Salvador Illa se convierte en un enemigo capaz contra el ‘procés’

El constitucionalismo se conjura para intentar darle la vuelta al marcador electoral el 14F y evitar que se repitan los bloques

Las maquinarias políticas se ponen a funcionar de cara a las elecciones catalanas del día de los enamorados. Si la pandemia lo permite.

Ya sería muy llamativo que este Govern independentista, vendedor de una forma de gestionar superior a la media del planeta, no pudiera tirar adelante la organización de unas elecciones como han hecho otros gobiernos, tipo el estadounidense o, en versión local, el gallego o el vasco.

La fecha de las elecciones no es tan importante como las estrategias de cada partido para construir relato político. Y así, el penúltimo día del año se convirtió en el que se descubrió la apuesta socialista por Salvador Illa, la posible marcha de Miquel Iceta a un ministerio y la fuga de Lorena Roldán de Ciutadans al Partido Popular.

El techo electoral de Iceta

La opción de Illa flotaba por la sede del PSC desde el mes de septiembre. En el mes de junio ya algunas voces habían mencionado su nombre en voz alta. La propuesta siempre tuvo un recorrido corto debido a la velocidad que tomo la pandemia con la llegada del otoño.

¿Qué ha cambiado desde el pasado mes de septiembre? La llegada de la vacuna ha dado la oportunidad de dibujar un punto y aparte. Eso y el convencimiento en el PSC, pero también en el PSOE, de que era necesario un cambio en la propuesta electoral. Todo el mundo tenía claro el techo de Iceta. Hasta el propio político.

Por otro lado, todo el caudal de credibilidad que ha ido acumulando la figura de Salvador Illa podía desaparecer una vez llegada la vacuna. Había posibilidades de ir a peor en la gestión sanitaria porque nadie asegura, algunos índices económicos son más positivos, que la próxima primavera, o para ser más exactos, el próximo el verano todo esté normalizado.

El caudal de credibilidad que ha ido acumulando la figura de Salvador Illa podía desaparecer una vez llegada la vacuna

Sin embargo, las características electorales de Cataluña no han cambiado. Todo sigue igual en lo profundo. El momento reúne unos condicionantes para los que la credibilidad de Illa podría ir muy bien. El independentismo está resituándose. Nada es como en diciembre de 2017. No significa que haya un número inferior de independentistas, sino que el movimiento está menos movilizado y replanteando estrategias.

Exactamente igual que el denominado constitucionalismo. La unidad de octubre de 2017 también se ha transformado. Rajoy es el pasado y Sánchez e Iglesias son los gobernantes. Como si las piezas del pesebre se hubieran movido de lugar, aunque fueran las mismas.

Y ahí entra Illa. Aseguran en la sede del PSC que nadie sabía que el miércoles se iba a conocer tal noticia. Estaba hablado entre el presidente Sánchez e Iceta, pero no decidido. Ni el propio Illa lo sabía. Ha sido en cuestión de horas. Como la posibilidad ministerial de Miquel Iceta, aunque ayer asegurara a quien se lo preguntaba que no tenía ni idea sobre cuál iba a ser su futuro político.

Illa ha demostrado ser un hombre con temple en un momento político donde la sobriedad declarativa rezuma ausencia. Se convirtió en el hombre fuerte de la organización de los socialistas catalanes para fusionar familias políticas, muy revueltas tras el congreso donde salió elegido Pere Navarro. Estuvo en la mesa negociadora con la Generalitat por su sentido práctico. Así llegó al ministerio más vacío de competencias para alinear los astros independentistas con el Gobierno. Y así acabó como ministro de la pandemia capaz de aguantar embestidas con esa parsimonia suya tan valorada, incluido un cierre de ojos que le hace aparentar mayor tranquilidad.

Salvador Illa es la apuesta de Pedro Sánchez y Miquel Iceta a serenar ánimos. Su talón de Aquiles se llama “indultos”. El votante que quiere recuperar el socialismo catalán y que convirtió en primera fuerza en el Parlament a Ciutadans, no está dispuesto a oír hablar de indultos. Y ahí, el estado de opinión no es el mismo. El ciudadano no supo qué pensar ante un virus matador. Fue observador de la cuestión. Pero ante un indulto, la cosa es diferente. El estado de opinión ya está construido.

Lorena Roldán y su fuga hacia el PPC

Y mientras todo eso ocurre, la fuerza más votada en las últimas elecciones catalanes pierde a la que fue elegida para ser candidata, Lorena Roldán, que se presentará, al final, en las listas del PP catalán. Nada tiene que ver un tema con el otro. Sin embargo, sí existe un nexo de conexión: el convencimiento por parte de las fuerzas, diríamos constitucionalistas, que algo debían hacer para no repetir bloques.

Sin embargo, sí existe un nexo de conexión: el convencimiento por parte de las fuerzas, diríamos constitucionalistas, que algo debían hacer para no repetir bloques

El caso de Roldán es paradigmático. Pasó de estar presente en la famosa Vía por la independencia en 2013, a ser la sustituta de Inés Arrimadas y liderar la formación con mayor número de diputados en el Parlament, a decidir abandonar ese barco y ser acogida por el PP de Alejandro Fernández.

La diputada ya estaba apartada de la política diaria catalana y había pasado a formar parte de la realidad de la formación naranja en el Senado. Para Carlos Carrizosa no aparenta ser una pérdida muy grave. Sin embargo, para los populares sí se trata de reforzar un proyecto que, entre sus objetivos, está quedarse con el votante que observó el acercamiento de C´s al Gobierno de Pedro Sánchez como un gravísimo error estratégico.

Todos los movimientos están dirigidos a darle la vuelta al marcador electoral del próximo 14 de febrero. Las evidencias indicaban que sus electorados estaban desmotivados. Pero este movimiento posible, aunque guardado en silencio, dibuja una fotografía interesante y preocupante para el mundo independentista. Cuanto mayor sea la crítica contra Illa, más claramente se evidenciarán los nervios en la bancada que representa el recuerdo del 1 de octubre. Palomitas.

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