Sánchez ya forma parte de la “Sociedad de la nieve”
Sabe que está en una complicada situación, rodeado de tan elevadas irregularidades y tratos de favor de su mujer Begoña Gómez que puede acabar congelado, como si durmiera en mitad de un glaciar andino
Vestidos con batas blancas y entre huesos, se diría que el Falcon que con tanta frecuencia utiliza Pedro Sánchez se ha estrellado en el Valle de los Caídos para emular a la “Sociedad de la nieve”. Ya saben, la película de Juan Antonio Bayona que con tanta dureza y realismo narra la historia de un grupo de jóvenes uruguayos que sobrevivió a una tragedia aérea en medio de los Andes.
Sánchez y su equipo de rodaje con forenses de atrezo también lanza un grito de socorro similar al de los maltrechos supervivientes en medio de la nieve. Sabe que está en una complicada situación, rodeado de tan elevadas irregularidades y tratos de favor de su mujer Begoña Gómez que tarde o temprano puede acabar congelado, como si durmiera en mitad de un glaciar andino.
Dada la grave situación el presidente del Gobierno ha puesto ya en marcha el punto primero de su manual de supervivencia: advertir que la ultraderecha amenaza España y a los españoles. Y ya sabemos que cuando Sánchez pulsa ese botón rojo quiere decir que va a recurrir a lo que ya se define como el “francomodín”.
Vuelve a agitar el fantasma de la Guerra Civil y la trinchera de la memoria histórica esperando resultados tan positivos como los conseguidos en otras elecciones. Y es que esa es la razón última de la puesta en escena con los restos humanos de Cuelgamuros.
No es casualidad que el último video de “Moncloa Productions” se emita en el arranque de la larga temporada de elecciones que se acaba de iniciar, ni que la visita se haya producido incluso antes que la de muchos familiares que anhelan hacer lo mismo, lo que ha generado la protesta de algunos de ellos.
Es cierto que el régimen franquista trató de borrar del consciente colectivo el enfrentamiento fratricida que llevó a muchos españoles a cunetas o fosas comunes de nuestro país. En un ejercicio de reivindicación legítima, muchos descendientes de los fallecidos piden la recuperación, identificación e inhumación cristiana de sus familiares. Su recuerdo.
Pero bien distinto es el empleo de cualquier vestigio de la dictadura y el dictador, muerto hace ya casi 49 años, para tratar de convencer a los españoles de que el franquismo sigue vivo. Que es una amenaza para la democracia española y que solo la izquierda es capaz de neutralizar cualquier intento de vuelta al pasado. Es más, Sánchez se arroga ser el heredero directo del socialismo republicano. Como si entre Juan Negrín y él no hubiera existido ningún otro presidente socialista en España sensible a esta cuestión.
Pero si por algo se distingue el “sanchismo” en que se ha convertido el PSOE es la amnesia parcial que practica en base a los pactos alcanzados para blanquear a EH-Bildu por sus vínculos con el terrorismo de ETA. Así, mientras se enciende la alarma entre muertos y asesinados de una guerra de hace casi 90 años, se trata de relajar la constante demanda de memoria y dignidad de quienes han sido y son víctimas de ETA.
“El presidente del Gobierno ha puesto ya en marcha el punto primero de su manual de supervivencia: advertir que la ultraderecha amenaza España y a los españoles”
Desde el “gobierno progresista” se pone sordina al dolor de quienes sufrieron el terrorismo, hasta el punto de que muchos se sienten derrotados al ver en las instituciones y en homenajes callejeros a quienes protagonizaron la dictadura de la bomba y la extorsión.
Se repite una y otra vez que la utilización de las víctimas, de los asesinados por el terrorismo de ETA, no conduce a la necesaria convivencia ni a la reconciliación. Que no ayuda a la superación de los traumas ni a la concordia deseada en cualquier sociedad civilizada.
Pero quienes esto dicen niegan al mismo tiempo que haya existido una verdadera reconciliación en la sociedad española tras la muerte del dictador. Y lo hacen porque no les interesa reconocer que gracias a ese periodo llamado “Transición”, ahora tan denostado, a nadie se le pide cuentas de una guerra que hicieron nuestros abuelos.
La memoria está muy bien. Y recordar también. Yo recuerdo, por ejemplo, cuando mis abuelos me contaban que salieron huyendo de San Sebastián en el verano de 1936 porque las tropas navarras del bando nacional, donde servía Jesús Urtasun Sarasíbar, entraron en la ciudad a sangre y fuego. Se refugiaron en Francia con tres hijos, la más pequeña era mi madre, que entonces tenía tres años.
Urtasun, lo que son las cosas, fue herido y cobró una pensión del régimen franquista que le permitió sacar adelante a su familia. La mía volvió, acabada la guerra, con una mano delante y otra detrás y vivió, como millones de españoles, con el estigma del derrotado hasta que murió el dictador.
Y así, “mutatis mutandi”, un nieto de Urtasun es ahora de Sumar y ministro del ala más “progre” del Gobierno. Por lo que se puede decir que sigue la tradición familiar de estar siempre en el bando ganador que exige explicaciones a los demás. Hay que joderse. Si los huesos del Valle de los Caídos hablaran…