Cada día 1.276 personas pasan a cobrar el Ingreso Mínimo Vital

Tenemos un gobierno que pretende pagar a los pobres para que sigan siendo pobres y castigar a los que no quieren percibir el IMV ni faltan a su puesto de trabajo

Cerca de medio millón de personas se han sumado en 2024 a la nómina de perceptores del Ingreso Mínimo Vital, es una cifra similar a los afiliados que ha ganado la Seguridad Social. Dicho de otro modo, el incremento de cotizantes no sirve para garantizar las pensiones futuras si no para cubrir parte del gasto actual.

Casi 2.050.000 personas reciben mensualmente una cantidad que oscila entre los 658 y los 1.739 euros. La renta es, nada más y nada menos que indefinida, y como novedad, desde este 2025 los perceptores del subsidio de paro que lleguen a agotar el tiempo de prestación sin tener un empleo la recibirán, de forma automática, sin tener que realizar trámite alguno.  

Por cada diez cotizantes, o sea, paganos, hay un perceptor del IMV. A diferencia de los cotizantes a la SS.SS, la capacidad de crecimiento de este colectivo es infinito. En un año en Andalucía, la Comunidad Valenciana y Cataluña han sido agraciados con este subsidio 145.533, 57.850 y 53.636 personas respectivamente. 

Oficina de empleo.
Varias personas en la puerta de una oficina del SEPE. Foto: Eduardo Parra / Europa Press

Dado que el Ingreso Mínimo Vital IMV es una prestación que, según el relato oficial, está destinada a prevenir la pobreza, hemos de concluir que en estas comunidades la pobreza crece a pasos agigantados.  

Uno de los efectos perniciosos del IMV es que, al ser indefinido y al complementar otros ingresos que se consideran insuficientes, se convierte es una llamada a no trabajar o a trabajar menos. Puede haber gente más aficionada a tener hobies que a trabajar que tengan la tentación de solicitar el IMV. Un periodista pregunto recientemente al presidente argentino, Javier Milei, si él era adicto al trabajo a lo que el usuario de la motosierra respondió que ese era un termino inventado por un vago.

Los españoles no somo vagos, pero no todos trabajamos lo mismo. Un informe de Adecco Group señala que cada día faltan a su trabajo 1,2 millones de personas, un 12% de los trabajadores del régimen general de la seguridad social. Con estos datos en la mano: ¿Alguien duda que una parte de los perceptores el IMV fueron antes parte de ese 12% de absentistas? 

Cronificar la pobreza

Debemos preguntarnos si el papel del Estado debe ser el de cronificar la pobreza y la precariedad o bien crear condiciones óptimas para el trabajo facilitando la contratación, flexibilizando el mercado de trabajo, reduciendo el proceso de creación de una empresa, y premiado al que contrata y al que trabaja.  

Hoy, en España, tenemos un gobierno que pretende pagar a los pobres para que sigan siendo pobres y castigar a los que no quieren percibir el IMV ni faltan a su puesto de trabajo. Yolanda Díaz califica a Carlos Cuerpo de “casi una mala persona” por no querer la reducción de jornada, Pepe Alvarez, de UGT, está convencido que dicha reducción de jornada no afecta a las PYMES.

Los españoles no somo vagos, pero no todos trabajamos lo mismo

Sin duda, ni Díaz, ni Alvarez pagaron nunca un solo recibo de autónomo ni tuvieron angustia alguna por salir de una lista del paro. Ambos han logrado algo más que el IMV, el IMVsuperplus y creen, y lamentablemente tienen razón, que repartir migajas tiene más premio que hacer de nuestro país un lugar competitivo.       

Rudy Giuliani cuando fue alcalde de Nueva York reformó los programas sociales y dejó de pagar a las organizaciones caritativas por dar comida a los homeless y pasó a pagarles la misma cantidad económica, pero por lograr que los desdichados que vivían en un banco, en un parque o en un cajero conectaran con su familia, buscaran una casa y un trabajo. El resultado fue el resurgir de la ciudad de los rascacielos.

Nosotros en la España de 2025 tenemos 150.000 puestos de trabajo sin cubrir a la vez que 2 millones de personas reciben el IMV y otros 2,5 millones están en paro, pero lejos de censurar al que no acepta un empleo cuando se le termina la prestación le regalamos una renta vitalicia que pagamos entre todos.