Sánchez, groupie de Franco

La obsesión de Pedro Sánchez con el franquismo solo se justifica si cree que hablar de Franco y del pasado distrae al personal de la escabrosa actualidad

El anuncio de Pedro Sánchez de celebrar 100 actos a lo largo de 2025 para conmemorar el 50 aniversario de la muerte de Franco sonó más a amenaza que a otra cosa. Fue Carlos Herrera el que en una entrevista con Jordi Evole dijo, y con razón, que “el franquismo debía salir de la cabeza de los españoles, sobre todo de los de izquierdas”.

Nacido en febrero de 1972, cuando falleció Franco el hoy presidente del gobierno tenía tres años. Para Sánchez la transición fue “Un globo, dos globos, tres globos”, “Los payasos de la tele” y “La abeja maya”. Su obsesión con el franquismo solo se justifica si cree que hablar de Franco y del pasado distrae al personal de la escabrosa actualidad, pero para que el fango sanchista pringue es preciso tener algún adversario delante y en España, hasta hace poco tiempo, nadie se declara franquista, así que Sánchez no tiene con quien polemizar y, en consecuencia, su estrategia de distracción será un fracaso.  

El paseo del féretro, en helicóptero, desde el Valle de los Caídos al cementerio de El Pardo se pareció en su día mucho más al inicio del reality Supervivientes que a un acto de reparación histórica.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Foto: Alejandro Martínez Vélez / Europa Press
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Foto: Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

Lo que Sánchez si ha conseguido es que, en un porcentaje, aún pequeño pero creciente de la sociedad, tenga buena opinión sobre Franco y sus años. Sánchez genera tanta antipatía que algunos se dicen “si tan malo le parece seguro que algo bueno hizo”. 

Franco y Sánchez, defensores de lo público

Sería divertido que Sánchez leyera durante este año de exaltación franquista que nos regalará algo sobre la obra y figura de Franco, un dictador salido de una victoria militar tras una guerra terrible pero defensor, como él, de lo público, solo que con menos funcionarios y menos impuestos.

Que Franco crea el INI, Sánchez vuelve a entrar en el capital de Telefónica. Que Franco crea el Banco Exterior de España, Sánchez se aferra a la participación estatal de Caixa Bank. Que Franco tiene censura, Sánchez saca una ley para controlar a los medios y que estos se ajusten a “su verdad”. De hecho, los llamamientos del PSOE Sumar y Podemos a la intervención y regulación de todo son franquismo económico en estado puro.

El gobierno actual es un nostálgico de la política económica del antiguo régimen

Es curioso, Felipe González empezó una privatización del armazón empresarial público franquista que remato José María Aznar y el gobierno actual es un nostálgico de la política económica del antiguo régimen.    

Franco y Sánchez comparten muchas cosas: el control de los medios públicos, su mala relación con la casa real, su interés en controlar la economía desde el sector público, su afán en indultar a quien les conviene, una familia que hace negocios desde la atalaya del poder… 

Pero hay algo qué si separa a Sánchez de Franco, dentro de 50 años, nadie celebrará 100 actos para recordar la década sanchista. Lo que si se estudiara en los libros es la magnífica obra de transición, que tanto aborrece el actual gobierno, que permitió que las instituciones sobrevivieran al huracán del sanchismo.