¿Para quién trabaja Carlos Mazón?
Que no trabaja para su partido lo demostró con su precipitado pacto con Vox a escasas fechas de las pasadas elecciones generales, una jugada egoísta que fue determinante para ayudar a Sánchez
Uno de los puestos de trabajo más duros, complejos y frustrantes de nuestro país es el de presidente autonómico. Y se lo digo sin ningún atisbo de ironía.
Mientras que sus homólogos al frente de ayuntamientos disponen de un poder casi omnímodo acompañado de competencias razonablemente asumibles para los presupuestos asignados, los presidentes autonómicos deben lidiar a diario con la certeza de que las administraciones que dirigen se han convertido en una especie de medio-centro solitario de nuestro estado multinivel, ya que además de soportar sobre sus arcas la gestión de la casi totalidad de nuestro magro estado del bienestar, tienen que pasarse los noventa minutos de cada partido achicando espacios para llegar donde ni el estado central ni los municipios son capaces de acudir.
Y todo ello además sin los medios, la fama y la pompa que acompaña a la magistratura inmediatamente superior a la suya, la presidencia del gobierno. Una verdadera lata.
Características todas ellas que con el paso de los años han logrado crear dos tipologías de presidentes (y presidentas) autonómicos: Los que asumen su abnegado papel de jugador todoterreno y priorizan los intereses de los ciudadanos de su región a los de su partido y cuyo ejemplo más notable fue el presidente extremeño Juan Carlos Rodriguez Ibarra o los actuales Juanma Moreno y Emiliano García-Page y aquellos otros que piensan que están llamados a más altas responsabilidades y ponen por delante las estrategias de sus partidos nacionales a las de sus gobernados a la espera de ser cooptados para más altas misiones, incluida la presidencia del gobierno de España. Al menos hasta ahora.
Y digo que al menos hasta ahora porque ha aparecido una nueva especie de presidente autonómico y cuyo máximo representante es el valenciano Carlos Mazón, un político que ni trabaja para su partido ni para los ciudadanos a los que gobierna.
Ni para el PP ni para la Comunitat
Que no trabaja para su partido lo demostró con su precipitado pacto con Vox a escasas fechas de las pasadas elecciones generales, una jugada egoísta que fue determinante para ayudar a Sánchez a construir el relato emocional que logró movilizar a la izquierda a las urnas impidiendo que Alberto Núñez Feijoo llegase a la presidencia del gobierno.
Que tampoco trabaja para los ciudadanos valencianos lo demostró con la gestión más torpe y caótica de una catástrofe que yo he tenido noticia, sobre todo si la comparamos con la brillantez de la realizada en el litoral andaluz por Juanma Moreno escasas dos semanas después con una DANA de entidad similar a la que Mazón no fue capaz de responder.
Y dado que no trabaja ni por el bien de su partido ni por el de los ciudadanos de su comunidad, solo nos quedaría abierta una opción, que no es otra que el señor Mazón esté trabajando principalmente para sí mismo, lo que le inhabilitaría para continuar al frente de la Generalitat más allá del tiempo estrictamente imprescindible para devolver cierta normalidad a la comunidad valenciana, propiciando una transición ordenada que logre tanto que los ciudadanos valencianos vuelvan a confiar en sus políticos como que su jefe partidario, Alberto Núñez Feijóo, pueda recuperar la iniciativa política necesaria para llegar a la Moncloa, algo para lo que necesita ganar con claridad en aquellas tierras.
Algo para lo que el señor Mazón se ha convertido, de nuevo, en un obstáculo.