Pere Aragonès es el elegido

El complicado mapa del independentismo catalán se va aclarando muy poco a poco. Tres formaciones son básicamente las que aparecen en ese espacio: ERC, JxCat y la CUP. A lo bestia diríamos que son la izquierda y la derecha, y un partido radical, compuesto de terratenientes catalanes de extrema izquierda rural. En Barcelona eso último se difumina, ya en estos momentos no tienen representación.

Esos tres contenedores de votos bien diferenciados mantienen una buena conexión entre sus propias familias, sobre todo en Esquerra y la CUP, y una desintegración del proyecto en Junts. Sobre esta última, hemos dedicado algunos artículos y las formas cambiantes dificultan una explicación sencilla. La mayor razón es la de ser de derechas y no querer aparentarlo. Pero con ERC las cosas se aclaran.

La gran incógnita hasta ahora se dirigía directamente a la relación entre Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, y Oriol Junqueras, todavía inhabilitado de largo recorrido. Las dudas entre los dos se han despejado. Aragonès será el candidato y Junqueras lo apoyará. No hay más.

Estas noticias de fin de semana esclarecen mucho como será la contienda de las próximas elecciones catalanas dentro de un año. Porque ERC puede agotar tranquilamente la legislatura. Solo podría ocurrir que los resultados en las europeas del mes de junio dieran unos números desastrosos y Aragonés decidiera adelantar las elecciones unos meses. En otoño.

Aragonès será el candidato y Junqueras lo apoyará. No hay más.

De momento todo apunta a que ERC aguantará. Y es que su situación, aunque tenga un gobierno en minoría, es relativamente tranquila. Tiene toda una estructura gubernamental, con sus direcciones generales, secretarias y cargos de confianza, que no comparte con ninguna otra fuerza política. Entre nosotros, para las finanzas de un partido eso es salud financiera.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. EFE/ Andreu Dalmau

En estos momentos existen dos formas de hacer en la política independentista: con lógica conciliadora o a la brava. Las dos formaciones nacen de uno de los peores momentos de la estabilidad del Estado. Es cierto. Pero la evolución ha sido bastante diferente. Los de Esquerra quieren trabajar en los acuerdos, aunque sigan siendo igual de alocados, y los de Junts mantienen su estilo exagerado y radical, llegando a proponer que las empresas que huyeron de Cataluña durante el “procés” sean multadas. Hasta ese grado de tontería pueden llegar.

La incógnita reside en saber en qué estado se encuentra el voto ‘indepe’. Si ya ha descubierto que con locuras se va a pocos lugares o no. Aunque existen razones patrocinadas por Pedro Sánchez que les podrían dar la razón. Pero hay mucho de magia e ilusiones prefabricadas. Como la intención de convertir el catalán en lengua oficial en el Parlamento Europeo, tan voceado durante días. Aunque la nueva presidencia europea, Bélgica, haya recogido el guante públicamente, existen pocas posibilidades de que al final sea una realidad.

Los de Junts mantienen su estilo exagerado y radical

Pero hay más incógnitas. Veremos si de verdad Sánchez está dispuesto a legalizar la presencia de Carles Puigdemont en España. El de Waterloo se presentará a las elecciones europeas. De eso no hay duda. Pero ¿podrá recoger su acta de eurodiputado? ¿Se aceptará que su firma no sea presencial, como ya ocurriera hace cinco años gracias a la presidencia de la UE? ¿Cambiarán las normas estatales por él, mientras esa ley de amnistía, que debía ser exprés, se dilate? No conozco la respuesta tratándose del presidente Sánchez.

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