Pseudomedios, pseudoempresas, pseudocátedras, pseudoempleos

El intento de regulación sobre que es un medio o un pseudomedio tiene algo más que un tufo totalitario

Tras el éxito del término fachosfera ha triunfado el calificativo pseudomedios. Pseudo es un prefijo de cariz descalificativo tachando el significado de la palabra de falso o engañoso.  

Muchas cosas pueden ser pseudo: hay pseudoempresas que se crean desde el entorno del poder para hacer negocios, de eso Ábalos, el examigo de Sánchez sabe un rato. Hay pseudoempleos que se crean para que alguien cobre y no vaya a trabajar, en eso el hermano de Sánchez también parece tener una cierta pericia. Hay pseudocátedras que no tienen un fin académico establecido, aquí el entorno presidencial también tiene bagaje, hay pseudotesis doctorales, en este caso el mismísimo presidente atesora experiencia y finalmente hay, incluso pseudoministros, como Yolanda Díaz, que todo el día realizan anuncios y luego no concretan nada.

A todo el mundo nos moleste la crítica, para nadie es plato de gusto que te digan «has ganado peso», «se te cae el pelo», «este trabajo no ha salido bien», «vaya mierda de sitio al que me has traído a comer» pero el resto del mundo no somos Sánchez. Un presidente está sometido al escrutinio público y a la crítica. Si no le gusta que se dedique a otra cosa.     

El intento de regulación sobre que es un medio o un pseudomedio tiene algo más que un tufo totalitario. ¿Qué se analizará? ¿Qué es censurable? ¿Quién lo decide? ¿Qué se dé una información que no gusta a Moncloa es un bulo o es falta de pleitesía? ¿La sección de opinión y los columnistas de un medio deben ser uniformes y solo favorables a Sánchez? Si se aplican los criterios de autocensura que pretende Sánchez el periodismo estaría muerto. Fue Hearst el que escribió “Noticia es algo que alguien quiere suprimir: todo lo demás es publicidad”. Sánchez no quiere información, solo publicidad a favor suyo, aunque sea engañosa.  

El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez. EFE/ Chema Moya
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez. EFE/ Chema Moya

Intentar adaptar la realidad a tu conveniencia es algo que intentamos todos, los gobernantes con poco gusto hacia el contraste de pareces lo hacen con más ahínco. Es conocida la costumbre de Stalin de borrar de las fotos en la tribuna de la plaza Roja, sobre el mausoleo de Lenin, a los jerarcas de la nomenclatura que iba eliminando. El líder soviético fue un precursor del Photoshop.       

Premiar a los medios que doblan la cerviz con 100 millones y castigar a los desafectos ¿No es una forma de fomentar la omisión de información y en consecuencia de fabricar bulos? Porque un bulo es también obviar la realidad y no dar información sobre lo que sucede.

Los gobiernos deben tener como misión central garantizar la libertad, no cercenarla.

En «Los Naranjos del Lago Balatón» de Maurice Duverger el comité central húngaro ejecuta a unos ingenieros porque no cumplen la instrucción de hacer florecer unos naranjos en un clima gélido como el del lago Balatón. Los ingenieros señalaron al comité central que el lugar no era adecuado para plantar naranjos y los jerarcas comunistas obligaron a plantar los árboles dado que “nadie le lleva la contraria al partido”. Sánchez es como el comité central comunista húngaro, al que no le baila el agua le señala y le ejecuta, políticamente y profesionalmente hablando

Una regulación llena de riesgo

Intentar regular los medios favoreciendo a unos, en el momento actual a los nacionalistas y/o de izquierdas en relación a los liberales o conservadores es un riesgo. ¿Pueden a partir de esta propuesta el gobierno vasco, catalán o navarro castigar a los medios desafectos al independentismo? ¿Puede Díaz Ayuso retirar la licencia de actividad al pirulí de TVE? Sería un escándalo al igual que es intolerable el señalamiento a medios y periodistas fomentado y orquestado desde el PSOE, Sumar, Podemos y el gobierno.   

Los gobiernos deben tener como misión central garantizar la libertad, no cercenarla. Cuando el gobierno crece, la libertad se achica. Cuando la prensa se regula el objetivo es amedrentar a editores y periodistas. Cuando se pretende cerrar al boca a alguien es que tienes mucho que esconder.