirá encajar las piezas, desandar el camino andado en España y en Europa y convencer a los tribunales de que dos piezas redondas, como la amnistía y el referéndum, encajan en un cuadrado. Dentro del marco del relativismo moral y político en el que se mueve Sánchez todo es viable.
Se ha creado la leyenda urbana de que Sánchez es un mago que embauca a todo el mundo y engaña a sus socios que terminan por hacer lo que él quiere y encima le dan las gracias. Un mito es un mito, pero suelen ser falsos. En las próximas semanas vamos a ver una lucha entre dos personas, Sánchez y Puigdemont, que tienen en común la tenacidad obsesiva.
Ni Sánchez va a ceder un palmo en su ansia de poder ni Puigdemont va a retroceder un centímetro en su determinación de volver a su amada Gerona. En el obstinado camino de ambos hacia sus irrenunciables objetivos no habrá obstáculos insalvables. El padre político de Sánchez, o sea Zapatero, ya dijo que “la nación era una cuestión discutida y discutible”. Erro Zapatero, lo que es discutible para Sánchez es la nación española pero la catalana ahora se le antoja irrenunciable.
Sánchez formará gobierno y se convertirá en nuestro David Cameron, el yonki de los referéndums británicos, consiguió ser elegido primer ministro a cambio de prometer consultas en Escocia y sobre el Brexit, pero los británicos acabaron expulsándolo del poder y hoy vive en el más absoluto ostracismo.
El drama es que el Reino Unido resultante de la frivolidad de Cameron, con el Brexit ejecutado, no se parece en nada a la Gran Bretaña que él heredó de Gordon Brown. Lamentablemente es muy posible que a España le pase lo mismo con Sánchez.