La razón de Sánchez

“La única razón de Sánchez: mantenerse en el poder. Sembrará cizaña y destruirá el prestigio de España si así satisface a sus socios separatistas y de extrema izquierda. No dudará, porque no tiene límites morales.”

Era 1946, Albert Camus aún no había ganado el premio Nobel, pero ya era toda una autoridad intelectual y moral más allá de las fronteras francesas. En una conferencia leída en la Universidad de Columbia y titulada “La Crisis del Hombre”, planteó la siguiente reflexión: “si nada es verdadero o falso, si nada es bueno o malo, si el único valor es la eficacia, la regla debe ser mostrarse lo más eficaz posible, es decir, lo más fuerte posible. El mundo ya no se divide entre hombre justos e injustos, sino entre amos y esclavos. El que somete tiene razón”. La encontrarán en El derecho a no mentir, una magnífica recopilación de conferencias y discursos del escritor y moralista que la editorial Debate ha publicado recientemente. 

Es esta una reflexión que conviene recuperar en un momento en el que la política parece más desconectada que nunca de la ética. En un momento en el que cualquier medio parece justificarse si sirve para evitar la alternancia en el poder. Hoy España involuciona democráticamente por culpa del carácter de un presidente insanamente ambicioso, el aplauso de los oportunistas y el silencio de los cobardes. Bajo la excusa del “cambio de opinión”, ningún fenómeno político contemporáneo ha devaluado tanto la palabra dada como el sanchismo. La guerra contra la verdad del actual gobierno de Pedro Sánchez es inédita en una democracia occidental; ni Donald Trump ni los brexiters mintieron tanto y durante tanto tiempo.  

No hay semana que no podamos escribir un artículo sobre una gran variedad de nuevas mentiras socialistas. Algunas de ellas, de patas muy cortas. De hecho, recién casados en Waterloo, uno de los novios ya se siente engañado. El catalán no alcanzará el estatus de lengua oficial en Europa durante la presidencia española del Consejo de la Unión Europea. “Se nos dijo que sería posible”, se lamenta Carles Puigdemont mientras las lágrimas de cocodrilo recorren sus mejillas. Él, precisamente él. El president que prometió estructuras de Estado, reconocimientos internacionales y una independencia en 18 meses; el que dijera a sus compañeros que fueran a los despachos mientras él huía de la Justicia en el maletero de un coche.    

El president que prometió estructuras de Estado, reconocimientos internacionales y una independencia en 18 meses

“En política, que a uno le engañen no es excusa”, afirmó el filósofo Leszek Kołakowski. Deberían haberlo sabido los seguidores de Puigdemont. Deberíamos recordárselo a todos aquellos que aún confían en el PSOE. La palabra de los dirigentes socialistas ya no tiene ningún valor. A estas alturas ya no cabe alegar desinformación o ingenuidad. No acaban una jornada sin una mentira. ¿La penúltima? El pacto con EH Bildu para poner Pamplona al servicio de la euskaldunización de Navarra, mil veces negado, ahora perpetrado. La única verdad que ha salido de la boca de Sánchez es la promesa de levantar un muro entre los españoles. El Estado pluritribal avanza al son de los sofistas progres. 

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (Bélgica, Rusia, España, Ucrania, Bruselas) EFE/EPA/OLIVIER MATTHYS

Ahora, Sánchez, el mentiroso, ya no se conforma con ser un agente de la discordia en España. Para tapar la injusticia de la amnistía está dispuesto a esparcir su basura argumental por todo el mundo. Ser felicitado por la organización terrorista Hamás le habrá sabido a poco. Tras chocar con Israel, fue a por Italia y Argentina. Y esta semana ha exhibido todo su cinismo, que no es poco, en el Parlamento europeo. Qué necesidad, se preguntarán. Es su razón. La única razón de Sánchez: mantenerse en el poder. Sembrará cizaña y destruirá el prestigio de España si así satisface a sus socios separatistas y de extrema izquierda. No dudará, porque no tiene límites morales.  

La única verdad que ha salido de la boca de Sánchez es la promesa de levantar un muro entre los españoles

Sánchez está desatado, porque percibe que en su partido pocos hablarán y nadie actuará. Está desatado y ya controla la gran mayoría de controles y contrapoderes. Y lo que es peor: está socializando a una gran parte de los españoles en el más absoluto relativismo moral. Ya les da igual que los delitos sean castigados según la ideología del criminal. Ya les da igual que la democracia española sea entregada por 7 miserables votos a aquellos que precisamente la quieren destruir.  

Nunca deberíamos acostumbrarnos a la mentira en política. Cada mentira del sanchismo debería escandalizarnos. Deberíamos rebelarnos ante tanta desfachatez antes de que sea tarde, porque “la posverdad es el prefascismo”, como denuncia Timothy Snyder en Sobre la tiranía. El historiador estadounidense también advierte: “renunciar a los hechos es renunciar a la libertad. Si nada es verdad, nadie puede criticar al poder, porque no hay ninguna base sobre la que hacerlo. Si nada es verdad, todo es espectáculo”. Es como si un presentador de la telebasura presentara el libro de un presidente.