Hay alguien ahí para recoger los restos del PSOE 

La deriva populista, demagógica e iliberal del PSOE ha hecho que la socialdemocracia brille ya por su ausencia en España

Malos tiempos para la socialdemocracia en Europa. El socialismo italiano desapareció hace unas cuantas décadas. Los socialismos austriaco, francés y griego están recorriendo ya el camino que conduce a la insignificancia. Los socialismos nórdicos –Suecia, Noruega, Finlandia o Dinamarca- se han transformado en una suerte de regímenes paraliberales de distribución eficiente de la riqueza. Finalmente, el socialismo portugués está de capa caída, el británico gana terreno gracias al desastre de los conservadores y el alemán resiste como puede pactando con unos y otros.  

Por lo demás, la Internacional Socialista que hoy preside Pedro Sánchez es una caricatura de la veterana Segunda Internacional fundada en 1889 y refundada en 1923 y 1951. De hecho, existen un par de Internacionales: la Internacional Socialista que preside Pedro Sánchez y la Progressive Alliance presidida por el socialdemócrata alemán Sigmar Gabriel. Ambas se consideran auténticas. En la primera, sobresalen los países del Tercer Mundo y en la segunda predomina la socialdemocracia más o menos clásica encabezada por Alemania. Vale decir que la ruptura entre una y otra (2012) tiene que ver con las irregularidades de algunas filiales iberoamericanas que siguen en la Internacional dirigida por Pedro Sánchez.       

Marea populista y máquina de fango  

La deriva populista, demagógica e iliberal del PSOE ha hecho que la socialdemocracia brille ya por su ausencia en España.  

El declive del socialismo español empieza con un José Luis Rodríguez Zapatero que apuesta por el populismo, por una ideología gaseosa, por una manera de entender la política que apela a los sentimientos y los deseos del “pueblo”, por un imperialismo doctrinal, por una ingeniería social deliberada, por una corrección progresista excluyente, por una política que usa y abusa del marketing, por una dinámica frentista que estigmatiza toda oposición. Y por una pésima política económica que casi conduce  España a la intervención europea. Al respecto, José Luis Rodríguez Zapatero es el perfecto ejemplo de la máxima que afirma que la derecha crea riqueza y la izquierda la malgasta.  

Por su parte, Pedro Sánchez –populismo, engaños, psicodrama y cortinas de humo- completa el trabajo de José Luis Rodríguez Zapatero con una marea populista  y una máquina de fango que debilita la democracia resquebrajando la separación de poderes, que rinde el Estado –indulto, amnistía o reforma del Código Penal a la carta– ante quienes desearían liquidarlo, que coquetea con la idea de proceso deconstituyente, que da lecciones al mundo, que deteriora los consensos internacionales en beneficio propio, que genera polémicas de laboratorio, que es incapaz de elaborar los Presupuestos, que enmascara la tasa de desocupación vía fijo discontinuo, que calcula el crecimiento recurriendo a la contabilidad recreativa, que endeuda al Estado, que levanta un Muro ante la derecha. No es un gobierno, es una pesadilla.   

Un Pedro Sánchez que vende la idea de la izquierda buena frente a la derecha mala, de la izquierda benefactora frente a la derecha maléfica. Una izquierda engreída e imprudente que causa más problemas de los que resuelve. Un Pedro Sánchez arrogante –no contesta las preguntas en la sesión de control– que afirma, en sede parlamentaria, que “van listos” quienes le critican. Y no solo eso, sino que se atreve a ordenar –el micrófono le delata- a la presidenta del Congreso que retire la palabra al líder de la oposición para luego afirmar que él no ha dicho nada. De libro, el ejecutivo ordena al legislativo. A eso se llama autocracia.   

De socialismo a socialismo hasta el liberalismo final  

La historia del socialismo es la historia de su fracaso. De ahí, que, por ejemplo, a lo largo de su historia reciente, el socialismo –Eric Hobsbawm, John E. Roemer, Anthony Giddens, Oskar Lafontaine, Peter Glotz,  el Programa 2000 del PSOE y un largo etcétera-  se ha refundado y redefinido varias veces. Que si un partido de masas, que si el énfasis en la igualdad, que si la ética igualitarista, que si la protección de los débiles, que si la regulación de la economía, que si la estructuración del Estado social, que si el neointervencionismo, que si la ampliación de los derechos sociales y civiles y un suma y sigue que no ha llegado a ninguna parte.  

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa

Lo cierto es que el socialismo ha abrazado la democracia formal y la economía de mercado. Lo cierto es también el descrédito de la ideología marxista y socialista. Lo cierto es que no existe un  socialismo factible y realista que renuncie a la magia y la utopía que nunca llegará. El socialismo, ¿qué es el socialismo? 

La nueva socialdemocracia española  

Y en eso que Guillermo del Valle (La izquierda traicionada, 2023), fundador del partido Izquierda Española y del think tank El Jacobino, sale a escena –se presenta a los comicios europeos- con un programa que se propone recuperar la socialdemocracia en España. Un programa que tiene una “misión” –un sistema “eminentemente social, justo, igualitario y participativo”– y una “visión” –una sociedad “basada en la justicia social y la legalidad”- que ofrecer a la ciudadanía.   

Izquierda Española, en el documento 30 puntos para una izquierda jacobina brinda una propuesta de máximos de lo que podría ser la nueva socialdemocracia española. Por ejemplo: pleno empleo, derechos laborales, industrialización, innovación e investigación, intervención estatal para eliminar la arbitrariedad del Estado, sistema público de educación, salud y pensiones, parque de vivienda pública, sistema tributario nacional, impuesto de sucesiones, donaciones y patrimonio, no al pacto fiscal territorial y a los cupos así como a las deslocalizaciones empresariales y de capital, defensa de la integridad territorial de España y de la lengua común española.  

A lo que hay que añadir una política que fomente la igualdad de sexos, un modelo energético sostenible, los derechos digitales de los ciudadanos y una inmigración segura y ordenada. 

Nuestros jacobinos socialdemócratas –con algún tic marxista- son lo que son y por ello apuestan por la intervención del Estado, por los impuestos de sucesiones y de patrimonio al tiempo que rechazan la deslocalización empresarial y del capital. Lo extraño sería que unos socialdemócratas propusieran lo contrario.  

Hay un par de asuntos en que coinciden la socialdemocracia –no el PSOE de Pedro Sánchez– y la derecha liberal españolas: el no rotundo a los movimientos populistas e identitarios. También, la vuelta a los consensos de la Transición.   

Cual humo de pajas 

¿Cuál es el futuro del PSOE? ¿Cuál es el futuro de Izquierda Española? ¿Recogerá algunos de los restos de ese PSOE que (des)gobierna España y que, a la manera del socialismo francés,  cual humo de pajas, se eclipsa? ¿Quizá un partido bisagra? ¿Se refundará o redefinirá el PSOE tan maltratado por Pedro Sánchez?  

Un comentario en “Hay alguien ahí para recoger los restos del PSOE 

  1. Pues para estar de capa caída el Partido Socialista bajo la dirección de Sánchez y sus políticas populistas, pues parece que le va bien al país, el empleo crece como nunca, más de 21 millones de trabajadores en activo, la economía no se está resintiendo como las economías europeas de nuestro entorno, la paz social así lo confirma, vamos la paz social menos las abruptas manifestaciones organizadas por esa derecha sin rumbo que dirige, o no, un tal Feijóo, manifestaciones a las que acude cada vez menos feligreses, debe de ser que ya se están hartando de ver que no sirven para nada.