El señor de los bulos
Sánchez buscaba victimizarse para polarizar la sociedad y desviar la atención. Era una jugada narcisista, pero no una jugada maestra. Era un plan fallido
El psicodrama sanchista fue el enésimo fraude. Fue un plagio del peronismo kichnerista. Pedro Sánchez es el “puto amo”, sí, pero no porque hable inglés, como arguye el ministro del lodo. También hablan inglés muchos de los que practican balconing en Magaluf. Es el “puto amo” de la mentira y la farsa. Es el señor de los bulos. Es un cuentista que ha conseguido engañar a muchos durante mucho tiempo. Pero el cuento ya llega a su fin. El sanchismo sufre una importante crisis de fe. Algo falla. El líder falla.
Con su misiva tuitera, él esperaba y deseaba una masiva y lacrimógena movilización a favor de su permanencia en el poder.
Sin embargo, en esto, el tardosanchismo también ha acabado pareciéndose al procesismo catalán: en sus exiguas manifestaciones ya hay más cargos que jóvenes. Las falsas promesas provocan desafección y desconexión. El recurso a las emociones y a la amenaza fascista tiene también un límite. No se puede vivir continuamente en la mentira.
Sánchez ama el poder
Lo advertimos en la columna de la semana pasada, Sánchez nunca ha pensado en abandonar. Ama el poder como a sí mismo. Todo formaba parte de un plan no demasiado elaborado y, en todo caso, peor ejecutado. Buscaba victimizarse para polarizar la sociedad y desviar la atención. Era una jugada narcisista, pero no una jugada maestra. También lo advertimos y, gracias a Dios, así resultó: el suyo era un plan fallido.
De momento, Sánchez sólo ha conseguido que la prensa internacional ponga el foco en su egocentrismo salvaje –“el rey del drama”, según The Economist– y en los negocios turbios de su esposa.
También ha logrado visibilizar el escaso aprecio que la sociedad siente por su persona. “Millones de españoles estamos esperando que se nos convoque a salir a la calle…”, le tuiteaba un falso amigo. Y se les convocó, pero salieron algunos millones menos.
La acción de ‘lovefare’
Su insana ambición le ha llevado a perpetrar una vergonzosa acción de lovefare. Ha usado a su mujer como escudo humano. Una razón más para el aplauso de Hamás. Ha usado también al Rey. Ha puesto en ridículo a ministros y socios. Y ha obligado a su claque mediática a retratarse y firmar un patético manifiesto en contra del periodismo.
Sánchez ni se fue ni está más fuerte. Se ha aferrado al fuselaje de un Falcon en caída libre, aunque está dispuesto a todo para sobrevivir.
Todo un show de cinco días para acabar mostrándose más débil y solo que nunca. Dice que vuelve más fuerte, pero miente, como siempre. Ni se fue ni está más fuerte. Se ha aferrado al fuselaje de un Falcon en caída libre, aunque está dispuesto a todo para sobrevivir.
Tras el fallido intento de imponer un extemporáneo culto al líder, se siente acorralado y eso no lo hace menos peligroso. El pasado lunes anunció una aceleración de su deriva autoritaria, pasando de la desvirtualización de las instituciones a su directa brutalizalización. Intentará una revolución desde arriba, un ataque a los pilares de la democracia y de la libertad, desde la Justicia hasta los medios de comunicación.
El control al poder judicial
La Unión Europea ya frenó su intento puigdemónico de controlar el Consejo General del Poder Judicial. Como en las leyes de desconexión separatistas, su voluntad es someter todo el poder judicial a su persona o a su coalición.
Esperemos -y de ahí también la importancia de las próximas elecciones europeas- que Bruselas vuelva a frenarlo, porque no es precisamente la Justicia el poder que necesita una democratización en España. La Justicia necesita más medios. Es el Ejecutivo el que necesita democratizarse, a saber, más transparencia y más control.
También pretende limitar la libertad de expresión. Ya lo intentó en 2020, cuando prefirió monitorizar las críticas a su gestión de la pandemia que los informes de la OMS o la UE sobre la misma.
Ahora la excusa son las fake news que, dice, atacan injustamente a su entorno. Es cierto que la desinformación es un grave problema en todas las democracias contemporáneas, pero no es menos cierto que él y sus ministros producen más bulos de los que cualquier oposición es capaz de desmentir. Además, no lo olvidemos, Sánchez gobierna gracias al apoyo de los principales beneficiarios en España de la desinformación putiniana, los separatistas catalanes.
Por qué Sánchez fracasará
La situación es preocupante, pero Sánchez fracasará. Frente a Europa y frente a la ciudadanía, está perdiendo credibilidad a raudales. La libertad y la verdad seguirán abriéndose paso en nuestro país a pesar del caudillismo de su presidente. La democracia quedará herida por el sanchismo, pero sobrevivirá y se regenerará con una alternancia en el poder.
Más pronto que tarde será evidente que el PSOE ha cometido un error fatal al dejar hacer a su “puto amo”, ya que ha demostrado que su contribución a la Transición y a la consolidación de la democracia fue una excepción en su historia, un breve paréntesis forzado, en aquel momento, por la socialdemocracia alemana. Don Narciso caerá en el charco de su propio fango, y su organización podría hundirse con él.