Sánchez no es Kissinger ni Brandt
La diplomacia ideológica de Sánchez tiene costes, los de índole económica y los de cariz estratégico
Pocos gobiernos tienen la capacidad del que preside Pedro Sánchez para enfrentarse con tantos gobiernos en tan poco tiempo. Desde que Sánchez habita en la Moncloa Argelia, Marruecos e Israel han retirado en algún momento sus embajadores de España.
La diplomacia contemporánea es economía, la diplomacia ideológica sale muy cara. Enfrentarnos a Argelia, que hace poco volvió a enviar a su embajador a Madrid, encarece el coste del gas, nos obliga a exportarlo de países más alejados y lastra la competitividad de nuestras empresas a la vez que encarece el recibo energético de las familias. El conflicto con Argelia costo a España, entre mediados de 2022 y verano de 2023, más de 4.000 millones de euros.
Convertirnos en un muñeco marroquí además de poner en jaque a Ceuta, Melilla o las Canarias dificulta la presencia española en el puerto de entrada y salida de Africa. Enfrentarse con Argelia y Marruecos a la vez es un doble salto mortal diplomático que solo está al alcance de alguien de la ligereza de Sánchez.
Nuestro debilitamiento en el norte de África ha coincidió con el reforzamiento de la posición de Israel en Marruecos. El reino Alauí e Israel, apadrinados por los EE.UU, firmaron los acuerdos de Abraham, los americanos y los israelís reconocieron los derechos de Marruecos sobre el Sahara, España se entero por la prensa y a partir de ahí el papel militar, tecnológico, estratégico y económico de Israel y EE.UU en Marruecos se aceleró poniendo en riesgo los intereses españoles en Marruecos en un contexto comercial que en los últimos años ha sido positivo para las empresas españolas.
El punto de inflexión fue julio de 2023 cuando Israel reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sahara. A cambio de dicho reconocimiento Marruecos ha empezado a comprar tecnología, armamento y drones así como a conceder licencias a empresas israelís para explotar recursos naturales en suelo marroquí. Fruto de esta actividad diplomática los intercambios entre Israel y Marruecos entre mediados de 2022 y mayo de este año han crecido un 110%, mientras Sánchez y su gobierno se enredaban en el follón de Pegasus acusando al gobierno marroquí de espiarles.
La visita de Sánchez a Israel hace una semana y su posterior insistencia en criticar al gobierno israelí ha provocado la retirada de la embajadora israelí dejando descabezada la embajada de la calle Velázquez, es la primera vez que esto sucede desde España e Israel establecieron relaciones diplomáticas en 1986. La militancia propalestina de Sánchez no le sale gratis a España.
Más de dos millones de israelís se consideran a sí mismos sefardíes o lo que es lo mismo españoles en hebreo. Además de los vínculos históricos que parece despreciar Sánchez las relaciones económicas entre España e Israel son importantes en materia de defensa, tecnología, turismo, infraestructuras y fondos de inversión. Si bien Israel es un país pequeño los sectores en los que se establece intercambio son estratégicos para España.
La militancia propalestina de Sánchez no le sale gratis a España
Para un país como España enemistarse con Israel y, por lo tanto, enfriar la relación con EE.UU no es solo una mala idea, tiene un coste económico que no nos podemos permitir y un riesgo en el debilitamiento de la posición geoestratégica de España en el norte de África que nos deja expuestos ante la evidente agresividad e intereses de Marruecos contrapuestos a los nuestros.
La diplomacia ideológica de Sánchez tiene costes, los de índole económica y los de cariz estratégico. España tras las ofensas de Sánchez a Israel es un país más expuesto, con fronteras más inseguras y más alejado de socios clave en el ámbito de la economía mundial como EE.UU.
En diplomacia comportarse como un groupie sale caro, Sánchez no sabe nada de lo que Wlly Brandt llamada real politk ni de la diplomacia de Kissinger.