Los reservistas del ‘proceso’ llaman a la movilización

Reservistas del 'proceso' se movilizan contra la supuesta criminalización de la protesta, mientras la Justicia investiga al Tsunami Democràtic por presunto terrorismo en una lucha que cuestiona los límites del derecho a la manifestación y la libertad de expresión

Resulta que hace una semana un centenar de personas, y otro centenar de entidades y sindicatos, se concentraron –en pleno barrio gótico- en la plaza del Rei de Barcelona para publicitar el manifiesto Protestar no es terrorismo. Los reservistas del “proceso” llaman a la movilización.  

Los de siempre y lo de siempre  

Los alfiles y peones del “proceso”, los de siempre, inasequibles al desaliento,  protestan, se manifiestan y movilizan, porque “en los últimos años hemos visto como desde la política y la justicia se ha llevado a cabo una clara criminalización de la protesta, con graves repercusiones para las personas que ejercen el derecho de reunión y manifestación, vulnerando reiteradamente la libertad de expresión a cantantes, actores y actrices, obstaculizando el derecho a la información por parte de profesionales de la información, censurando obras de teatro, persiguiendo el independentismo, el feminismo, la lucha por el derecho a la vivienda, el antirracismo, el ecologismo y atacando el derecho de huelga y la libertad sindical”.  

Parece que España es Cuba, o Venezuela, o Nicaragua. De nuevo, el victimismo nacionalista catalán. De nuevo, los militantes de la causa que atacan con munición reciclada. Suma y sigue.      

Los abajo firmantes se quejan  

Lo que realmente interesa a nuestros manifestantes, más allá del woke a la catalana y su cruzada contra la pérfida España, es la investigación de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo “contra el Tsunami Democràtic” que “supone un ataque directo al ejercicio de derechos fundamentales, especialmente el derecho de manifestación y libertad de expresión y libertad de información”.  

Si no hubiera derecho de manifestación, ni de expresión, ni de información en España, los abajo firmantes no se habrían manifestado, ni se expresarían libremente y diariamente –como lo hacen- en los medios de comunicación catalanes, ni la ciudadanía tendría noticia –como sí la tiene y de forma reiterada como si de un oligopolio informativo se tratara- de sus ideas y opiniones.   

Una prisión injusta para el golpismo   

Afirman que “miles de personas salieron legítima y democráticamente a la calle para expresar su rechazo a una sentencia que condenaba los líderes políticos y sociales a una prisión injusta contra lo cual se habían pronunciado tanto el Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias de las Naciones Unidas como el Consejo de Europa, así como diversas organizaciones de derechos humanos”.  

Ellos mismos lo afirman: miles de personas salieron a la calle. Y no pasó nada. ¿Una prisión injusta a quienes implementaron un golpe y fueron condenados en firme por los delitos de sedición y malversación agravada? Muy débil el recurso a unos paniaguados amigos de la causa cuya opinión ni siquiera es vinculante.   

El Tsunami Demòcràtic y su acción no violenta 

Sostienen que “las movilizaciones ciudadanas vehiculadas a través de Tsunami Democràtic solicitaban diálogo bajo el lema  sit and talk y se enmarcaban en la acción no violenta, que forma parte del ejercicio legítimo del derecho a la protesta, protegido por el derecho internacional de los derechos humanos, que es también derecho interno”.  

Una buena idea, la del diálogo después de un golpe. Sobre todo si viene acompañado de manifestaciones  pacíficas como sabotajes en las vías de comunicación y el transporte, ocupación del aeropuerto, quema de contenedores, barricadas, intento de bloqueo del Palacio de Justicia de Barcelona, intento de asalto del Parlamento de Cataluña, hostigamiento a la Jefatura Superior de Policía de Barcelona o  lanzamiento de artefactos de índole diversa –piedras, vallas, barras, botes de pintura, huevos o escupitajos- contra las Fuerzas de Orden del Público. Como es sabido, el independentismo catalán se caracteriza por ser democrático, cívico y pacífico.  

El independentismo apuesta por la democracia y el Estado de derecho         

Dicen que “investigar por terrorismo un movimiento pacífico con el único objetivo de criminalizar la protesta, limitar los derechos fundamentales y silenciar la disidencia política es una actuación de carácter autoritario que restringe el espacio de la sociedad civil y pone en peligro los principios democráticos y del Estado de derecho”.   

Investigar por terrorismo un movimiento pacífico con el único objetivo de criminalizar la protesta

Me satisface muy mucho que los manifestantes sean partidarios de los derechos fundamentales y de la disidencia política, al tiempo que detestan el autoritarismo que pone en peligro la democracia y el Estado de derecho. ¡Caramba! Sobre el asunto del terrorismo, les aconsejo la lectura del comunicado del Tribunal Supremo que, con la unanimidad de progresistas y conservadores –¿creen los independentistas que unos y otros apuestan por el “ataque directo al ejercicio de derechos fundamentales” en Cataluña?- abre la causa penal correspondiente. El saber no tiene fronteras. El sectarismo, tampoco.   

Vuelve la espiral del silencio  

Creen que “esta criminalización tiene un efecto disuasorio dirigido a toda la sociedad porque persigue el mecanismo principal mediante el cual defienden los derechos y libertades toda suerte de colectivos y organizaciones, ya sean de carácter sindical, feminista, ecologista, independentista antirracista o cualquier otra lucha social”.  

Una descripción abstrusa de la espiral del silencio que el independentismo catalán impone magistralmente a una ciudadanía que huye de los problemas. Y una llamada a la movilización de los indecisos, de los independentistas sobrevenidos por conveniencia, de los que miran para otro lado por interés o para evitar la muerte social.     

Miles de personas acuden a la manifestación convocada este sábado por un centenar de organizaciones de la sociedad civil contra la amnistía; bajo el lema «No en mi nombre: Ni Amnistía, ni Autodeterminación. Por la libertad , la unidad y la igualdad». EFE/ Fernando Alvarado

Llorar y pedir la rendición de la Justicia         

Concluyen que “como personas y organizaciones que trabajan por una sociedad más justa” que “consideran el derecho a la protesta como un mecanismo esencial para alcanzar cambios sociales”; por todo ello, “exigimos que se tomen las medidas necesarias para detener la utilización de la justicia en una nueva persecución política contra las movilizaciones sociales y el ejercicio de derechos fundamentales, y que retiren las imputaciones de terrorismo”.     

Particularmente, creo que la supuesta persecución política de los movimientos sociales les importa una higa. Lo único que les moviliza es la amnistía del golpismo. Por eso y para ello, además del lloriqueo, el victimismo y hacer callar al disidente, quieren que la Justicia se rinda. Cosa sorprendente si tenemos en cuenta que la judicialización del “proceso” no es cosa de los jueces, ni de los fiscales, sino de quienes transgreden la democracia y el Estado de derecho que tanto dice apreciar el independentismo catalán.  

La supuesta persecución política de los movimientos sociales les importa una higa

Farsa 

Protestar no es terrorismo, afirman nuestros reservistas pertrechados con el escudo de la razón y el misil de la farsa. Ser independista no es un delito. Cierto. Cometer un delito es delinquir. Y quien delinque no es inocente. Menos farsa.  

Encerrados con un solo juguete 

El independentismo catalán que se moviliza –incluyendo, como dicen algunos, al equipo de información sincronizada del  Régimen y sus adláteres y palmeros- sigue encerrado con un solo juguete. Continúa con sus trilladas performances, en busca de la fotografía. Y de seguir en nómina.  

Alain Finkielkraut: “el Estado totalitario ha muerto, el espíritu totalitario permanece” (La posliteratura, 2022).