No surrender
La democracia ha sido derrotada gracias a la claudicación socialista, ya que los acuerdos de investidura con ERC y JxCat suponen el inicio de un cambio de régimen.
Pedro Sánchez es más ambicioso que demócrata. El PSOE ya es un partido sin principios, un partido de cargos carentes de dignidad. Y el separatismo lo ha sabido aprovechar. Tuvo paciencia, persistió y llegó su momentum. Carles Puigdemont ha ganado. Las tesis de la quinta fuerza política de Cataluña, la que preside la corrupta Laura Borràs, se han impuesto.
España ha perdido. La democracia ha sido derrotada gracias a la claudicación socialista, ya que los acuerdos de investidura con ERC y JxCat suponen el inicio de un cambio de régimen. Estamos en plena Transición antidemocrática. Así, el pacto constitucional se disuelve en una deriva iliberal que los españoles no hemos votado.
Artur Mas inició una carrera nacionalpopulista en 2012 y hoy Sánchez ha tomado el último relevo. ¿Su meta? Evitar a toda costa la alternancia en el poder. Para ello, ni el separatismo ni el socialismo han dudado en socavar los pilares de la democracia, a saber, la igualdad, el Estado de derecho y la separación de poderes. Y lo han justificado como lo justifican todos los aspirantes a autócrata, inventando un enemigo y polarizando la sociedad. No nos engañemos: la paranoia antifascista siempre fue una camama, una cortina de humo tóxico que tapaba la violación de los procedimientos y de las leyes.
Gracias al partido socialista, hoy España queda en manos de la elite más extractiva y excluyente de Europa, la de los herederos del 3 %. Hoy ganan aquellos que buscaron la alianza con Vladímir Putin. Hoy ganan aquellos que incendiaron las calles y plazas de Barcelona. Hoy ganan quienes acosaron al niño de Canet de Mar y a su familia. Hoy ganan quienes se saltaron la Constitución y el Estatuto de Autonomía. Hoy ganan la corrupción y la violencia.
Sánchez ya ha cruzado el Rubicón y no se detendrá
Aquellos que defendimos durante el procés la libertad y los derechos de todos los catalanes, también los de Salvador Illa y sus diputados, quedamos hoy desamparados y vendidos por ellos. La traición se ha consumado. El separatismo va a tener manos libres para volverlo a hacer con mayor eficacia y crueldad que nunca, porque el socialismo ha gritado a los cuatro vientos, que los delitos con estelada ya no son delitos.
Reino de la inseguridad jurídica
Se desautoriza, pues, a los servidores públicos, a los jueces, fiscales y policías. Desautoriza también al Rey. Y se anuncia el reino de la inseguridad jurídica. Cómo van a obligar a las empresas a volver a Cataluña, si lo que éstas van a empezar a hacer es irse de España. Con el pacto del Tinell, el PSOE alimentó el primer procés. Y, con el pacto de Waterloo, ha decidido liderar el segundo, el proceso español.
Tras anunciar el infame acuerdo, en el que, además de la amnistía, se abre la puerta a la cesión de todos los impuestos y al referéndum de independencia, el prófugo compareció ufano y amenazante ante los medios de comunicación para chulear a todos los españoles: “el acuerdo dice los únicos límites los fija el Parlament”. Es toda una declaración de independencia. Es dictar el fin de la soberanía nacional española.
Sin embargo, aún no se ha dicho la última palabra. La derrota de la democracia está siendo dolorosa, pero no es definitiva. Es la hora de la responsabilidad individual de cada unos de los ciudadanos. Es hora de ejercer nuestros derechos. Los españoles no podemos callar observando la degradación de las instituciones. Los partidos de la oposición darán la batalla en los parlamentos y ante los tribunales, pero a estas alturas la sociedad debe también levantar la voz en las calles. Sólo una sociedad responsable garantizará la supervivencia de una sociedad libre.
Llenar las plazas
Debemos llenar las plazas. Debemos manifestarnos cívica y pacíficamente, sin caer en provocaciones y expulsando a los radicales, pero clamando claramente: “no en mi nombre”, “no en el nombre de España”. Sánchez ya ha cruzado el Rubicón y no se detendrá. Tampoco esperemos a ningún diputado socialista que, descubriendo cierta dignidad, lo detenga. No, gritemos para que la Unión Europea nos escuche.
La Unión Europea escuchó a miles de ciudadanos que llenaron las calles de Rumanía cuando el partido hermano del PSOE pretendía una amnistía a la medida de sus corruptos. La Comisión Europea reaccionó y su condena fue clara. El entonces vicepresidente Frans Timmermans afirmó con rotundidad que “si la Comisión debe ser brutal en su evaluación, lo será. Y si debemos utilizar otros instrumentos a nuestra disposición, lo haremos”. Al final, en mayo de 2019, la amnistía fue llevada a referéndum y rechazada masivamente.
Así pues, la ciudadanía movilizada puede poner fin al oprobio. La UE debe ver que la gran mayoría de los españoles formamos parte de una oposición democrática que no acepta la liquidación del Estado de derecho. Debemos mostrar al mundo que no nos rendimos, y que defendemos nuestro marco de convivencia, la Constitución española. El PSOE y sus socios nos intentan humillar, pero los demócratas nunca agacharemos la cabeza.