Sánchez contra Sánchez
En los 100 días del Gobierno Sánchez III, Ábalos, exministro y sanchista de primera hora, desata la paranoia en el Grupo Mixto: el sanchismo enfrenta su propia guerra civil
Todo un exministro del gobierno de España y ex secretario de Organización del PSOE habita en el Grupo Mixto. No está acusado de nada, aún. Él había sido un sanchista de primera hora, y ahora sigue las pautas de ese Manual de Resistencia que su anterior jefe no escribió. Dice tener muchas respuestas y las va suministrando sin prisa, pero sin pausa. Se pasea por los medios de comunicación insinuando lo que está por venir. No es su trama. Él solo era un peón más. Las evidencias apuntan a otros nombres que hoy se acuestan “indignadísimos” y mañana se despertarán indignos. Ay. Esto no ha hecho más que empezar. El sanchismo entra en fase paranoica.
Pero Pedro Sánchez aguanta, de momento. A su ambición le faltó inteligencia y decencia para no rodearse de titos y koldos. En política, el miedo a la excelencia siempre se acaba pagando. Sánchez pudo contra el PSOE, pero sufrirá contra el sanchismo, ya que Ábalos es Sánchez. Tienen los mismos escrúpulos y conocen sus puntos débiles. Asistimos, pues, a un cruel combate de incierto final: Sánchez contra Sánchez. El PSOE se escinde, pero no por la defensa de unos principios a los que hace tiempo renunció. Tampoco por haber sacrificado la democracia española en el altar separatista. Es el sanchismo, es la corrupción moral, el continente del germen de la autodestrucción. De la mano de personajes como Ábalos, Puente o Armengol, uno solo se puede andar un camino de perdición.
Sánchez pudo contra el PSOE, pero sufrirá contra el sanchismo, ya que Ábalos es Sánchez
Son solo 100 días del Gobierno Sánchez III. 100 días en los que ha suplicado a los delincuentes la aprobación de su propia amnistía, ha sido aplaudido por la terrorista Hamàs y ha recibido el agradecimiento de los secuestradores hutíes, ha rendido pleitesía a Mohammed VI y ha abandonado a la Guardia Civil, ha sido claramente derrotado en Galicia, ha entregado Pamplona a Bildu y en Cataluña le aprueban los presupuestos a Esquerra, los agricultores y los ganaderos cortan desesperados las carreteras, y los ministros atacan impúdicamente a los jueces, han insultado también a Israel, Italia y Argentina, y los amiguetes colonizan todas las instituciones habidas y por haber mientras llaman a “descolonizar” los museos. Koldo, el “militante ejemplar” es solo un escándalo más.
Son solo 100 días y ya nos parecen una eternidad… en el infierno. El sanchismo es una brújula moral estropeada que conduce a todo un país hacia el precipicio. España va mal y el cambio de rumbo es imprescindible, pero el sanchismo podría sobrevivir a su propia guerra civil. La pesadilla podría no acabar aquí. El narciso acorralado es capaz de cualquier cosa. Ya ha disparado sus difamaciones contra ciudadanos anónimos e inocentes como el hermano de Ayuso. Desde lo alto de su muro esparce porquería fake para tapar su propia y pestilente realidad. Es un abusón que se disfraza de víctima.
Qué no hará Sánchez ahora que las informaciones empiezan a apuntar a los negocietes de su mujer. No lo duden. Responderá de la única manera que sabe: con una tormenta de mentiras, aumentando los decibelios de la crispación y violentando el Estado de derecho con amnistías y mutaciones constitucionales. Así, con un procés autocrático de engaños y resentimiento, taparon los independentistas sus corruptelas en Cataluña. Así tratará también de hacerlo el líder del proceso español. Ojalá los españoles podamos mandar pronto a Sánchez a la papelera de la Historia. Será entonces hora de regenerar las instituciones públicas y de revitalizar la cultura democrática en nuestro país, porque el sanchismo no solo es un problema político, es también causa y consecuencia de una degradación social.