Maduro entrega a Edmundo González y se queda con Venezuela
Todo el mundo sabe que Maduro es un dictador que se mantiene en el poder gracias a una sangrienta represión
Hay mentiras que saltan tanto a la vista que, cuando las escuchamos, sabemos que tienen como objetivo ocultar algo más grave que la propia mentira. Un decir, las declaraciones del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, cuando asegura que el Gobierno de España no ha negociado nada con el de Venezuela (aún en manos de Nicolás Maduro) para conseguir que Edmundo González Urrutia viniera a nuestro país como exiliado.
Cualquiera que haya conocido situaciones similares sabe que el líder opositor de una dictadura, asilado en una embajada por seguridad, no marcha al exilio en un avión oficial de otro país si no hay antes un acuerdo con el tirano para que le deje salir.
Así que ha habido negociaciones entre España y Venezuela, es obvio, aunque estas no hayan sido oficialmente conducidas por el ministro Albares. Quien las ha llevado a cabo no es otro que José Luis Rodríguez Zapatero, que no ha condenado el régimen chavista, como sí han hecho otros expresidentes.
ZP ha estado trabajando en la sombra desde el golpe de Estado de Maduro para que ocurriera lo que ha ocurrido y pareciera lo que no es: Es decir, la salida de Venezuela del vencedor de las elecciones de julio y su exilio en España como si solo se tratara de un gesto humanitario con alguien que está a punto de perder la vida.
El Gobierno de Sánchez ha traído a González Urrutia a España como quien trae de urgencia a un compatriota que ha sobrevivido a un tsunami en el Pacífico. Porque así trata nuestro Gobierno al dictador chavista, como si fuera un fenómeno de la Naturaleza, un huracán o un volcán en erupción. Como a un terremoto con epicentro en Caracas. Cuando en realidad es un fenómeno, sí, pero de la peor naturaleza humana que un país se puede ver obligado a tener como gobernante.
Lo espeluznante de situaciones así es que sobre las ruinas que dejan estos tiranos siempre hay tipos capaces de hacer negocios y aparentar que su labor no es otra que ayudar a los damnificados: por humanidad, aseguran, lo mismo acogen en España al amenazado anciano líder de la oposición que dicen trabajar denodadamente, cómo no, para que no se torture a los detenidos y salgan de la cárcel los menores arrestados por los secuaces del dictador.
Joan Manuel Serrat ya describió a la perfección a este tipo de gente en una de sus canciones: “Hombres de paja que usan la colonia y el honor para ocultar oscuras intenciones. Tienen doble vida, son sicarios del mal. Entre esos tipos y yo hay algo personal”.
En las redes sociales hay mucho de todo, es cierto. Gente que solo sabe insultar y que oculta su identidad para decir lo que nunca diría a cara descubierta. Pero también hay mucho talento agazapado que de no ser por la libertad que da el anonimato nunca daría su atinada opinión.
«El Gobierno de Sánchez ha traído a González Urrutia a España como quien trae de urgencia a un compatriota que ha sobrevivido a un tsunami en el Pacífico»
Es el caso de @BarcoChuz, quien hizo una acertada analogía a propósito de la salida de González Urrutia de la Venezuela de Maduro: “Cambiar de colegio al niño que sufre acoso escolar y que el abusón siga campando a sus anchas en el patio”.
Y eso es lo que tristemente está ocurriendo gracias al papel que desempeña el Gobierno de Pedro Sánchez en la crisis del país caribeño. Todo el mundo sabe que Maduro es un dictador que se mantiene en el poder gracias a una sangrienta represión. Se sabe igualmente que no ganó las elecciones, pero que tampoco le hace falta dar un pucherazo siquiera para seguir en el poder.
Porque países como el nuestro no van a tener el valor de cuestionar su dictadura ni de reconocer la victoria de la oposición. A nuestro Gobierno le vale con ponerse estupendo en su papel humanitario a la vez que niega que esté en tratos con el sátrapa.
Todos sabemos que los negocios existen y quién está detrás de ellos. Algún día se conocerán los detalles. Esperemos que no sea demasiado tarde para Venezuela.