Los trogloditas de RTVE 

Porque poner el grito en el cielo cuando el PP contrata a sus amiguetes y callar ahora, cuando lo hacen el PSOE y sus socios, no acerca a la radiotelevisión pública española al modelo BBC

En mazo de 2015, un conocido presentador de TVE que sigue aún en activo se lamentaba, en una entrevista concedida a un medio escrito, de que a esas alturas de la historia siguieran vivas “las inercias troglodíticas de que controlando los medios públicos se ganaban las elecciones”.

Y es que hace nueve años ya se intuía el declive de la televisión como gran medio de masas con influencia casi infinita; se constataba el cambio en los gustos de los jóvenes a la hora de informarse y se observaba cómo la forma de consumir lo que se emite desde nuestra vieja “caja tonta” ya nada tenía que ver con la de hace, un decir, un par de lustros. 

Así que a mi excompañero de empresa le parecía una práctica poco menos que prehistórica que desde el poder político se quisiera utilizar y manipular los medios como si nada hubiera cambiado, pensando que su fuerza seguía intacta. En aquel momento, cuando se publicó esta entrevista, España estaba gobernada por una mayoría del PP con Mariano Rajoy de presidente. Así que a la dirección de RTVE se le acusaba entonces, entre otras cosas, de estar creando una redacción paralela para poner los informativos al servicio del Gobierno.  

Las críticas, primero, internas, que se transformaron después en los ya famosos y desaparecidos “viernes negros”, denunciaban la manipulación no solo por ser una práctica perniciosa en sí misma (manipulación es corrupción, se repetía entonces) sino porque se entendía que la utilización gubernamental de RTVE la llevaba poco menos que al Neolítico. Pero algo ha debido de cambiar en estos últimos nueve años dentro de la radiotelevisión pública, porque nadie ya, ni siquiera el presentador a quien me refería antes, le preocupa la deriva troglodítica de un Gobierno como el actual a la hora de entender la función de un medio público como RTVE.

Con la excepción de algunos sindicatos que no se pliegan a los intereses de Moncloa y denuncian la preocupante situación de la Corporación, el resto guarda silencio como si la cosa ya no fuera con ellos. Y es que por lo visto hay trogloditas y trogloditas.  

Lo he dicho en otras ocasiones: aquellas movilizaciones de los “viernes negros” fueron organizadas por quienes dirigieron RTVE durante el mandato de Rodríguez Zapatero; las secundaron con firmeza quienes vieron una ocasión perfecta para medrar y se sumaron, con ingenuidad, muchos que creyeron que un gobierno de izquierdas traería la definitiva despolitización y modernización estructural de la empresa para que fuera gestionada por sus profesionales.   

Solo así se entiende el último escándalo que ha sacudido RTVE: la contratación del programa de Broncano, 14 millones de euros por temporada, gracias al voto de calidad de la presidenta del ente, Concepción Cascajosa, que es militante del PSOE.  

Pero en cuanto el “sanchismo” llegó al poder se pudo constatar que del dicho al hecho hay mucho trecho y que las tendencias troglodíticas volvían con fuerzas renovadas. Puede que hayan cambiado mucho las formas de consumir televisión, pero desde Moncloa trabajan hoy en el control de los medios públicos (y muchos privados) como si el resultado de las elecciones dependiera de lo que la gente se traga viendo la tele. Solo así se entiende el último escándalo que ha sacudido RTVE: la contratación del programa de Broncano, 14 millones de euros por temporada, gracias al voto de calidad de la presidenta del ente, Concepción Cascajosa, que es militante del PSOE.  

La apuesta tiene como objetivo contraprogramar a un incómodo Pablo Motos y la influencia de “El hormiguero”, en Antena3, sencillamente porque los asesores de Sánchez siguen con la “inercia troglodítica” de querer controlar los medios públicos para ganar las elecciones. Saben que RTVE no tiene actualmente tanta capacidad por sí misma como para conseguir algo así, pero junto con otras instituciones como el CIS y medios dependientes por la vía de la subvención se consigue un eficaz bloque de influencia mediática en la opinión pública. 

El presentador David Broncano. Foto EFE

Y además se logra algo más básico y prosaico: alimentar con contratos millonarios a las productoras amigas del Gobierno que han colonizado la  programación ahora con Broncanos y antes con Inchaurrondos, Niergas, etc. La eterna reivindicación de la producción propia, la que siempre ha estado en manos de los trabajadores de la casa, parece que ha pasado a mejor vida. Incluso los sacrosantos Telediarios van a sufrir un recorte en su horario para que el programa de Broncano se instale en la parrilla con la máxima comodidad. 

Y todo esto sin que a nadie parezca importarle que las inercias troglodíticas estén arrastrando a RTVE al peor momento reputacional de su historia. Porque poner el grito en el cielo cuando el PP contrata a sus amiguetes y callar ahora, cuando lo hacen el PSOE y sus socios, no acerca a la radiotelevisión pública española al modelo BBC que tanto anhelan sus trabajadores.