Pedro Sánchez contra la Internacional Ultraderechista

Los Diez Mandamientos del progresismo español son preceptos que afectan a las obligaciones fundamentales que se derivan de la ideología y la moralidad progresistas

Todo progresista español que se precie debe cumplir el Decálogo de los mandamientos que el Progreso -por vía interpuesta: de Moisés a Pedro Sánchez- entrega a sus fieles seguidores para liberarse de la persecución, la esclavitud, la injusticia, el pecado y el fango que propician el conservadurismo, la derecha y la derecha radical. Esa Internacional Ultraderechista que Pedro Sánchez denuncia y que el PSOE –un auténtico dique contra el Mal- combate sin cuartel.  

De Moisés a Pedro Sánchez: los Diez Mandamientos

Los Diez Mandamientos del progresismo español –en la línea más ortodoxa de la religión y la iglesia progresistas- son preceptos  que afectan a las obligaciones fundamentales que se derivan de la ideología y la moralidad progresistas.  

Un Decálogo revelado a sus criaturas –que deben obedecer- por la voluntad del Progreso. Un Decálogo elaborado por el Progreso en medio de un clima de truenos, gritos, enfrentamientos, fango y polarización. Pedro Sánchez –el Moisés socialista español  contemporáneo- convierte el Decálogo recibido en la Ley del Pueblo. Cualquier violación del Decálogo se toma como una ofensa dolosa contra el Progreso y el Pueblo.     

Estos son los Diez Mandamientos del progresismo español.      

Exaltarás el progresismo sobre todas las cosas 

Sólo existe un Salvador a quien exaltarás. Yo, el Progreso, soy tu Salvador, que te ha sacado del dominio del conservadurismo, la derecha y la ultraderecha. Del capital. De la servidumbre. No habrá para ti otros dioses. No exaltarás a nadie más, ni a los dioses que hay en el cielo, ni a los que hay en la tierra, ni a los que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos ni les rendirás culto.        

No usarás el progresismo en vano 

Blasfemarás, maldecirás y jurarás contra el conservadurismo, la derecha y la ultraderecha en nombre del Progreso. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/EPA/THAIER AL-SUDANI / POOL
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/EPA/THAIER AL-SUDANI / POOL

Santificarás todos los días al Progreso 

Rendirás sin descanso el culto al Progreso todos los días de la semana.        

Honrará a los antepasados 

El Progreso quiere que veneres a sus antepasados socialistas y comunistas a los cuales debes la existencia y gracias a los cuales has recibido la revelación progresista. La honra de los antepasados prolongará tus días sobe la tierra que el Progreso, tu Señor, te va a dar.    

Decidirás el futuro de la sociedad   

El desarrollo de la sociedad es fruto de la acción creadora del Progreso. Sólo el Progreso tiene el derecho a sentenciar sobre la existencia o desaparición de una sociedad.  

Puedes cometer actos impúdicos  

Puedes consumar acuerdos o pactos con personas o movimientos sociales o políticos, sean o no de igual orientación ideológica, política, económica o social en nombre del Progreso. Puedes cometer adulterio político y yo, el Progreso, digo que todo aquel progresista que mire a una fuerza política deseándola tiene derecho a completar el acto impúdico si es en mi nombre.     

Puedes confiscar 

Es lícito retener o tomar los bienes del prójimo si ello beneficia  al Progreso y a la política progresista. El bien común y el progreso social exigen la socialización de la propiedad privada así como el fruto del trabajo de los hombres. La confiscación, ya sea vía impuestos o expropiaciones, es el método adecuado que nos lleva a la justicia social progresista.

Puedes mentir  

La mentira política es un imperativo moral categórico que favorece que el Progreso y el progresismo liberen a la ciudadanía del conservadurismo, la derecha, la ultraderecha y el capital  opresoras. Os digo que la mentira es la vía que conduce a mi Reino.      

No pongas límite a la concupiscencia    

La concupiscencia es el imperativo categórico progresista que no  limita el apetito de cambio político, económico y social que el Progreso demanda.   

Es pertinente la apropiación desenfrenada   

El pecado capital de la avaricia no puede impedir que la sociedad recupere aquello que el conservadurismo, la derecha, la ultraderecha y el capital hayan robado al Pueblo. Ahí dónde está un tesoro también están, en nombre del Progreso, tus derechos y propiedades.    

Por el amor al Progreso y al Pueblo 

Los Diez Mandamientos del progresismo español, esto es, el culto al Progreso –al Salvador de España y los españoles-, vertebran la política de Pedro Sánchez. Una política progresista redentora que derroca a falsos dioses democrático-formales como la legalidad constitucional, la división de poderes, la independencia judicial,  el debate parlamentario, la propiedad privada, el derecho a la información, la transparencia o el consenso democrático. 

Así, de esta manera, el PSOE, representante en la tierra del Progreso, protege y libera a España y a los españoles –al Pueblo- de ese Mal que es el conservadurismo, la derecha, la ultraderecha y el empresariado.   

De hecho, estamos ante una suerte de religión, o teología, o pensamiento metafísico –una creencia, si lo prefieren-, en que un ser supremo, el Progreso, revela la verdad a unos seres escogidos como Pedro Sánchez y sus fieles seguidores.

 El PSOE, representante en la tierra del Progreso, protege y libera a España de ese Mal que es el conservadurismo, la derecha y el empresariado

Un Decálogo –el de la izquierda progresista sanchista española- que es una fuente de ideas y valores que implican un cambio político que podría traducirse en la (re)constitución de una España iliberal deconstituyente fuera del marco político y democrático de la Unión Europea.       

Unas reglas para convivir        

Muchos estudiosos del relato bíblico sostienen que los Diez Mandamientos son la expresión, personal y colectiva, de las frustraciones de un pueblo que necesitaba reglas para convivir. Por eso, Moisés impone una serie de valores que todavía hoy –“no robarás” o “no mentirás”- son universalmente aceptados con independencia de que uno sea creyente, agnóstico, ateo, liberal o socialdemócrata. A todo ello, hay que añadir que la idea de un Dios que castiga severamente a los transgresores de la ley resulta altamente recomendable para evitar el desorden y el conflicto. Dicho lo cual, surge la pregunta: ¿acaso Pedro Sánchez es un impostor?  

Cuidado con los hombres sin tabúes   

Señala Fernando Savater que “más allá de las críticas, incluso desde el punto de vista de quienes no somos creyentes, la idea de un dios terrible, cruel y vengativo no está mal pensada”, porque, a fin de cuentas, ¿qué pasaría si decidiéramos renunciar a la verdad o robáramos la propiedad de los demás? “Un mundo así, sería horrendo”, concluye nuestro autor (Los diez mandamientos en el siglo XXI, 2004).  

Llegados a este punto, se nos plantea, como ciudadanos y como colectividad, un par de dilemas. Primer dilema: ¿qué Dios? ¿Yahvé o Progreso? Segundo dilema: ¿qué emisor y conductor del Pueblo? ¿Moisés o Pedro Sánchez? Sostiene el filósofo que Yahvé puede resultar espantoso, pero los hombres sin tabúes pueden resultar peores al depender de sus caprichos. Concluye el filósofo: “temeos los unos a los otros y aceptad las leyes”. Las de Moisés. El auténtico. No las de Sánchez, el impostor.