El socialismo vasco, aún más nacionalista

Un nuevo acuerdo entre el PSOE y el PNV supondrá ver cómo un partido que se dice socialista es cada vez más nacionalista, cada vez más identitario y ajeno a la idea de que Euskadi es una parte de España

La izquierda tradicional en España, tal y como la hemos conocido hasta finales del siglo XX, ha muerto en algunas zonas de nuestro país. En concreto en Euskadi y Cataluña. Ha sido absorbida ideológicamente por el nacionalismo de tal manera que ya es difícil, casi imposible, distinguir a una del otro. Existe, es verdad, una parte de la izquierda que se resiste, pero su papel es ya residual.

En esas comunidades, donde el soberanismo es dominante, hubo en otra época movimientos socialistas de amplio respaldo que representaban a quienes tenían una idea de España que no era ni discutida ni discutible. El PSOE recogía y resumía en sus siglas las aspiraciones de una mayoría formada en muchos casos por amplias capas de inmigrantes que nada tenían que ver con localismos de ninguna clase. Ni siquiera idiomáticos.

También el socialismo del PSOE se ha quedado moribundo en Galicia, y aunque el error estratégico responde en gran medida a lo que puede suceder en el País Vasco y Cataluña, las razones sociológicas son otras distintas a las que vamos a comprobar tras las elecciones vascas y catalanas.

La pelea por el voto identitario

Por lo que respecta a Euskadi, los comicios del próximo 21-A se han convertido en una pelea por el voto identitario en el que los socialistas luchan con el mismo tesón que el PNV y EH-Bildu. Los de Eneko Andueza se han metido con tanta intensidad en la melé del soberanismo que han llegado a decir, como ya acuñara Sabino Arana hace más de un siglo, que solo el euskera es la lengua propia de los vascos. Como si el castellano, que es lo que se habla mayoritariamente en Euskadi, no fuera igualmente la lengua de los vascos.

La generación de los socialistas que ahora se presenta a las elecciones en el País Vasco nada tienen que ver con la de sus padres ideológicos. Y es normal; antes eran contados los dirigentes del PSE que hablaban euskera, mientras que ahora lo habla alguno más.

Ha sido y es tan radical el odio del PSOE hacia el PP que han acabado rechazando sin miramientos todo lo que representa, especialmente a España

Pero lo llamativo no es que se distancien de los socialistas de antaño, lo que llama la atención es que se parezcan, como dos gotas de agua, a los nacionalistas del PNV de toda la vida.

Porque paradójicamente han adoptado el mismo discurso del rancio soberanismo que les ha mirado siempre a ellos (más a sus padres) por encima del hombro. Y por el contrario, ha sido y es tan radical el odio del PSOE hacia el PP que han acabado rechazando sin miramientos todo lo que representa, especialmente a España. No vaya a ser que también les llamen españoles, o sea fachas.

La dependencia de Pedro Sánchez del nacionalismo vasco

Pero la dependencia que tiene Pedro Sánchez de los nacionalistas vascos no supone solo una tragedia para el socialismo en Euskadi. Lo es para todos, Porque sus posibles acuerdos para gobernar juntos en Ajuria Enea nada tienen que ver con el desarrollo de un programa progresista ni con un posible freno a las veleidades independentistas del PNV.

Un nuevo acuerdo supondrá ver cómo un partido que se dice socialista es cada vez más nacionalista, cada vez más identitario y ajeno a la idea de que Euskadi es una parte de España.

Y así es como hemos llegado a la delirante situación de una generación que tiene mayoritariamente padres castellano-parlantes y a la que obligan a estudiar absolutamente todo en euskera, con un fracaso académico y cultural demostrado. A la que exigen dominar un idioma, que a duras penas practican fuera de las aulas, si quieren optar a un puesto de trabajo en la Administración. De locos.

El PSOE, sin alternativas

Pero el PSOE acepta todo esto porque sabe que no tiene otra alternativa si quiere seguir gobernando. O lo que para los socialistas sería aún peor, que gobernara el PP. Es así como, poco a poco, jóvenes que han vivido en sus casas la tradición de una izquierda solidaria y progresista, se abrazan ahora a los postulados de un EH-Bildu que encarna el populismo más peligroso para nuestra sociedad.

Los socialistas saben que muchos votos jóvenes, próximos teóricamente a sus siglas, se irán al radicalismo independentista en la cita del 21-A. Por eso tratan estos días, a toda prisa, de recordar el pasado de los de Otegi. “No pactaremos con Bildu por motivos éticos y porque no han condenado el terrorismo”, ha dicho el candidato del PSE, Eneko Andueza. Y está muy bien que piense así. Pero me temo que para convencer a los indecisos tiene antes que convencer a Pedro Sánchez.

Otro día hablaremos de Imanol Pradales, el candidato a lehendakari del PNV. Hijo de inmigrantes castellanos en Euskadi, dice sentirse “solo vasco y partidario de la independencia de Euskadi”. Podría estar con los socialistas de Eneko Andueza, pero por lo visto de niño se cayó en la marmita nacionalista y se la bebió entera.

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