Puigdemont se ríe de todos porque Sánchez se lo permite

Muy pocos creen a estas alturas que Pedro Sánchez no se atreverá a permitir un referéndum de independencia en Cataluña

Es obsceno el precio que está pagando la sociedad española por creer que tiene la suerte de contar con un Gobierno progresista”. Quienes no han votado al PSOE ni a ninguno de los partidos políticos que mantienen a Pedro Sánchez en la Moncloa (la mitad del país) no ven el día en que los “sanchistas” pasen a la oposición.

Mientras tanto no les queda otra que seguir contemplando impotentes el deterioro del Estado de derecho y de muchas instituciones públicas secuestradas para ser puestas al servicio de este Gobierno. La lista es larga y de sobra conocida: El CIS, CNI, Correos, Tribunal Constitucional, Fiscalía del Estado, RTVE, Agencia Efe…  

El expresidente de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont. Foto: David Zorrakino / Europa Press

Pero, por el contrario, quienes han votado a cualquiera de las formaciones que apoyan la continuidad de Pedro Sánchez no solo no sienten la más mínima preocupación por este desmoronamiento institucional, sino que lo aplauden. Porque les une precisamente el mismo objetivo: acabar con el modelo de país saltándose las reglas de juego que nos dimos los españoles con la Constitución de 1978. 

El Presidente del Gobierno dirá lo contrario, pero los hechos y la hemeroteca son obstinados y acaban demostrando que ninguno de sus socios podría hacer lo que hace sin la participación activa y decidida del líder socialista. Ese es el compromiso que adquirió Pedro Sánchez cuando configuró su “Frankenstein” tras la moción de censura contra Mariano Rajoy. Porque la moción no se fraguó, como se dijo falazmente, para acabar con la corrupción, repetida y aumentada estos últimos años.

Esa fue una simple excusa. El objetivo era finiquitar la España de 1978 y su andamiaje institucional. Unos y otros, nacionalistas, independentistas y comunistas se unieron con la idea común de poner fin a la España que conocemos para dar paso a otra que satisfaga unos intereses particulares que se resumen en uno solo: ocupar el poder y perpetuarse en él, cada uno en el suyo, a costa de utilizar, con impunidad y descaro antidemocráticos, los medios del Estado. 

Solo así se entiende el último despropósito de este Gobierno, responsable del sainete organizado por Carles Puigdemont y su “troupe” para aparecer en Barcelona, soltar un discurso y desaparecer de nuevo como si tal cosa. Si este teatrillo vergonzoso ha sido permitido por el Gobierno de la nación, se deberá entender entonces como parte del pago de los siete votos que Junts concede a Sánchez para que siga simulando que gobierna.

El permiso de Sánchez

De ser así, esto nos convierte más en una república bananera que en un país miembro de la UE. Si por el contrario la nueva huida del prófugo se debe a la falta de profesionalidad policial y a la connivencia de agentes de los Mossos con Puigdemont, no se explicaría la continuidad en el cargo del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska. 

Pero Marlaska no dimitirá ni será cesado. Sencillamente porque él no es el responsable directo de lo sucedido. De las dos posibilidades citadas, la primera es la que tiene más números de ser cierta. Si Puigdemont ha huido y se ha reído de todos a la cara es porque, una vez más, Pedro Sánchez se lo ha permitido. Los siete votos de Junts son el salvoconducto que tiene el “prófugo” para seguir haciendo lo que le da la gana.

Puigdemont tiene la llave de la “gobernabilidad” de España porque Pedro Sánchez ha decidido dársela para seguir un tiempo más en la Moncloa. Gobernar es otra cosa. Lo que hace Sánchez es ir salvando los obstáculos que le pone el independentismo catalán por el camino. 

«Si este teatrillo vergonzoso ha sido permitido por el Gobierno de la nación, se deberá entender entonces como parte del pago de los siete votos que Junts concede a Sánchez»

Y como el listón lo van colocando cada vez más alto, el presidente necesita más “muertos” políticos e institucionales que ir colocando debajo para subirse en ellos y saltar así hacia el siguiente reto. No importa el número de cadáveres que haya que amontonar, el concierto económico catalán le proporcionará ahora unos cuantos.

Todos sirven a la causa, la suya. La de un Sánchez dispuesto a todo, incluso a entregar la credibilidad y el respeto que se merece un país como España al que ha ridiculizado internacionalmente con el esperpento organizado por Puigdemont en su particular “tocata y fuga”. 

Muy pocos creen a estas alturas que Pedro Sánchez no se atreverá a permitir un referéndum de independencia en Cataluña. La mayoría tiene asumido que si se lo piden, incluso lo organizará. 

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