Y el PNV salvó a Pedro Sánchez
Nicolás Maduro está cada vez más aislado. Pero el paso del tiempo, ante la falta de una presión más contundente de Europa y EEUU, le puede acabar favoreciendo para perpetuarse en el poder.
El llamamiento desesperado de la opositora venezolana, María Corina Machado, para que España ejerza un liderazgo del que se está escabullendo sin disimulo, ha vuelto a dejar en evidencia al gobierno de Pedro Sánchez. Tan atrevido a la hora de plantar cara al presidente israelí, Benjamin Netanyahu, tan escapista cuando se trata de defender la democracia en Venezuela. Aterrizando con fórmulas de solución del conflicto en Gaza que provocó Hamás con sus brutales ataques pero recomendando no interferir en un asunto que debe resolverse “entre venezolanos”, según el ministro Albares. En Gaza, sí. En Venezuela, mejor no.
El caso es que desde que Edmundo González ganó las elecciones, el régimen chavista no sólo se niega a dar los datos de las urnas sino que no ha dejado de perseguirlos. Quienes ganaron en las urnas están viviendo una situación límite. Se trata de defender los derechos humanos de los venezolanos. Esto no es una guerra civil. No hay dos bandos en armas sino un gobierno corrupto, un ejército sometido y una población indefensa. Cuando se trata de hacer frente a la represión denunciando la corrupción del régimen, trasciende las diferencias ideológicas.
Si hay que recobrar la libertad en un país gobernado por una dictadura de izquierdas, Venezuela necesita a Europa. Con una presión más intensa y eficaz que la que ejercieron en 2019 cuando reconocieron a Juan Guaidó como presidente interino y la fuerza no fue suficiente.
Ahora la Unión Europea da por hecho que Maduro no publicará nunca las actas pero descarta incrementar las sanciones hacia los gobernantes venezolanos. Los ministros de Asuntos Exteriores asumen que Maduro será presidente de facto, pero sin legitimidad democrática. Ya. ¿Y qué le importa a un dictador vitalicio la legitimidad democrática mientras siga ostentando el poder? Se fumará un puro, como Daniel Ortega en Nicaragua.
El perfil bajo de la Moncloa
Desde España, el ministro Albares sentencia que si no se exhiben las actas electorales, no va a haber reconocimiento de un resultado que es imposible verificar. ¿Eso es todo? ¿Hasta ahí puede leer el gobierno de España? Porque poco más ha dicho la Moncloa sobre la actitud déspota de Maduro.
El gobierno se está poniendo de perfil. Que el ministro Albares se haya resistido a calificar de dictadura al régimen venezolano, levanta sospechas sobre su supeditación a razones ocultas. No atreverse a ir más allá, no es diplomacia, es torpeza. No atreverse a llamar a la dictadura por su nombre no es equidistancia, es tomar partido.
Que el expresidente Rodríguez Zapatero, que tanta influencia está proyectando sobre Pedro Sánchez, haya estado haciendo ‘lobby’ en el Grupo de Puebla para que dejara de presionar a Maduro, es toda una declaración de intenciones. Que sus socios de Sumar y sus aliados de Bildu y Podemos hayan otorgado legitimidad a la victoria electoral de Maduro explica los clamorosos silencios del gobierno de la Moncloa, que se encuentra en un callejón sin salida cuando Pedro Sánchez debería estar liderando en la Unión Europea la presión sobre Maduro.
En el País Vasco, el PNV ha tenido a gala destacar sus diferencias, respecto a Venezuela, con Bildu
Pero Pedro Sánchez ha vuelto a librarse de rendir cuentas ante el Congreso. Gracias al PNV que no sólo le ha salvado del apuro de tener que comparecer ante sus señorías sino que se ha liado en una trifulca con el PP de la que sólo ha salido beneficiado él mismo.
Aitor Esteban llamando torpe al portavoz popular Miguel Tellado y diciendo que, a los populares, Venezuela les importa una higa. Visiblemente incómodo por tener que alinearse con Bildu cuando, en el País Vasco, su partido ha tenido a gala destacar sus diferencias, respecto a Venezuela, con la formación de Otegi. El PP habla de sumisión del PNV al PSOE. Ellos a la greña y se desvía el foco.
Aitor Esteban, ausente en las concentraciones pro Venezuela
Pero esta actitud del PNV sigue provocando malestar en sectores del partido que, muy críticos ante la pérdida electoral desde que apoyan a Pedro Sánchez como uno de sus socios más estables por detrás de Bildu, se están expresando a través de canales de comunicación internos.
“No se puede apoyar a Sánchez en todo. Mucho menos en su dejación con Maduro”, sentencian quienes trabajan desde hace años con la comunidad venezolana. Hace unos días se celebró una concentración de los exiliados y amigos de la causa, en Bilbao. Estaban juntos los del PNV y PP, precisamente.
En primera fila, Iñaki Anasagasti, con otros dos jelkides. Aruabarrena y Murzako. Pero los VIP, los que tanto hablan ante los focos, brillaban por su ausencia. Ni Aitor Esteban ni Andoni Ortúzar. No se les ve en las concentraciones de la diáspora. ¿Es a ellos a los que le importa una higa Venezuela porque solo están haciendo cálculos sobre sus alianzas? Estos venezolanos votan también en España. En Madrid, en Bilbao ¿Y en qué siglas depositan su papeleta? En las que les están apoyando frente a Maduro. Ahí, el PNV queda fuera de juego. Y Pedro Sánchez también.