Los trabajadores tienen derecho a fumar habanos
Alguien dirá que el aceite es un artículo de primera necesidad. Cierto. Pero, no es menos cierto que, hablando de necesidades, el puro habano entra en la misma categoría que el café
Si la subida del precio del aceite castiga el bolsillo de las clases medias, la subida del precio de los puros habanos castiga la cuenta corriente de los acomodados. Con el agravante de que el gobierno no ha suprimido o bajado el IVA de los puros habanos y sí el del aceite. Vale decir que no todos los acomodados fuman puros habanos y que hay un número indeterminado de trabajadores a los cuales les gusta fumar puros habanos. Pues, sí: los trabajadores tienen también derecho a fumar puros habanos a buen precio.
Café, copa y puro
Alguien dirá que el aceite es un artículo de primera necesidad. Cierto. Pero, no es menos cierto que, hablando de necesidades, el puro habano entra en la misma categoría que el café –para muchos, una necesidad- dándose el caso que el IVA del café es del 10 % y que el puro habano está sometido –además del IVA de 21%: doble imposición- a un impuesto específico que puede rayar el 40 %. A tener en cuenta: el 80 % del precio del tabaco son impuestos y el tabaco genera seis veces más ingresos para Hacienda que el alcohol.
Se dirá que el IVA y el impuesto específico del tabaco sirve para aumentar el presupuesto de la salud pública, habida cuenta de que genera un plus de enfermedades graves que se traduce en un aumento del presupuesto público sanitario, que también pagan los no fumadores. Cierto.
Como también es cierto que el café parece tener un lado oscuro en donde aparecerían el aumento de la presión arterial y del colesterol, la acidez estomacal, el nerviosismo o el insomnio que también hay que tratar. Por su parte, no hay que olvidar que el tabaco –especialmente el puro habano de calidad: sabor y perfume– es un relajante, fomenta la conversación y la amistad. Como decía Josep Pla –amante del café, copa y puro- el habano es recomendable, sobre todo, después de las “comidas opíparas” que, de momento, no están prohibidas.
El expolio fiscal del puro habano
No bebo café, no tomo copas y no fumo ningún tipo de tabaco. Pero, si soy partidario del John Stuart Mill que, ante un barranco –cuestión de libertad y responsabilidad o irresponsabilidad individual-, prefería instalar un aviso que dijera “Peligro” en lugar de otro en donde se leyera “Prohibido el paso”.
Lo mismo digo –cuestión de libertad y responsabilidad e irresponsabilidad individual- con un puro habano que la izquierda combate por la vía del expolio fiscal y la descalificación social, otorgándole la categoría de producto de lujo. ¡Avergüéncense! ¡Un producto que consumen los ricos! ¡Puesto que son ricos, que paguen más impuestos! Y los trabajadores amantes del habano, también. Pese al sablazo, España es uno de los mayores consumidores de habanos. (Entre paréntesis: no se puede comparar el consumo de alcohol con el del puro habano. El conductor ebrio, mata. Por eso, hay que controlarlo).
Los fumadores de puros habanos no solo están perseguidos por la izquierda, sino también por el mercado.
El mercado nos persigue
Al puro habano le ha ocurrido lo mismo que al aceite virgen: el mercado –como la izquierda- se ha ensañado con ellos. Con una ventaja, el aceite virgen cuenta con la inapreciable protección del Estado.
Si el encarecimiento medio del aceite de oliva virgen ha sido del 78 % entre febrero de 2023 y febrero 2024 (un año), el encarecimiento del Cohiba Behike ha sido del 372 % entre 2019 y 2024 (cinco años). Aparentemente, el aceite se ha encarecido más que el puro habano. Pero, no es cierto si tenemos en cuenta que el encarecimiento de la mercancía es de un litro en el caso del aceite y de una unidad –20,6 milímetros de diámetro y 119 milímetros de longitud– en el caso del puro habano.
Si un litro de oliva virgen puede valer hoy 13,89 euros (3,79 euros en 2018), un puro Cohiba Behike llega hoy a los 189 euros (40 euros en 2019). Si bajamos la calidad, el aceite virgen más barato asciende a los 6,32 euros el litro, mientras que el equivalente en puros habanos (Montecristo número 2) se vende a 40,48 euros la unidad.
Si la medida es el tiempo en que se consume la mercancía, resulta –Informe del Consumo de Alimentación en España 2022 elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación- que en España se consumen 10,30 litros de aceite por persona y año. Por su parte, según el tabaquero Zino Davidoff, un puro habano tarda en consumirse entre 50 y 60 minutos. Conclusión: una persona suele gastar 1.400 euros al año en aceite virgen, mientras que un fumador de puros habanos, con 1.400 euros, únicamente puede consumir unos 7 puros habanos.
La culpa de la diferencia entre el precio de uno y otro artículo está en un mercado amoral –el mercado no tiene moral por su propia naturaleza- incapaz de controlar la inflación, las apetencias y deseos del consumidor, la sequía o la cadena de producción y distribución en el caso del aceite. Por su parte, el precio al alza del habano se explica por los huracanes, la infraproducción y los problemas logísticos en Cuba y, sobre todo, el creciente consumo de puros habanos -¡quién lo diría!- en la comunista República Popular China.
Hay que democratizar el lujo
Hoy por hoy, el rigorismo de la izquierda española en determinadas cuestiones solo se entiende por sus intereses políticos. La izquierda española todavía no ha aceptado que el lujo, desde el movimiento Arts&Crafts del siglo XIX, es una manera de vivir, o un placer, o una necesidad. El rigorismo frente al puro habano es también el rigorismo frente al Lamborghini.
Señoras y señores progresistas: cuando en el mundo se está democratizando un lujo consubstancial con la sociedad en que vivimos, cuando el lujo está llegando a las clases medias; cuando esto ocurre, se trata de que los ciudadanos que así lo deseen –si tienen recursos- puedan fumar tres o cuatro puros habanos al año para celebrar un par de aniversarios, el nacimiento de los nietos y la Navidad. Y quien quiera y pueda, no da a tener ningún complejo al comprar otras mercancías de lujo como los productos de Manolo Blahnik, Gucci, Hermès, Chanel o Patek Philippe.
El puro de Groucho Marx
Italo Calvino (El cigarro puro de Groucho, 1977): la “mayor dignidad de quien se muestra como es, la inocencia de quien juega con las cartas descubiertas, el desinterés de quien sabe que todas las victorias se desvanecen en humo”. Dejémonos de caricaturas. Dejémonos de censuras.