Sálvese quien pueda
Es muy preocupante la erosión de las reglas de la UE sobre ayudas de Estado
La nueva política industrial de la Unión Europea ya está en marcha. Buena prueba de ello es la decisión tomada por la Comisión Europea el pasado lunes de aprobar una ayuda estatal alemana de 902 millones de euros al fabricante sueco de baterías eléctricas Northvolt.
La compañía amenazaba con abandonar sus planes de abrir una fábrica de baterías en el norte de Alemania para hacerlo en Estados Unidos, donde se ofrecen ayudas muy similares desde la aprobación del paquete masivo de subsidios bautizado como Ley de Reducción de la Inflación.
Al aprobar la ayuda, la Comisión hizo uso por primera vez de un nuevo instrumento que permite a los países de la UE igualar o superar ayudas de países terceros a empresas instaladas o con planes de instalarse en Europa con el fin de evitar su marcha.
Pérdida de competitividad de la industria europea
Es una buena noticia que la Comisión Europea reaccione ante la evidente pérdida de competitividad de la industria europea y la competencia cada vez más agresiva de bloques rivales como China y Estados Unidos. No lo es tanto que lo haga a costa de la unidad del mercado interior y de los países que no se pueden permitir dopar a sus empresas y atraer inversión privada con subsidios, como España.
Desde marzo de 2022, la Comisión ha aprobado más de 751.000 millones de euros de ayudas estatales notificadas por los Estados miembros, de las cuales el 47% fueron pedidas por Alemania y el 22% por Francia. Es más, el mismo día que se aprobó la ayuda a Northvolt, la Comisión dio su visto bueno a un plan francés de 2.900 millones de euros para apoyar la producción de baterías, paneles solares y otras tecnologías verdes en su territorio. Esta preocupante erosión de las reglas comunitarias en materia de ayudas de Estado, otrora muy estrictas, da lugar a un auténtico sálvese quien pueda en el que incluso los países con más músculo fiscal tienen todas las papeletas de perder.
Es necesaria la creación de un verdadero instrumento de inversión en innovación a nivel de toda la UE
No existe, por desgracia, una estrategia europea común que permita acometer las inversiones necesarias para que nuestras empresas vuelvan a ser competitivas a nivel global. La propuesta de la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, de crear un Fondo de Soberanía financiado con deuda común para respaldar la industria europea en sectores críticos ha quedado en el olvido. Otras iniciativas menores, pero que comparten el mismo objetivo, como la Plataforma de Tecnologías Europeas para Europa (STEP por sus siglas en inglés), carecen de medios presupuestarios suficientes para ofrecer una respuesta europea a los problemas a los que nos enfrentamos.
Por ello, es necesaria la creación de un verdadero instrumento de inversión en innovación a nivel de toda la UE que permita modernizar y desarrollar la industria en los sectores más críticos para el futuro de nuestras economías y compensar el desequilibrio creado por los subsidios de los países con más poderío económico. Dicho instrumento deberá financiar proyectos con una verdadera perspectiva europea; por ejemplo, aquellos que incluyan a empresas de diferentes países en la cadena de valor y permitan afianzar la integración industrial entre países.
También deberá ser fácil de solicitar para las empresas, y en especial las pymes, que muchas veces renuncian a los fondos comunitarios por la complejidad burocrática que los caracterizan, y se deberán poder recibir en forma de créditos fiscales. Esta iniciativa se podría financiar con nuevas fuentes de recursos propios de la UE, es decir, ingresos asignados directamente al presupuesto comunitario como actualmente lo son los derechos de aduana. Pero para ello será necesario el acuerdo unánime de los 27.
Una política de sálvese quien pueda no nos llevará a ninguna parte
Sería inocente pensar, sin embargo, que la competitividad de la industria europea depende únicamente de la disponibilidad de financiación pública. Los elevados precios de la energía en Europa y la fragmentación legal del mercado interior son otros motivos de peso por los cuales las empresas se marchan de Europa o dejan de invertir aquí. También es problemática la falta de inversión privada en i+D, muy superior en EE. UU y China, o las dificultades que tienen las empresas para financiarse en los mercados de capitales europeos, mucho más pequeños y fragmentados que los estadounidenses.
En definitiva, el resurgimiento de la política industrial en la Unión Europea deberá pasar necesariamente por más integración de nuestro mercado interior, más cooperación industrial, más movilidad de los trabajadores y del capital. Una política de sálvese quien pueda no nos llevará a ninguna parte.