Nuevos propósitos

“A pocos días de acabar el año e iniciar el 2024, uno de los nuevos propósitos que se podrían recomendar a los ciudadanos es dedicar menos tiempo a la política y dedicar más tiempo a la realidad”

Los más optimistas sobre el futuro del gobierno de coalición consideran que la política de pactos impulsados por el PSOE acabará siendo positiva y asimilada por la mayoría de los ciudadanos; y los más pesimistas advierten que se están poniendo las bases para acabar con España.

Ambas visiones son el resultado de un exceso de política que acaba apropiándose de todo el debate público. La capacidad de la política española de canibalizar cualquier asunto público deja a los ciudadanos sin espacio para advertir que las confrontaciones políticas que se les plantean nada tienen que ver con su propia realidad.

Se trata de un embotamiento de los sentidos y los pensamientos provocado por una saturación de estrategia política que deja al ciudadano sin capacidad, ni energía de mirar hacia otros problemas. A pocos días de acabar el año e iniciar el 2024, uno de los nuevos propósitos que se podrían recomendar a los ciudadanos es dedicar menos tiempo a la política y dedicar más tiempo a la realidad.

Hay que preguntarse cuáles son las razones que han llevado a la política a priorizar sus afrentas, discrepancias, astucias y luchas por el poder, frente a todos los otros asuntos que preocupan a los ciudadanos.  

La máxima ‘Todo es política‘, acuñada por Thomas Mann, entronca con la visión de Aristóteles, que afirmaba que el hombre es un animal político y ambos inciden en que el ciudadano debe actuar en los asuntos públicos para evitar que sean otros los que decidan lo que le conviene. Si ahora todo es política, lo es para cerrar la puerta y evitar que los ciudadanos puedan actuar y ocuparse de sus intereses particulares.

El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, al inicio de la sesión de control al Gobierno. EFE/ Chema Moya

Esta situación implica la servidumbre a un poder omnímodo, que lo abarca todo, que se filtra por la más minúscula rendija de la vida particular de las personas y se apodera del estado de ánimo. De esta forma, toda la atención de los ciudadanos deja de atender a sus propios males para enfermar con los males ajenos.

Un buen ejemplo lo encontramos con la batalla política desatada para impulsar o impedir la amnistía, que deja sin espacio a la opinión pública para discutir sobre la reducción de la jornada laboral o el incremento del gasto público. Nos encontramos en una etapa de la política española donde todo queda sometido a las grandes formulaciones políticas, donde el PP acusa al PSOE de estimular la política del desastre y, al mismo tiempo, de sumir a España en un golpe de estado permanente; por su parte, el PSOE condena al PP por dejarse seducir por los nacional populismo, encarnado por Vox, que implica el fin de la democracia.

Nos encontramos en una etapa de la política española donde todo queda sometido a las grandes formulaciones políticas

Las grandes palabras y formulaciones impiden que la política española favorezca la concurrencia, la discusión y el debate de ideas, centrando todas las energías en alimentar la pasión destructora del adversario, ahora convertido en enemigo. Si en España hay un exceso de política por parte de las instituciones públicas, es debido a que, de esta forma, consiguen que los ciudadanos abandonen sus intereses particulares y se focalicen en los enrevesados litigios históricos de España.  

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