Hay que redimir el periodismo de la servidumbre liberal 

En la creación de la conciencia colectiva, no podía admitirse que el periodismo continuara viviendo al margen del gobierno progresista

Siempre es bueno recurrir a los clásicos. Ellos han sido y son una suerte de guías que aconsejan e indican el camino correcto que seguir. Por ello, los clásicos siguen siendo tan actuales ayer como hoy. Una fuente inagotable de inspiración.  

Interesado como estoy en la regeneración democrática, en la regulación de la prensa, en la claridad informativa, en la transparencia democrática, en el pluralismo en los medios de comunicación; interesado en todo eso, con la sincera voluntad de ayudar en el empeño democrático y regenerador, me atrevo –me lo van a permitir ustedes- a sugerir la siguiente exposición de motivos que podría encabezar, iluminar y dirigir la futura Ley que Pedro Sánchez –última defensa de Occidente ante la ultraderecha- parece tener in mente.  

Premios de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) 2022, en el auditorio del Centro Cultural Conde Duque marzo de 2022. Foto: Carlos Luján / Europa Press

La democracia está en juego y hay que ganar la batalla que, sin cuartel, plantean la derecha y la  ultraderecha nacional e internacional. Una batalla en la que está en juego la democracia, los valores humanistas, la paz, el progreso, la justicia social y la convivencia. Frente a ello, el modelo de éxito que es la España progresista y el orgullo de ser progresista.    

Lego que soy en el asunto, propongo como modelo el encabezamiento de una de las leyes de prensa más conocida del siglo XX. A continuación, se transcriben algunos extractos adaptados a la sintaxis y la terminología –también, según parece, a los afectos, tendencias, inclinaciones, disposiciones, apegos o intereses: elijan ustedes – actuales.  

No se puede tolerar el cuarto poder  

Uno de los viejos asuntos que el gobierno progresista ha de someter más urgentemente a revisión es el de la Prensa. Cuando en el Parlamento se lucha contra una ultraderecha que ha llevado a España a un trance casi agónico, no puede perdurar un sistema que siga tolerando la existencia de ese cuarto poder, del que se quiere hacer una premisa indiscutible.  

El periodismo no puede vivir al margen del gobierno progresista  

Correspondiendo a la Prensa funciones tan esenciales como las de transmitir al Gobierno las voces de la Nación y comunicar a ésta sus órdenes y directrices; siendo la Prensa órgano decisivo en la formación de la cultura popular y, sobre todo, en la creación de la conciencia colectiva, no podía admitirse que el periodismo continuara viviendo al margen del gobierno progresista.  

Hay que dar normas al periódico 

Testigos que hoy se afanan en la empresa de devolver a España su carácter progresista, de los daños que una libertad entendida al estilo democrático han ocasionado a una masa de lectores diariamente envenenada por una Prensa sectaria y antiprogresista, comprenden la conveniencia de dar unas normas al amparo de las cuales el periódico viva en servicio permanente del interés nacional, y que levante frente al convencional y anacrónico concepto del periodismo, otro más actual y exacto, basado exclusivamente en la verdad y en la responsabilidad.  

Esa noble idea, de la que ha de estar impregnada la actividad de toda la Prensa, hará imposible el fácil mercado de la noticia y de la fama que ayer pudo desviar la opinión pública con campañas promovidas por motivos inconfesables. 

Hay que acabar con el libertinaje de los periódicos 

Tan urgente como derribar los principios que pretendían presentar a la Prensa como poder intangible -poseedora de todos los derechos y carente de todos los deberes- es el acometer la reforma de  un estado de cosas que hacía vivir en la dificultad, cuando no en la penuria, todo el material humano agrupado en torno del periodismo, olvidado de antiguo por quienes, preocupados en garantizar el libertinaje de los periódicos, negaron su atención a los hombres que vivían de una profesión a la que habrá de ser devuelta su dignidad y su prestigio, sólo defendido antes por un grupo de periódicos tan reducido como ejemplar. 

La prensa ha de estar al servicio del gobierno progresista 

No permite el momento tratar de llegar a una ordenación definitiva, por lo que inicialmente deberá limitarse la acción de gobierno a dar unos primeros pasos que luego se continúen, firmes y decididos, hacia esa meta propuesta de despertar en la Prensa la idea del servicio al Gobierno y de devolver a los hombres que de ella viven la dignidad material que merece quien a tal profesión dedica sus esfuerzos, constituyéndose en apóstol del pensamiento y de la fe de la Nación recobrada a sus destinos. 

La prensa ha de ser una institución nacional  

Que estos primeros pasos que fijan la responsabilidad de la Empresa y del director, que crean un servicio de Prensa que mantenga fácilmente unidos los periódicos más lejanos, que dan carácter de profesionalidad al periodismo, desde hoy encuadrado oficialmente en su Registro, que determinan las sanciones con que serían reprimidos los entorpecimientos a la acción de gobierno, sean sólo el adelanto de una resuelta voluntad de llenar la obra propuesta, convirtiendo a la Prensa en una institución nacional y haciendo del periodista un digno trabajador al servicio de España. 

Hay que eliminar el derecho a la mentira, la infamia y la difamación del periodismo   

Así, redimido el periodismo de la servidumbre liberal capitalista de las clientelas reaccionarias o ultraderechistas, es hoy cuando auténtica y solemnemente puede declararse la libertad de la Prensa.

Libertad integrada por derechos y deberes que ya nunca podrá desembocar en aquel libertinaje democrático, por virtud del cual pudo discutirse al gobierno, atentar contra ellos y proclamar el derecho a la mentira, a la insidia y a la difamación como sistema metódico de destrucción de España decidido por el rencor de poderes ocultos. 

Dispongo 

Por todo ello, dispongo:  

1. Incumbe al Gobierno la organización, vigilancia y control de la institución nacional de la Prensa periódica.  

2. En el ejercicio de la función expresada corresponde al Gobierno: Primero. La regulación del número y extensión de las publicaciones periódicas. Segundo. La intervención en la designación del personal directivo. Tercero. La reglamentación de la profesión de periodista. Cuarto, la vigilancia de la actividad de la prensa. Quinto. La censura mientras no se disponga su supresión. Sexto. Cuantas facultades se deduzcan del precepto contenido en el punto primero de esta Ley.  

Rúbricas 

Así lo dispongo por la presente Ley. Dada en Burgos a veintidós de abril de mil novecientos treinta y ocho. II Año Triunfal. Francisco Franco.  

El Ministro del Interior, Ramón Serrano Suñer.