Lances y dardos de Sánchez y Puigdemont
Pedro Sánchez quiere seguir utilizando la cama de La Moncloa y Carles Puigdemont volver a dormir en su cama de Girona
No sé qué sería de la política sin Internet. O puede que las cosas públicas se hayan adaptado a su rapidez. Y más en tiempos de negociación. Todo rápido y superfluo, aunque se esté hablando de la España de los próximos cuatros años. O dos.
A pesar del tremendo cabreo, déjenme utilizar el término, que se vive en estos momentos en una parte del PSOE y de una parte importante de España, todo apunta a que Pedro Sánchez, cual Mago Pop, se saldrá con la suya y será investido este mes de noviembre. Tendrá un Gobierno debilísimo, pero eso en estos momentos no es lo más llamativo.
Así que este artículo tiene una caducidad indeterminada porque puede ser hoy mismo o dentro de una semana. Lo que está ocurriendo estos días no había pasado nunca. Y es que en la negociación hay uno de los bloques independentistas que siempre juegan a esconder la bolita. Es el “trilerismo” político con el que han jugado en los últimos años, donde las cosas eran denominadas según sus intereses y no a causa de la realidad.
Puede que resulte investido Pedro Sánchez, pero el camino hasta ese punto, aunque los socialistas creyeran que iba a ser fácil e hipnotizador, está repleto de auto trampas y dificultades legales. Es normal que no se lo crea ni el propio Puigdemont. Una vez investido lo que pueda ocurrir sólo lo sabe la imaginación.
ERC y JxCat no se soportan
Y es que, junto al tremendo problema constitucional que está generando Pedro Sánchez con su amnistía, existe otro añadido y es familiar. De la familia independentista. ERC y JxCat no se soportan. ¿Estarán dispuestos a bloquear la investidura?
Sería de muy cenizos, aunque sería positivo para la estabilidad de España. Las oportunidades que tienen sobre el tablero político las formaciones independentistas no se las podían ni imaginar a principios del mes de julio. Así que no apuntan a que paralicen nada.
He descrito en varios artículos, con la intención de desnudar el problema en el que se encuentra la política, los intereses que existían detrás del desaguisado. Pedro Sánchez quiere quedarse en La Moncloa y Carles Puigdemont volver a Girona. Dicho de otra forma: Pedro Sánchez quiere seguir utilizando la cama de La Moncloa y Carles Puigdemont volver a dormir en su cama de Girona. Va de camas. Y en esas estamos. Y seguimos.
La dificultad generada en Ferraz desapareció pronto. No hay cómo saber armar unas listas electorales con afines. Y el poder da mucha personalidad. Es cierto que las cosas estuvieron muy tensas hace dos semanas. Pero fue pronunciar la palabra “amnistía” en el último Comité Federal para que todo el PSOE entrara en una fase de encantamiento.
Lo dice el jefe y el jefe manda. Los críticos con la amnistía son pocos y muy locales. Así que: asumido. Tras más de 1.500 días, cómo publicita el PP, de repetir que Puigdemont volvería a España para ir a la cárcel, Pedro Sánchez lo devuelve a casa sin cargos, si el Constitucional lo permite.
Pero la dificultad divertida y profunda está entre los ‘indepes’. Ahí existe mucho resquemor y el miedo a unas elecciones catalanas que pueden convocarse en un año. Y el voto es sensible a cambios. Ya vieron como cuajó el miedo a Vox en Cataluña y mucho voto de Esquerra, por ejemplo, se fue al PSC.
Y si focalizamos el tipo de cámara en Junts, el retrato es mucho más cómico. Existe la idea entre sus diferentes familias y esta amnistía debe llegar casi hasta los hijos de Pujol. Dirán que es una exageración lo que describo, pero no se equivoquen.
El análisis que defiende esta tesis es que ha sido el Estado, en su afán por hacer daño -escribiría por desenmascarar- al independentismo que se han descubierto otras tropelías. Caso Laura Borràs. La presidenta de su partido sigue teniendo mucho poder dentro de él. Y ella quiere salir inmune de sus desaguisados con su colega tecnológico.
La secuencia se basa en que repetidamente Puigdemont ha recordado que la amnistía debería ser universal. Me refiero al universo independentista, claro. Y aunque la realidad demuestra que el caso de Laura Borràs no tiene nada que ver con ese universo, ¿quién le planta suficiente cara?
¿Es capaz Puigdemont de no pactar con Sánchez? Soy incapaz de responder a esta pregunta. Su perfil psicológico es cambiante en los últimos seis años. El quiere volver en loor de multitudes. Y eso, de momento, no lo tiene del todo cuadrado.