Sánchez, sitiado: ¿Cuánto tiempo le queda en el Gobierno?
La trilogía de desgracias de Sánchez es una carrera de obstáculos a los que debe hacer frente todos a la vez
El fin llegará, solo falta saber la fecha. Pablo Iglesias diría eso de Tic, Tac, Tic, Tac. Sánchez no es dueño de su destino político, depende de sus desleales socios. El botón nuclear del fin de su legislatura no está en sus manos y saber que no tienes control sobre tu futuro siempre es motivo de inquietud cuando no de desazón.
Sánchez perdió el miércoles ocho votaciones en el Congreso, acumula más de 60 derrotas parlamentarias en menos de un año, su prima de riesgo político sube y, por lo tanto, los intereses que le cobran sus socios para seguir apoyándole son cada vez más altos.
Sánchez está sitiado. Su entorno desconcertado. El próximo congreso del PSOE bunkerizará a Sánchez, los que no sean pata negra serán depurados. Al aún presidente del gobierno le gusta mucho Franco y de tanto citarlo su bunker y el que construyeron Arias Navarro y Carmen Polo, en el trance final del régimen anterior, se parecen como dos gotas de agua: pocos, leales hasta la muerte porque no hay otro remedio y aislados de la realidad.
Pedro Sánchez debe estar arrepintiéndose de haber metido a Ábalos en las listas electorales, su blindaje parlamentario, para evitar un posible chantaje de su ex persona de máxima confianza, agranda la crisis y parlamentariamente hace subir el coste del precio a pagar a sus socios parlamentarios.
Sin Ábalos, con Sumar acordando votaciones con el PP, con Podemos exigiendo la rebaja de los alquileres y romper con Israel por decreto y Junts defendiendo la no prolongación del impuestazo a las eléctricas, la supervivencia parlamentaria de Sánchez se complica en extremo, es casi imposible.
Pero si el problema fuera solo parlamentario la situación sería salvable para Sánchez. El presidente del Gobierno está dispuesto a pagar cualquier precio para seguir en el poder, así que todo lo que se le pida por parte de sus indeseables socios será concedido, pero sus problemas no terminan ahí.
Corrupción e incompetencia
El frente judicial es una soga que aprieta el cuello de Sánchez. Ábalos, su secretario de organización, el amigo con el que cruzo España y reconquisto el poder, a las puertas del supremo por corrupto, su mujer, su hermano…. El entorno personal y político de Sánchez no está que arde, más bien se hunde. Pero también ahí Sánchez puede sobrevivir, la lentitud de la justicia, su capacidad de obstruir desde el poder, le permiten ganar tiempo y tiempo es precisamente lo que más quiere y necesita Sánchez. Su legislatura de 1.000 días es su única aspiración ¿Para qué? ¡Da igual!
El mantra gubernamental es que todo es culpa del mercado y de la ultraderecha, pero cada vez cuela menos
Hay un tercer frente que asedia y acorrala a Sánchez y no es otro que la realidad. El FMI puede publicar y el repetir mil veces que el PIB de España va a crecer este año porcentualmente más que el de EE. UU., pero la realidad es que millones de personas se quedan desde hace meses cada día tiradas o con retrasos en el tren y centenares de miles de españoles se ven obligados a vivir en condiciones precarias por que la vivienda es un lujo inaccesible para la clase media. El mantra gubernamental es que todo es culpa del mercado y de la ultraderecha, pero la propaganda ideológica cada vez cuela menos.
La trilogía de desgracias de Sánchez es una carrera de obstáculos a los que debe hacer frente no uno detrás de otro sino todos a la vez: falta de apoyos parlamentarios, corrupción en su entorno personal e incompetencia en la gestión que lleva a la gente a una vida diaria cada vez más difícil. El epitafio de Sánchez está escrito, solo falta la frase final y la fecha.