La oportunidad de Puigdemont
"Sabe que es una oportunidad única. Puede que no haya otra para volver. Aunque a una parte de la sociedad catalana y del resto de España se le revuelva el estómago."
Algunos se empeñan en asegurar y recomendar que la política es el arte de lo imposible. Esa es una gran falacia de base. La buena política es pragmática y conseguidora. Solo así se entiende la labor de un servidor público. Por ello, la política es el arte de hacer posible lo posible, tocando con los pies en el suelo y esperando los momentos. Lo viable es viable.
Durante el proceso independentista escribí en muchas ocasiones que todo estaba en contra y que la cosa acabaría mal. Y ya ven, entre personas que han pasado por la cárcel y otros que decidieron fugarse, el listado es largo.
Hace cuatro años, la posibilidad de un indulto para los que le dieron un golpe a la legalidad era impensable. Para bien o para mal, al final el Gobierno de turno, en este caso el de Pedro Sánchez, convirtió las condenas en indultos de aquellos que se quedaron.
Recuerden que hace cuatro años del tema indultos no se hablaba, y si se hacía, era para concluir su imposibilidad. Por otro lado, hasta hace dos días eso que llaman amnistía unos y otros desjudicialización, no estaba en la agenda de nadie. De volver Carles Puigdemont, lo arrestarían. Ahora, aquello que se negaba se ha convertido en una posibilidad, y se debate de forma abierta.
Recuerden que hace cuatro años del tema indultos no se hablaba, y si se hacía, era para concluir su imposibilidad
Antes era un imposible, ahora es un posible. Antes era una propuesta inútil. Ahora, aunque sea una posibilidad dolorosa, comienza a ser aceptaba, con sorpresa, eso sí, por una cantidad de ciudadanos que están comprando el mensaje que vende Pedro Sánchez.
Desde el punto de vista constitucional, todo apunta a que será un imposible. Sobre todo, si unos, más que otros, se empeñan en denominarla amnistía. Pero desde el punto de vista del fugado, o de los fugados, es una oportunidad que no dejarán pasar.
Su objetivo es volver a Girona, de la misma forma que Pedro Sánchez quiere quedarse en La Moncloa. Y por muy negativo que pueda resultar, Puigdemont está decidido a crear una estrategia positiva para él y que no lo erosione demasiado.
A estas alturas ya tiene claro que no se verá en otra. Pero tiene una dificultad: a de lograr volver a Cataluña sin la denominación de “traidor”. O con esa bonita palabra que asusta a cualquier ‘indepe’: botifler. Esa es la modulación de riesgos que está sopesando.
Si al final hay una repetición de elecciones, que Pedro Sánchez no desea, Puigdemont perderá cualquier posibilidad de vuelta
Si al final hay una repetición de elecciones, que Pedro Sánchez no desea, Puigdemont perderá cualquier posibilidad de vuelta. Y eso Sánchez lo sabe. De la misma forma que los riesgos para el PSOE también son muy elevados, a pesar de que pueda vender unas nuevas elecciones por no haber querido claudicar ante Puigdemont.
A estas alturas ya sabemos que desde Waterloo se están bajando las pretensiones. Las declaraciones y los tweets de Puigdemont al respecto no van en esa línea. Pero es una estrategia. El grupo en el Congreso, muy controlado desde Bélgica, está dando pasos importantes para que el voto a favor de la investidura de Sánchez sea algo más, con presupuestos incluidos.
Puede saltar todo por los aires. Con Puigdemont nunca se sabe. Ya lo hizo aquel mes de octubre cuando los gritos desde la plaza Sant Jaume provocaron que cambiara de opinión sobre el adelanto de elecciones. Era 2017. Pero sabe que es una oportunidad única. Puede que no haya otra para volver. Aunque a una parte de la sociedad catalana y del resto de España se le revuelva el estómago.