Religio Athletae
En este caso, cuenta con la colaboración indispensable –hablamos de las Olimpiadas- de Pierre de Coubertin. La cuestión: ¿qué dijo el barón que les guía?
Después de contemplar la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024 –grandeur a la francesa, paz, amor, solidaridad, diversidad, inclusión, escenografía a veces grotesca y que no falte el toque woke para así obtener el certificado oficial de acontecimiento progresista internacional: quieren superar el cliché, pero se instalan en el cliché-, llegué a la conclusión que el deporte –con la inapreciable ayuda de quienes lo impulsan y quienes lo promocionan- sigue siendo lo que siempre ha sido. Un Valium ideológico que tranquiliza la conciencia y relaja la musculatura.
En este caso, cuenta con la colaboración indispensable –hablamos de las Olimpiadas- de Pierre de Coubertin. La cuestión: ¿qué dijo el barón que les guía?
Lo que dijo Pierre Coubertin
Así se expresa el Comité Internacional Pierre de Coubertin (Jean Durry, El verdadero Pierre de Coubertin, 2018).
Para Pierre de Coubertin, el deporte abre la puerta a la educación para la libertad, la paz y la democracia. Y algo más, porque el pedagogo quiere fortalecer los cuerpos y el carácter de la juventud débil e introvertida, ampliar su visión y comprensión sin distinción de nacimiento casta, fortuna, posesión profesión. Un Pierre de Coubertin que, con el restablecimiento de los Juegos Olímpicos, expresa una nueva forma de revolucionar la educación: “Nosotros somos rebeldes”, asegura. Una rebeldía que abre el futuro con una frescura de espíritu no atenuada, “indomable”, con “coraje” y “tenaz esperanza”. Mensaje: un mundo mejor es posible a través del deporte.
Así se expresa una especialista en el tema como María Teresa Martínez–Gorroño (Los valores olímpicos en la reforma de la educación escolar propuesta por Pierre de Coubertin (1889-1937). Una educación para la paz, la libertad y la democracia, 2019).
El barón buscaba una escuela que proporcionara respuestas de orientación pacifista a los problemas de la sociedad de su tiempo y a la dirección beligerante que se estaba confiriendo a la Educación Física escolar. El barón temía el creciente resurgimiento del nacionalismo, el impulso al vigor de las razas, el papel patriótico que se quería imponer a los hombres como significado del deber de la masculinidad. El barón predicaba una alternativa que brindara una educación liberadora, pacífica y democrática, que diera respuesta a las necesidades de las personas, no a los intereses de los poderes fácticos de aquellos momentos.
El higienista Pierre de Coubertin
Así las cosas, nuestro personaje sería el representante por excelencia del denominado higienismo. Es decir, el deporte entendido como una manera de conseguir una educación democrática, la superación individual, la mejora moral y corporal, la paz, la solidaridad, la fraternidad entre los hombres y los pueblos. Un deporte que prepararía una humanidad más valiente, más fuerte y por tanto más escrupulosa y generosa. El deporte –diríamos ahora- al servicio del autodenominado progresista.
Lo que también dijo Pierre Coubertin y no se divulga
En eso que el periodista francés Aymeric Mantoux publica un libro, titulado Pierre Coubertin, l´homme qui n´inventa pas les Jeux Olimpiques (2024), en que advierte que la aristocracia ambiciosa que inventó el Comité Internacional Olímpico –sus grandes beneficios recibieron y quizá reciben todavía- usurpó en buena parte la leyenda de un visionario que era un misógino, un machista, un xenófobo, un colonialista, un lobista y un clasista que, por si fuera poco, habría sido el cómplice de Adolf Hitler en la celebración de los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín.
Ya ocho antes de la publicación del libro del periodista francés, el periodista Ángel Cruz recopiló una serie de textos que mostraban el machismo de Pierre de Coubertin. Algunos ejemplos: “las mujeres sólo tienen una labor en el deporte: coronar a los campeones con guirnaldas”; “el deporte femenino no es práctico, ni interesante, ni estético, además de incorrecto”; “estimamos que los Juegos deben estar reservados a los hombres. ¿Es posible aceptar que las mujeres participen en todas las pruebas? No. Entonces ¿por qué autorizarlas a hacerlo en algunas y prohibirlas en otras?” (Pierre de Coubertin: ¿Era un machista?, 10/1/2016).
Tres meses antes de la publicación del libro del periodista francés, el periodista Xavier G. Luque advirtió igualmente, que Pierre de Coubertin era partidario de “regenerar la raza francesa” y de “disciplinar a los indígenas” al tiempo que afirmaba que “la raza blanca es en esencia superior, a la que las otras deben lealtad” y se preguntaba “¿qué interés tendría una pequeña olimpiada femenina al lado de la gran olimpiada masculina? Nada práctica, sin interés, nada estética y aún más: incorrecta… En nuestra concepción, debemos seguir buscando la exaltación solemne y periódica del atletismo masculino… con el aplauso femenino como premio” (Coubertin, un personaje con aristas, 16/2/2024).
El disciplinarista Pierre de Coubertin
Así las cosas, nuestro personaje sería el representante por excelencia del denominado disciplinarismo. El deporte como aparato ideológico del Estado. El deporte como artefacto cuya misión sería la de disciplinar la sociedad. Por partida doble: en primer lugar, para adormecer/distraer al ciudadano de ciertas preocupaciones; en segundo lugar, para atraer al ciudadano hacía ciertas cuestiones. El deporte –diríamos ahora- al servicio de un autodenominado progresismo en cuyo programa aparecen, el feminismo, el multiculturalismo, la solidaridad, el amor o la paz.
La paz, el amor, la solidaridad, la diversidad y la inclusión son un excelente sedante. Aunque, también es cierto que, en política, con frecuencia, se puede pasar de la calma a la ansiedad
El Valium ideológico
La inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024 es un ejemplo de Valium ideológico que tiene como misión –más allá o más acá del deporte, pero siempre con el deporte como excusa o guía– la colonización de la conciencia ciudadana. Eso e inyectar euforia a una Francia que la necesita.
En el caso que nos ocupa, como decíamos al inicio de estas líneas, el Valium deportivo ha tranquilizado la conciencia y relajado la musculatura del soi-disant progresismo. La paz, el amor, la solidaridad, la diversidad y la inclusión son un excelente sedante. Aunque, también es cierto que, en política, con frecuencia, se puede pasar de la calma a la ansiedad.
Y algo más, porque el deporte suele cumplir una función simbólica al brindar un espacio en donde, de forma metafórica, quedan reflejadas y reguladas las necesidades o fantasías de una sociedad determinada en una época determinada. De ahí, el culto al deporte y a determinados deportistas.
Pierre de Coubertin, de nuevo
En el año 1935, antes de la Olimpiada de Berlín, presidida por –según parece- su amigo Adolf Hitler, Pierre de Coubertin escribió lo siguiente en el artículo, publicado en Le Sport Suisse, Les Assises philosophiques de l´Olympisme moderne: “La primera característica del olimpismo antiguo y también del moderno es la der ser una religión: Religio Athletae”. Probablemente, tenga razón.