Las peligrosas fantasías de los brexiteers
La absurda idea que con un brexit duro el Reino Unido será un bastión de libre comercio se estrella contra la realidad
Todos sabemos que las promesas falsas de políticos tienen consecuencias nefastas. Pero cuando se trata de convencer a la población del Reino Unido, la quinta economía del mundo por tamaño de PIB, de salir del mayor mercado común del mundo (la Unión Europea y sus 500 millones de habitantes), los brexiteers están peligrosamente batiendo récords de irresponsabilidad.
A nivel macroeconómico, el FMI acaba de calcular que un brexit duro sin acuerdo con la UE supondrá una disminución del PIB del Reino Unido de 4 puntos en el horizonte cronológico de 2023. El efecto será parecido para Irlanda (3,8) puntos), no despreciable para Dinamarca y Países Bajos (2 puntos) e insignificante para España (0,2 puntos).
Theresa May es consciente de que no podrá negociar con ningún país hasta que el brexit finalice
Parecía que Theresa May aceptaba pagar la factura del divorcio de 40.000 millones de euros por compromisos legalmente suscritos por Londres respecto a los presupuestos de la UE en el periodo 2014-2019 y otras partidas. También se había llegado a un acuerdo que garantiza los derechos de los ciudadanos de la UE en el Reino Unido y los de los británicos en la Unión.
May sabe que la firmeza de ‘los 27’ y los tratados no le permite negociar ningún acuerdo de libre comercio con ningún país hasta que el brexit se haya producido, y también que incluso a finales de 2020 el Reino Unido puede no estar preparada para un brexit amistoso.
El Reino Unido deberá cumplir las normativas del comercio internacional incluso fuera de la Unión Europea
En las encuestas los británicos por mayoría prefieren un brexit duro al denominado plan Chequers de May para un brexit amistoso. Los brexiteers duros dimiten del gabinete de May (Boris Johnson, ex ministro de exteriores) o ejercen una gran presión y quieren convencer que un brexit duro es asumible.
Con un brexit duro, el Reino Unido comerciaría con el resto del mundo según las reglas y aranceles de la Organización Mundial del Comercio, pero incluso en este escenario hay que cumplir con inspecciones aduaneras y reparto de contingentes de importaciones, algo que los gobiernos de EEUU, Brasil y Nueva Zelanda también exigen a Londres. Irlanda y la UE insisten en que no habrá acuerdo sin una frontera blanda con Irlanda del Norte.
Los brexiteers duros replican que no habrá controles, algo ilegal para la UE y la OMC ya que el Ulster se convertiría vía Irlanda en una puerta de entrada a la UE de bienes y personas sin ningún control.
Tal y como argumenta la prestigiosa revista británica The Economist, la utopía de los brexiteers de fronteras sin controles ni aranceles sobre importaciones es ilegal porque la UE no podría ofrecer el mismo trato, y las reglas de la OMC estipulan que una concesión ofrecida a un país o bloque (eliminar aranceles) debe ser extendida a los demás por la cláusula de nación más favorecida.
Los costes para la economía británica
La posición británica es muy débil, porque el 50% de sus exportaciones tiene como destino la UE, que a su vez tiene acuerdos comerciales con más de 50 países y es el mayor socio comercial de 59 países, superando a China (39) y EEUU (23).
La absurda idea que con un brexit duro el Reino Unido será un bastión de libre comercio se estrella contra la realidad de que casi el 75% de las importaciones de la UE no pagan aranceles, y las restantes pagan uno que promedia el 2,3% o 3,9% si se incluyen bienes agrícolas.
Más de la mitad de los alimentos que se consumen en Reino Unido pasan por puertos de la UE
La UE importa más bienes agrícolas de países en vías de desarrollo que EEUU, Canadá, Japón, Australia y Nueva Zelanda conjuntamente. Más de la mitad de los alimentos consumidos en el Reino Unido pasan por puertos de la UE, y la mayoría del comercio entre Irlanda y el Ulster consiste de bienes agrícolas o alimentos elaborados.
Se disparará el coste de los formularios aduaneros para los exportadores británicos. Las multinacionales británicas que operan con cadenas de producción internacionales y el método de just in time que evita acumular inventarios sufrirán pérdidas astronómicas.
El sector automovilístico británico emplea a 800.000 personas y exporta el 80% de su producción. Con un brexit duro dichos vehículos, además de productos farmacéuticos y químicos, no podrían ser exportados a la UE por falta de cumplimiento de los estándares del mercado único de la UE, además de tener que pagar un arancel del 10% en el caso de los vehículos.
La trágica ironía del brexit es que prometía restablecer soberanía y control y ahora quiere resolver su fracaso con la fantasía de fronteras abiertas ilegales. Además, arriesga el acuerdo de paz que creó un gobierno y legislatura en Irlanda del Norte compartida entre republicanos (Sinn Féin) y unionistas.
Sinn Féin se retiró de la coalición con el Partido Unionista Democrático (PUD) en enero de 2017, dejando a Irlanda del Norte en una parálisis política. Theresa May necesita el apoyo de los diez diputados del PUD en la Cámara de los Comunes para seguir gobernando.
El nuevo ministro del brexit y el de sanidad aseguran que el Reino Unido tiene capacidad para almacenar alimentos y medicamentos. La prensa y la población ya explica cómo aprovisionarse y acaparar alimentos y bienes básicos.
Pero el Reino Unido se gasta 56.000 millones de euros anualmente en comprar alimentos no perecederos y medicamentos a la UE, y el presupuesto mensual para adquirirlos a otras fuentes asciende a 4.496 millones de euros.
El crecimiento del PIB del Reino Unido ha disminuido de más de un 2% antes del referéndum de 2016 a un 1,7% en 2017 y una previsión de 1,3% para este año. Si los brexiteers no abandonan su realidad virtual, el declive británico será irreversible.