Recaudando que es gerundio
El gran esfuerzo fiscal que está realizando España recae directamente sobre los salarios de las familias, veremos hasta cuándo están dispuestas a ello
La economía española terminó el año 2023 con un déficit público de 53.556 millones de euros, lo que supone el 3,66% del Producto Interior Bruto (PIB), una mejora respecto al 4,7% del año anterior, pero todavía lejos del 3% exigido por las reglas fiscales de la Comisión Europea.
En rueda de prensa, la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se vanagloriaba de cómo la mejora del saldo fiscal “se ha conseguido sin aplicar recorte alguno en los servicios públicos, sino todo lo contrario”. Por “todo lo contrario” se refiere a aumentar la recaudación fiscal.
Si vamos al detalle, de este 3,66% de déficit sobre el PIB, un 2’11% corresponde a la administración central; un 0’91% a las comunidades autónomas (medio punto de PIB por encima del objetivo asignado, del 0,3%), un 0’56% a la Seguridad Social, mientras que los ayuntamientos sufrieron un déficit del 0’09% del PIB (frente al superávit previsto del 0’1%).
Si desagregamos las fuentes de recaudación, los ingresos por el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) crecieron un 9,9%, hasta un récord de 120.280 millones. De media, cada contribuyente pagó de IRPF 4.050 euros, un dato nunca antes registrado. El IRPF aportó por sí solo el 44’5% del conjunto de la recaudación, según los últimos datos de la Agencia Tributaria. Le siguen el IVA (31’8%), Sociedades (11’8%) y los impuestos especiales (7’5%).
Además, la propia titular de Hacienda reconoce que un tercio del incremento de los ingresos fiscales se debe a la inflación, lo que supone unos 3.200 millones. Los socialistas se han negado en redondo a deflactar el tramo estatal del IRPF desde que empezó la tormenta inflacionista en el año 2021.
La inflación incrementa la factura fiscal de los contribuyentes sin que haya que subir los tipos impositivos. Ante aumentos nominales de la renta, los contribuyentes se ven empujados a tramos superiores de la escala de tipos aplicados en el impuesto, por lo que aumenta la carga fiscal sin que la capacidad económica haya aumentado.
El Gobierno Central, a diferencia de los gobiernos de Madrid, Andalucía, Galicia y Murcia, y las Haciendas forales vascas y navarras, no ha indexado las tarifas del tramo central del IRPF a la inflación. Es decir, estamos ante una subida de impuestos encubierta que ha proporcionado suculentos ingresos para Hacienda desde la pandemia.
«A falta de unos presupuestos que se atrevan a reducir enérgicamente el gasto público, el Gobierno fía la reducción del déficit al aumento de la recaudación»
España parece estar avanzando hacia la consolidación fiscal por la vía del aumento de los impuestos, especialmente de los impuestos al trabajo, en lugar de recortar el gasto público. Ante esta decisión, conviene recordar las investigaciones del economista italiano Alberto Alesina, fallecido hace tres años. Según sus trabajos, los países que confían mayormente en las subidas de impuestos no suelen equilibrar sus presupuestos ni reducir el peso de la deuda de forma sustancial.
Los efectos contractivos de los recortes suelen haberse despejado al cabo de dos años y con toda seguridad al cabo de tres; en cambio, los efectos contractivos de las subidas de impuestos no desaparecen —ni se aminoran— al cabo de cuatro años. Esto es así porque las subidas impositivas generan pérdidas irrecuperables de eficiencia desde el lado de la oferta: más impuestos al trabajo es menor oferta de trabajo y más impuestos al capital es menor oferta de capital.
En tres años, España ha recortado la brecha en la recaudación fiscal sobre el PIB a la mitad, pasando a ser de 2,9 puntos del PIB y de 3,6 puntos respecto a la eurozona. Quienes han pagado buena parte de esta factura son las familias. El aumento del peso del IRPF sobre el total de ingresos es el segundo más alto de la Eurozona, solo por detrás de Malta, que lo ha aumentado en 1,5 puntos.
En definitiva, a falta de unos presupuestos que se atrevan a reducir enérgicamente el gasto público, el Gobierno fía la reducción del déficit al aumento de la recaudación —en parte gracias a la inflación. El gran esfuerzo fiscal que está realizando España recae directamente sobre los salarios de las familias y veremos hasta cuándo están dispuestas a ello.