Las mociones de censura no se ofrecen, se presentan
El debate y la votación de una moción pondrían de manifiesto hasta qué punto Sánchez está en manos de gente que solo tienen por objetivo la destrucción de España
Feijóo tras la confesión de Aldama se apresuró a comparecer y ofrecerse a presentar una moción de censura. No hay duda que, como dice la canción de Sabina, “nos sobran los motivos” para censurar al gobierno encabezado por Sánchez, pero las mociones de censura no se ofrecen, cuando hay razones para ello se presentan.
Solo una de las mociones de censura presentadas desde 1977 hasta hoy ha salido victoriosa, fue precisamente la que llevo a Sánchez a su ya larga y accidentada presidencia. La situación política de 2018 no era grave como la actual, es más, la censura era muy discutible. El gobierno acababa de aprobar unos presupuestos, la economía funcionaba y la sentencia del caso Gurtel si bien afecto al PP no implico a ningún miembro del gobierno Rajoy.
A lo largo de la historia hubo otras mociones, la primera fue en 1980 de Felipe González contra Adolfo Suárez. Felipe perdió la votación, pero salió de ella presidente in pectore. Tras el debate el entonces líder socialista afirmó que lo importante de la censura no era ganarla si no que gracias a la presentación de la misma se podía recuperar la dinámica y analizar después cual iba a ser la reacción del pueblo.
Es posible que Feijóo perdiera la votación, pero el gobierno saldría casi demolido y sus tiempos se acortarían
Una de las funciones de todo gobierno es preservar las instituciones, fortalecer a las naciones a través de una gobernanza que ofrezca estabilidad y un marco jurídico que permita el desarrollo y el bienestar. Desde esta perspectiva Sánchez es un presidente objetivamente nefasto y digno de censura. ¿Por qué no presentar la moción?
Como nos demostró Felipe González no es obligatorio ganar una moción para que esta sea un éxito y además, en el caso que nos ocupa hoy, el debate previo y la votación pondrían de manifiesto hasta qué punto Sánchez está en manos de gente que solo tienen por objetivo la destrucción de España por diversos motivos: los nacionalistas porque la odian y quieren que desaparezca, la extrema izquierda de Sumar y Podemos porque su modelo es el de La Habana y Managua con hambre, miseria y represión como divisa.
Es más, el debate también reflejaría la incomodidad de unos socios que apuntalan a Sánchez no por convicción si no por interés y cálculo. Es posible que Feijóo perdiera la votación, pero el gobierno, hoy ya muy resquebrajado, a pesar de que lleva solo un año de legislatura, saldría casi demolido y sus tiempos se acortarían.
Feijóo, al solo ofrecerse y no ejecutar la moción comete un error grave, fía su futuro a parte de los socios de Sánchez y esto no va de cambiar a Sánchez por Feijóo para que los que quieren destruirnos como nación y como sociedad sigan mandando. Esto va de revertir la situación, de tener un gobierno digno del país que dirige, de recuperar la independencia de las instituciones, los sanos contrapoderes y de volver a creer que es posible un futuro común, prospero y donde no todo sea dinamitable.
Pactar con Vox
Parece claro que el líder del PP solo se ofrece y no presenta la moción porque ha interiorizado la teoría sanchista de que hacerse la foto con VOX le perjudica. Sin duda VOX y el PP tienen muchas diferencias, pero las decenas de gobiernos municipales en toda España que siguen en pie y el año que gobernaron juntos en diversas comunidades pone de manifiesto que el entendimiento es posible y que la catástrofe que pronostica la izquierda por ese tipo de gobiernos es una fake news.
Es muy difícil de entender porque Feijóo cree que tiene más a ganar llegando al poder de la mano del PNV y Junts que pactando con VOX. El gran problema de España es que Sánchez, su gobierno, su predisposición a ser chantajeado por los independentistas vascos, gallegos, valencianos, navarros y catalanes es el resultado de décadas de influencia de estos en gobiernos tanto del PP como del PSOE.
Cambiar a Sánchez por Feijóo no vale para nada si no se cambia la dinámica de chantaje que tiene todas las costuras del estado a punto de reventar y al país en un grado de tensión y polaridad que ha acabado siendo insostenible.