Nacionalismo es decadencia
Desde el pacto del Tinell del Tripartit a la deriva populista del mundo convergente, los catalanes hemos sufrido gobiernos más ocupados en las performances identitarias que preocupados por la gestión de la economía y el bienestar
Pere Aragonès convocó elecciones aprovechando el despecho de Ada Colau en Barcelona y su negativa a apoyar los presupuestos de la Generalitat de Cataluña. Ya le iba bien como excusa. Convocó sabiendo que no va a ganar, pero su intención era no perder más de lo que habría perdido unos comicios posteriores al verano.
Se trataba de controlar los daños ante la que se avecina, a saber, unos duros meses de sequía tras décadas de irresponsabilidad nacionalista. Durante demasiado tiempo, los diferentes gobiernos de la Generalitat se han dedicado a derrochar en discordia y a escatimar en infraestructuras.
Desde el pacto del Tinell del Tripartit a la deriva populista del mundo convergente, los catalanes hemos sufrido gobiernos más ocupados en las performances identitarias que preocupados por la gestión de la economía y el bienestar.
Su mirada siempre fue cortoplacista y hoy el largo plazo nos golpea en toda la cara. Quienes tanto decían defender el autogobierno lo han malversado. Cataluña ya no es lo que era. Y aquí van unos datos que demuestran que el nacionalismo es decadencia:
1. Las empresas se van
En los meses posteriores a la Declaración Unilateral de Independencia de Carles Puigdemont, más de 3.000 empresas trasladaron su sede social de Cataluña a otras comunidades autónomas. Buscaron refugio ante tanta inseguridad jurídica y fueron bienvenidas por una fiscalidad más razonable.
El procés aceleró la fuga empresarial y, como el separatismo amenaza con reincidir, ésta sigue produciéndose. Según el Colegio de Registradores, desde aquellas fatídicas fechas hasta finales del pasado año, han sido 8.934 empresas las que se han largado de Cataluña sin mirar atrás.
2. Y las inversiones no llegan
La Generalitat no deja de abrir falsas embajadas a lo largo y ancho de todo el planeta. Los delegados catalanes deberían estar muy preparados, ya que cobran más que los ministros españoles. Sin embargo, esta acción exterior parece espantar más inversiones de las que atrae. Algo falla.
Mientras la Comunidad de Madrid se esfuerza en ofrecer una imagen seductora de su región, consiguiendo atraer 15.323 millones de euros de inversión extranjera el año pasado, Cataluña no alcanzó ni la tercera parte, quedándose con sólo 4.643. Quién lo iba a decir, la libertad es más atractiva que el conflicto.
3. La deuda pública más alta
La situación financiera de la Generalitat es grave, muy grave, desde los tiempos del tripartit. Cataluña padece la mayor deuda de todas las comunidades autónomas de España: 85.986 millones de euros, más de 10.000 euros por catalán.
Las prioridades equivocadas van a hipotecar el futuro de más de una generación, demostrándose que los votos, como las ideas, tienen consecuencias.
4. Y también los impuestos más elevados
Cataluña ya no es lugar para clases medias. Somos la comunidad donde las rentas medias -de 30.000 a 45.000 euros anuales- más tributan, según el estudio Panorama de la fiscalidad autonómica y foral 2024 del Consejo General de Economistas y el Registro de Economistas Asesores Fiscales. Y no todo es culpa de la izquierda.
El gobierno del puigdemónico Quim Torra quiso sacar tajada de la pandemia y llegó a subir los impuestos de Sucesiones y Donaciones.
Con todo, no sólo sufrimos los impuestos más elevados, también tenemos más impuestos que nadie. El nacionalismo es fiscalmente muy creativo. Crea impuestos de la nada y para todos. La Generalitat ha creado 15 impuestos propios. La Comunidad de Madrid no tiene ninguno.
5. La peor gestión de los fondos europeos
El porcentaje de ejecución es el más bajo de España. En Cataluña se han adjudicado 1.031 millones de euros, apenas al 33,3% del importe total de las convocatorias lanzadas hasta el pasado 29 de febrero, según datos oficiales del Ministerio de Economía.
Es la comunidad con la peor gestión de las ayudas. ¿Alguien las ha visto? No es así en otras regiones. La ejecución en Galicia, por ejemplo, alcanza el 71 %.
6. Y la peor gestión de la sequía
Sale agua del grifo… de momento. Llueve poco en toda España, pero nadie está sufriendo la sequía como Cataluña. Y es que una Generalitat poseída por “la cultura del no” lleva años actuando con irresponsabilidad respecto a los recursos hídricos. En el último lustro la Agencia del Agua ha dejado de invertir 300 millones de euros.
Mientras Madrid invertía 504 millones entre 2019 y 2023, en Cataluña algunos parecían seguir el consejo de aquel conseller que parecía fiarlo todo a una milagrosa actuación de última hora de la Moreneta. La sequía ha llegado y Aragonès ha prometido… un referéndum.
7. Más organismos públicos que nadie
No pensarán que el dinero recaudado con los impuestos más elevados de España se destinaría a mejorar el bienestar de los catalanes o a crear las infraestructuras necesarias, ¿verdad? En Cataluña, los recursos aportados por los contribuyentes son engullidos por un enorme y voraz monstruo burocrático.
La Generalitat cuenta con 289 empresas y entes dependientes, frente a las 115 de Madrid o las 144 de Andalucía. Estos datos, como todos los que aparecen en este artículo, difícilmente los encontrarán en TV3 u otros medios de propaganda nacionalista.
Y eso que tienen recursos más que suficientes para explicarnos muchas cosas. La Corporación Catalana de Medios Audiovisuales nos cuesta 340 millones de euros anuales.