Mentiras y chiringuitos
El PSOE promete lo que no puede dar, y ERC lo sabe, pero más vale cargo en mano
Las traiciones son para el verano. La mala política aprovecha las vacaciones de sus votantes para tomar las decisiones más opuestas a los principios proclamados. Los líderes socialistas aniquilan la igualdad y la solidaridad entre españoles en plena ola de calor. Y la dirección de ERC, entre los sudores de su militancia, pone fin al primer procés -y a Carles Puigdemont- apostando por un tercer tripartit.
Los militantes de ERC votaron el viernes. Fue una victoria pírrica para Marta Rovira y el resto de los cargos republicanos. Mantendrán numerosos sueldos públicos, pero el partido se fractura y se debilita. Y aún falta el voto de los parlamentarios a la investidura de Salvador Illa. Será esta semana. ¿Aguantarán la presión todos los diputados?
Dados los antecedentes de la política catalana, podríamos esperar cualquier “jugada maestra” de última hora. La diputada de las juventudes de ERC podría enarbolar la estelada y no votar a quien sus compañeros consideran “españolista”, “torturador” y “artífice del 155”. Menos, en cambio, cabe esperar de Carles Puigdemont.
El prófugo amenaza con volver y dejarse detener. Hasta ahora siempre ha actuado como un milhomes que habla mucho y actúa poco. Huyó de Cataluña para no tener que defender la independencia. Prometió volver mil veces, pero nunca se arriesgó a pasar una sola noche en la cárcel. Perdió tres elecciones consecutivas. ¿Y regresará ahora para exigir un carguito?
Con todo, lo más probable es que ERC vote a Illa, y que Puigdemont siga comiendo mejillones cada día. El separatismo no podía conseguir mejor pacto: Cataluña no se separa de España, pero España sale de Cataluña. Los socialistas han dado todo lo que no es suyo. Es decir, han cumplido como auténticos socialistas.
ERC asegura que se quedará con la llave de la caja para entregar la llave de la Generalitat al PSC. Cataluña saldría del régimen común de financiación y la Generalitat pasaría a recaudar y gestionar el 100 % de los impuestos. La Agencia Tributaria catalana nos cobraría todo el impuesto sobre la renta próximamente. En su lenguaje orwelliano lo llaman “concierto económico solidario”.
La degradación del Estado de derecho provocada por la amnistía no motivó ninguna rebelión en el PSOE
Esta ruptura de la fiscalidad autonómica requeriría una reforma constitucional, pero no descarten una mutación chavista. En el Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido es el barón socialista más fiel a Pedro Sánchez. Tergiversa letra y espíritu de la Carta Magna cumpliendo los oscuros deseos de su jefe. Veremos qué hacen los líderes territoriales. La degradación del Estado de derecho provocada por la amnistía no motivó ninguna rebelión en el PSOE. ¿Lo hará el dinero?
¿O confían en que Sánchez también haya mentido a sus socios separatistas? Lo del “sí vigilante” de Rovira es una broma, como cuando aseguró que lucharía por la independencia hasta el final. Entre pillos anda el juego. Sea como sea, los recursos no llegarán a la educación y la sanidad públicas. Si hay una parte del pacto que sí van a cumplir escrupulosamente, será la creación de tropecientos chiringuitos para colocar a firmantes, familiares, amigos y conocidos.
Alimentar un segundo ‘procés’
Las empresas siguen yéndose de Cataluña, pero podemos estar orgullosos: vamos a alcanzar un récord olímpico en número de consejerías, organismos públicos y falsas embajadas. Foros, departamentos, agencias, convenciones, consorcios, oficinas… A ERC le faltarán militantes para enchufar a esta red. Por cierto, pretenden desconectar las centrales nucleares e “impulsar el autoconsumo y las comunidades energéticas”. “Perroflautismo contemplativo”, diría Alejandro Fernández. Así es. Aconsejo hacer acopio de velas.
En definitiva, socialistas y republicanos van a repetir la jugada del Estatut. El PSOE promete lo que no puede dar, y ERC lo sabe, pero más vale cargo en mano. Mentiras a cambio de chiringuitos, ése es el pacto real. Van a generar frustración y culparán a España. Otra vez. Van a alimentar un segundo procés. Acaban con Puigdemont, sí, pero la división y la decadencia seguirán su implacable curso en Cataluña.