¡Pradales existe! 

"Si Sabino Arana se levantara de su tumba y viera a un Imanol Pradales Gil como candidato a lehendakari, se llevaría un disgusto de tal calibre que se volvería derecho y sin dudar a donde lleva ya 120 años enterrado, en Sukarrieta, antigua Pedernales”

Desde el 25 de noviembre, cuando supimos quién iba a ser el candidato del PNV a las próximas elecciones autonómicas (tras saber el día anterior que Urkullu no seguiría), estábamos esperando a conocer el candidato de EH Bildu –su competidor directo–, sabiendo que no podría presentar uno más rompedor e insólito que Imanol Pradales Gil y así ha sido. Pello Otxandiano Kanpo, el elegido por EH Bildu, representa lo ya previsto, un tipo con la marca de la ortodoxia nacionalista desde sus mismos apellidos. 

Y es que todo el nacionalismo vasco en general bebe de una misma y única fuente originaria que se llama Sabino Arana, y por mucho que nos digan que lo que dejó escrito este hombre hay que contextualizarlo en su época para comprenderlo, lo que nunca podrán es ocultarlo o cambiarlo.

También contextualizamos los Diálogos de Platón y siguen siendo, por eso, una colección hermosa y sublime. “La suerte”, digamos así, de la mayoría de los actuales seguidores de Sabino Arana, incluidos sobre todo los procedentes de la inmigración, es que no han leído sus obras. Lo más sustancial está en sus dos primeros periódicos (Bizkaitarra y Baserritarra), que suponen unas 700 páginas de las 2500 de sus obras completas. Con eso sería más que suficiente para entender al personaje. El resto (y aún buena parte de esos dos periódicos que decimos) son variaciones sobre el mismo tema. 

El fundador del nacionalismo vasco lo que venía a decir es que la invasión española era el origen de todos los males para los vascos. Y por invasión entendía la enorme inmigración que empezó en su época, a raíz de la primera industrialización vasca de finales del XIX y que continuó luego a mediados del XX, imprescindibles ambas para entender el País Vasco actual. 

Para Sabino Arana, el contacto con los españoles inmigrados -y aun con los españoles en general- era lo peor que le podía pasar a un vasco como él para poder alcanzar a Dios, máxima aspiración de todo creyente entonces. Parece mentira que, en un país como España, abanderada universal del catolicismo, surgiera semejante esqueje supremacista.

Baste resumir que para Sabino Arana los vascos representaban el buen sentido moral, la bondad, la verdad, la pureza, la dignidad, la virtud y el bien, mientras que los inmigrados españoles representaban el criterio extraviado, la malicia, el error, la corrupción, la vileza, el vicio y el mal (son todos términos suyos). Y para él, además, el único criterio seguro para diferenciarlos eran los apellidos. 

Para Sabino Arana, los vascos representaban el buen sentido moral, la bondad, la verdad, la pureza, la dignidad, la virtud y el bien

Conocido el nombre del candidato de EH Bildu, es prácticamente seguro que quien ahora dirige el departamento de Infraestructuras en la Diputación Foral de Bizkaia, esto es, Imanol Pradales, se convertirá en el próximo inquilino de Ajuria Enea. Porque por mucho que baje el PNV, su suelo es sólido y con Pradales tienen la ventaja insuperable de lo insólito: un candidato de la emigración histórica como lehendakari.

Además, desde el PSE-EE, actual socio del gobierno vasco, su secretario general, Eneko Andueza, y hace poco la actual vicelehendakari segunda, Idoia Mendia, ya han dicho que no se plantean en ningún caso apoyar a un candidato de EH-Bildu y menos ahora sabiendo que será Otxandiano: procedente de Sortu, el núcleo duro heredero directo de Batasuna. 

El cargo de lehendakari es el más valorado por el PNV y por el nacionalismo vasco en general. El actual, Iñigo Urkullu, cuando ya era presidente del PNV (lo que es ahora Andoni Ortuzar), sabía que en su carrera política le quedaba un escalón más por subir: ser lehendakari, sucesor del primero de todos, del mítico José Antonio Aguirre.

Y si eso para un peneuvista es lo más de lo más, que ahora hayan decidido que el candidato sea Imanol Pradales Gil, una vez que lo ratifiquen las bases (que será, como siempre, un trámite para vestir democráticamente el dedazo), supone una auténtica revolución en el País Vasco. Y el que no lo quiera ver así es porque no conoce la política vasca; o porque no conoce el origen del nacionalismo vasco. 

Hay varios estudios (tampoco muchos para la trascendencia del tema) que demuestran que en los partidos vascos, sobre todo en los nacionalistas, pero también en los no nacionalistas, se ha producido, desde 1978 para acá, una selección “natural” de candidaturas en función de sus apellidos, de manera que la mayoría de cargos y los más visibles están ocupados por quienes tienen apellidos eusquéricos.

