El Tratado de Libre Comercio Transatlántico y la caja de pandora
Un terremoto a puertas cerradas se esta formando a los dos lados del océano Atlántico. Muy fuera del debate público y del control que debería tener, se está trazando la matriz del futuro comercial a gran escala de Europa y Estados Unidos. El Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversión, el TTIP, está siendo negociado. Y, de ser aprobado, sacudirá con fuerza el mercado laboral y comercial europeo (así como la soberanía e integridad nacional de los firmantes).
Los ganadores de este mega tratado, engendrado y formado en la sombra (y sin haber sido debatido ni en el congreso estadounidense ni en las instituciones europeas), serán las grandes corporaciones multinacionales. Las medianas y pequeñas empresas nacionales se verán marginadas e incapaces de competir en suelo propio. Las grandes empresas nacionales también perderán, vis a vis, los conglomerados corporativos.
La creación de tribunales de disputas entre inversionistas y estados, cuyo rol nominal es servir de plataforma para asegurar que las corporaciones extranjeras no pierdan ventaja con respecto a las nacionales, es una medida extrema y pésima. Es bien sabido que en EEUU las multinacionales cuentan con batallones de abogados cuyo único rol es sentar juicios y crear ventajas propias y desequilibrar a la competencia. Las penalidades establecidas por el TTIP para controlar este tipo de abusos son irrisorias, las multas son increíblemente bajas y un simple costo de negocios para los amplios bolsillos de las multinacionales.
Según documentos de las Naciones Unidas hechos públicos en Octubre de 2014, las corporaciones norteamericanas han enjuiciado 127 veces en los últimos 15 años a las naciones soberanas, a través de tribunales similares creados mediante tratados de libre comercio, recaudando para los bolsillos corporativos miles de millones de dólares. Básicamente, estos tribunales han desviado flujos masivos de divisas de los ciudadanos de naciones extranjeras a los bolsillos corporativos estadounidenses.
El desequilibrio de las protecciones medioambientales y laborales beneficiará a las empresas norteamericanas y pondrá en seria desventaja a Europa, donde las medidas protectoras de la salud de la ciudadanía son más elevadas. A mayor protección, más costo. Estados Unidos ha mantenido los costos de producción bajos artificialmente, al negarse a adoptar las medidas medioambientales y laborales necesarias.
La soberanía territorial de los firmantes se verá en peligro a través de las cláusulas de compensación por expropiación establecidas en el TTIP. Es bien sabido que el estándar de valorización especificado, el fair market value o el valor justo de mercado, es el estándar susceptible a manipulación por excelencia, y expone a los estados enjuiciados a una gran vulnerabilidad.
No hay palabras suficientes para dejarlo claro: la ratificación del TTIP dejará victimas incontables a través de un golpe del estado laboral y comercial de suma gravedad. Más aun, el concepto mismo y la realidad de la soberanía nacional se verán seriamente perjudicados, al abrir las puertas para que las corporaciones extranjeras sienten grandes juicios en contra de los legítimos ejercicios de derechos gubernamentales.
Rosy Milene Meza es abogada y doctora en jurisprudencia estadounidense