El PNV de Aitor Esteban será aún más radical
El actual presidente nacionalista conoce bien la heterogeneidad de la sociedad vasca
En los “batzokis”, sedes sociales del PNV, se dice que Andoni Ortúzar ha decidido no seguir en la pelea por la presidencia del partido porque le ha visto las orejas al lobo. Sabe que se acercan momentos complicados y que no es bueno afrontarlos con división.
El actual presidente del Euskadi Buru Batzar, según afines y contrarios, es un tipo listo, de los que saben combinar la simpatía campechana (un jatorra, se dice en vasco) con la firmeza de quien amenaza rápidamente con poner en marcha la máquina de hacer picadillo si le llevas la contraria.
Parece que, en las asambleas locales, donde se vota para la elección del nuevo burukide, Ortúzar llevaba una clara ventaja, aunque no definitiva, sobre Aitor Esteban, y aún mayor sobre el candidato guipuzcoano Markel Olano.
Todo apunta, por lo tanto, a que la decisión de apartarse de la carrera responde básicamente a la evidencia de que la victoria conlleva la división del partido, una idea que no parece seducir a Ortúzar en un momento complicado, con el avance constante de Bildu en la sociedad vasca y la necesidad de hacer frente a retos sociales y económicos que no son nada atractivos.
El actual presidente nacionalista conoce bien la heterogeneidad de la sociedad vasca. Sabe que es como un río helado: firme e inamovible en la superficie, pero que, debajo de esa capa gélida, corren aguas que transforman la sociedad de manera constante e imparable. Y no siempre como al nacionalismo le gustaría.
Por eso se implicó personalmente en el nombramiento de Imanol Pradales como lehendakari en sustitución de Iñigo Urkullu, en lo que ha sido una de las decisiones más traumáticas del PNV en los últimos años. Volver a un perfil como el de Urkullu o José Antonio Ardanza hubiese sido volver al hielo, a la ortodoxia del nacionalismo del siglo XX.
«Imanol Pradales ha querido ser renovador en algunos aspectos, moderado en otros y tan radical como Bildu a la hora de declararse independentista y antiespañol»
Con la apuesta por Imanol Pradales, hijo de emigrantes castellanos de las oleadas de mediados del siglo pasado, Ortúzar lanzaba un mensaje: puedes venir de donde quieras y apellidarte como quieras, siempre que no te sientas español y creas que eres solo vasco. Y es lo primero que dijo Pradales como tarjeta de presentación de su candidatura.
Pero la apuesta de Ortúzar no funciona. Imanol Pradales ha querido ser renovador en algunos aspectos, moderado en otros y tan radical como Bildu a la hora de declararse independentista y antiespañol. Su perfil político no sale de la zona de sombras y está lejos de alcanzar los objetivos para los que fue elegido. Algunos datos oficiales han encendido la luz roja sobre la evolución de la economía vasca. Desde hace años, Euskadi experimenta un éxodo empresarial imparable.
En 2024 se implantaron en el País Vasco 200 empresas, pero se marcharon 265. Una tendencia que, lejos de remitir, se mantiene en el tiempo. Así, desde 2014, se calcula que se han trasladado a otras comunidades autónomas 424 sociedades. Solo Cataluña y Navarra superan a Euskadi en este ranking negativo.
Es cierto que no se puede culpar al actual lehendakari de este deterioro económico que viene de lejos, pero no es menos cierto que la apuesta personal de Andoni Ortúzar no funciona. Y esta es una de las causas de la división que experimenta el nacionalismo, hipotecado por sus pactos de gobierno con Pedro Sánchez y obligado a apostar por un radicalismo que muchos viejos afiliados y fieles votantes no terminan de entender, cuando este era un partido que funcionaba como un reloj.
Así que muchos ven en la renuncia de Ortúzar un regalo envenenado para Aitor Esteban: un partido menguante, con síntomas de fatiga, y un lehendakari que no termina de arrancar. Pero no hay que olvidar que, en esta deriva del PNV, Aitor Esteban ha jugado igualmente un papel destacado. Descendiente también de emigrantes castellanos, trabaja con especial intensidad en demostrar su antiespañolismo y el de su partido, así como su querencia por el independentismo.
Esteban sabe, por su labor en la sede misma del Parlamento en Madrid, que el “chollo” que representa Pedro Sánchez para sus intereses se acabará más pronto que tarde. Y entonces, cuando las cosas se pongan feas, hará lo que mejor sabe hacer: radicalizarse aún más.