Y eso que las personas con apellidos eusquéricos en el País Vasco son una clara minoría respecto de los que no los tienen. Pues bien, toda esa tendencia, fácilmente demostrable a todos los niveles de la política vasca (local, provincial y autonómico), se ha venido abajo con la elección de Imanol Pradales Gil como candidato a lehendakari. 

Como muchos apellidos españoles que tienen un topónimo de referencia, Pradales es también el nombre de un pueblo de la provincia de Segovia. Hasta 2016 era municipio, pero ese año descendió al nivel de pedanía. La razón fue que el municipio tiene tres núcleos de población, Pradales, Carabias y Ciruelos, que fueron despoblándose sin remisión.

Carabias, por quedar justo al lado de la autovía nacional 1, entre los kilómetros 130 y 131, salió beneficiado y cuenta hoy con 44 habitantes, mientras que Pradales tiene 6 y Ciruelos 2. Así que se decidió nombrar Carabias a todo el municipio. Los de Pradales lo vivieron como una afrenta, y seguramente con razón, de ahí el cartel en madera que se puede ver en medio de lo que queda de pueblo, donde exclaman: “¡Pradales existe!”.

Cartel que se puede ver en Pradales: ¡Pradales existe! Foto: Google Maps
Cartel que se puede ver en Pradales: «¡Pradales existe!» Foto: Google Maps

Estamos ante un ejemplo palmario de lo que llamamos la España vaciada, consecuencia directa de la emigración del campo a la ciudad durante todo el siglo XX y que engrosó sobre todo a Madrid, Cataluña y País Vasco. 

Imanol Pradales Gil, por lo tanto, representa por sí solo toda una revolución política en el País Vasco contemporáneo, porque rompe todas las tendencias y todas las leyes escritas y no escritas del nacionalismo desde su misma fundación. Vamos, que si Sabino Arana se levantara de su tumba y viera a un Imanol Pradales Gil como candidato a lehendakari, se llevaría un disgusto de tal calibre que, de la misma, se volvería derecho y sin dudar a donde lleva ya 120 años enterrado, en Sukarrieta, antigua Pedernales. 

Estamos ante un ejemplo palmario de lo que llamamos la España vaciada

Hay nacionalistas, sobre todo en los medios de comunicación (de los de sin apellido eusquérico, sobre todo) que rechazan este principio, porque dicen que en el partido nadie da importancia a los apellidos y que son los ajenos los que se la dan. Y que el hecho de que antes la mayoría de cargos fueran de apellidos y ahora surja un Pradales Gil lehendakari son todo puras casualidades, sin más.

Porque lo que decía al respecto el fundador del partido ya no cuenta para nada. Y la elección de Pradales no vendría sino a ratificarlo. Según eso, ¿qué queda entonces del fundador? Los nacionalistas lo resumen en una frase, que recuerdan cada vez que lo homenajean (que es tres veces al año): “Euskadi es la patria de los vascos”. Pero resulta que ni eso siquiera lo dijo Sabino Arana (aunque se pueda deducir de su obra): quien lo dijo y lo teorizó fue Engracio de Aranzadi, alias Kizkitza, el nacionalista más influyente desde la muerte de Sabino Arana hasta la Guerra Civil. 

El caso es que hoy, para los nacionalistas (tanto del PNV como de EH Bildu), ser vasco significa, ante todo y sobre todo, querer ser vasco y solo vasco, y pedir la independencia para antes o después. La nación vasca, por tanto, se define así en términos de voluntad, de quererlo, más que de serlo. Y por eso un personaje como Imanol Pradales Gil resulta fundamental, dados los porcentajes de población reales, con una mayoría de ciudadanos vascos sin apellidos eusquéricos. 

Imanol Pradales Gil es de Santurtzi (antes Santurce), en plena margen izquierda de la ría de Bilbao, es decir, de la zona industrial tradicional de Bizkaia, a la que, si le sumamos los municipios de la histórica cuenca minera y los industriales del alto Nervión, más los de Erandio y Leioa en la margen derecha, nos da más de 400.000 habitantes (superando de largo a la propia capital Bilbao), de los que la gran mayoría, como Pradales, proceden de la inmigración.

En ese granero de votos, antes en buena parte del PSE, pero ahora casi todo del PNV, es donde Pradales, que por definición representa al “hijo de inmigrantes integrado”, puede conseguir volcar las próximas elecciones autonómicas a su favor, porque todos los que tienen padres y/o abuelos procedentes de todas las regiones de España, pero deseosos de ser vascos integrados y ciudadanos de primera en el País Vasco, se van a sentir identificados con él y para nada con Pello Otxandiano, y lo van a conseguir, paradójicamente, a través de un partido independentista y antiespañol como el PNV.