Quo vadis Sánchez?

Si la ley de amnistía se ha considerado de constitucionalidad dudosa, las recientes concesiones a Junts entran en contradicción flagrante con la vigente ley constitucional

Supongo que soy uno de tantos ciudadanos que tuvo que escuchar dos veces la noticia, para llegar a creer el precio que había pagado el Presidente del Gobierno a fin de conseguir que los diputados de Junts no votaran. Repito: QUE NO VOTARAN. Ni siquiera abstención. Para dejar claro que la cosa no iba con ellos.

Gracias a eso, de los tres decretos que andaban en danza, se aprobaron dos. El tercero no decayó por culpa de Junts, que siguió haciendo novillos, sino por la oposición de Podemos. Otro aspecto del psicodrama en que se está convirtiendo el actual Ejecutivo. Búsquense Vds. un asiento cómodo y cómprense, si les apetece, palomitas, porque el espectáculo que van a representar los navajazos a infligirse entre la Sonrisa del Régimen y sus antiguas amigas, será para no perdérselos.

¿A qué viene el título de este artículo, que suena a peplum de 1950? Refleja una profunda duda que me ha asaltado: si recién comenzada la legislatura, Sánchez está dispuesto a ceder una competencia exclusiva del Estado, el control de la inmigración, a cambio de sacar adelante dos decretos, me pregunto qué quedará del marco legal fundamental dentro de cuatro años, simplemente manteniendo el ritmo. Ahora, de momento, Junts hace una lectura maximalista de lo que significa el acuerdo sobre inmigración; que Sánchez niega. Y empiezan, con amenazas más o menos veladas, a reclamar el referéndum.

Analicemos con algo de cuidado la cuestión. Debido a una muy particular ley electoral, que sobredimensiona la representación de los partidos de implantación no nacional, tanto PSOE como PP han estado haciendo «regalos» a los gobiernos catalán y vasco durante cuarenta años, en busca de sus favores en las Cortes generales.

MADRID, 11/01/2024.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en la clausura el foro de inversión "Spain Investors Day", este jueves en un céntrico hotel de Madrid. EFE/ J.P.Gandul
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/ J.P.Gandul

Es importante que, en este momento de total confusión, el señor Feijóo asuma la también responsabilidad histórica de su partido en ese ámbito. Podría pues decirse que lo de ayer es más de lo mismo. Pues no. Ni siquiera es más de lo mismo con respecto a la concesión de la ley de amnistía. Hasta ahora las cesiones se han hecho negociando con partidos que estaban gobernando.

Ahora se hacen con uno, Junts, que no sólo pretende hablar en nombre de una ciudadanía catalana que, en realidad, lo ha votado marginalmente, sino que suplanta formalmente al que, guste o no, es el gobierno legítimo de la Generalitat de Catalunya. Y de paso menosprecia la cámara catalana, cuyos diputados votaron mayoritariamente, no hace mucho, contra la transferencia del control de la inmigración. Una cuestión, además, sobre la que dicho partido tiene posturas que voy a dejar en equívocas. Y eso lo hace el gobierno más progresista que ha existido; poco menos desde que Tubal pisó nuestro suelo.

Pues voy a hacer algo que no había hecho nunca. Voy a romper una lanza a favor de Puigdemont y los suyos. Hay una frase popular que dice, más o menos, que mientras haya burros, iremos a caballo. El fugado ha jugado fuerte y ha ganado. Lo de sancionar a las empresas que no volvieran a Cataluña, era demasiado demencial para obtenerlo. Fuegos de artificio. Había cosas más sustanciosas a conseguir. Cosas que tienen que ver con lo que Pujol, hace ya décadas, llamaba «estructuras de Estado».

Si recién comenzada la legislatura, Sánchez está dispuesto a ceder una competencia exclusiva del Estado, me pregunto qué quedará del marco legal fundamental dentro de cuatro años

En definitiva, ante el fracaso de la vía insurreccional ensayada en 2017, se trata de ir soltando amarras paulatinamente. O no tan paulatinamente, mientras haya en la Moncloa un presidente capaz de cualquier chalaneo con tal de colmar su egolatría y su ansia de poder, que comienzan a entrar en un terreno preocupante. En definitiva, no es Puigdemont el que está engañando. Su baza es muy clara: volver triunfalmente con un buen bagaje de concesiones arrancadas al «estado opresor». Y todo apunta a que lo va a hacer.

Y ya que entro en el terreno de la culpabilidad, hablemos también del papel, tan poco gallardo, que están jugando los señores diputados socialistas. Ya no hablo de los ministros de ambos partidos representados en el gobierno. A esos, al menos los del PSOE, se les ha nombrado por incondicionales.

Vamos a ver. El llamamiento de Feijóo a la desobediencia, a votar en contra de la investidura de Sánchez, me pareció una patochada. El que resultó investido, era el candidato. Su investidura era parte del programa electoral que había votado una parte importante de la ciudadanía. Otra cuestión es todo lo que luego se ha ido colando, que no estaba en dicho programa electoral, pero que cada vez estoy más seguro que era, dentro de él, el convidado de piedra; conocido solo por los iniciados.

Me remito a lo dicho por Santos Cerdán, según el cual los tanteos con Puigdemont habrían comenzado en marzo. Pues bien, puesto a soltar latinajos, les digo a esas señorías: Quousque tandem? ¿Hasta cuando van a hacer mofa y befa del contrato implícito que tienen con sus electores, que se llama programa? Porque no se trata de nimiedades las cesiones que se están haciendo.

Se trata de hacer desaparecer lo que queda de la presencia del Estado en Cataluña, profundizando en una desigualdad que no sólo va contra la tradición progresista del PSOE, sino contra los principios básicos del constitucionalismo. Veamos sino el reconocimiento de los «derechos históricos de Cataluña en materia de régimen local».

Esto podría atentar contra la división provincial y las correspondientes diputaciones (Título VIII de la Constitución). Pero es que, además, la presente ley fundamental no reconoce otros derechos históricos que los de los territorios forales (Disposición adicional primera), que son las provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, que constituyen la Comunidad Autónoma Vasca, y la de Navarra, articulada en la Comunidad Foral de idéntico nombre.

En definitiva, si la ley de amnistía se ha considerado de constitucionalidad dudosa, las recientes concesiones a Junts (que no a Cataluña, ya que su gobierno no ha intervenido en la negociación; lo remarco), entran en contradicción flagrante con la vigente ley constitucional. Por supuesto, Sánchez está dispuesto a hacer aprobar todas las leyes orgánicas que hagan falta. La cosa no va pues sólo de transferencias. Señores diputados socialistas, aunque hay quien lo considera un catalanismo, les digo: háganselo mirar.