La Navidad llena de desamor político

“El influjo navideño no acaba de emanar en política, ni se le espera. Los receptores no se dan por aludidos. Ellos a sus broncas. Nosotros a comer turrón”

Para qué nos vamos a poner tiquismiquis en Navidad. Si tienen, estimados lectores, alguna posibilidad de encontrar un momento de buen rollo político que ilumine estos días, pónganlo delante de todo porque será un éxito. Escarbo entre las situaciones y noticias recientes, las de este año, y es difícil dibujar una situación que represente estímulo navideño. Todo ha estado bañado de la inquina y el exabrupto. Mala cosa.

Nadie se salva, aunque los enfoques siempre se sitúan desde la base de que los improperios propios son razonables y los otros no. Pero un análisis objetivo obliga a decir que nadie ha estado a la altura. Ni las insistentes críticas de Cuca Gamarra al presidente, ni las exageraciones lanzadas contra el Partido Popular por parte de los socialistas, ni el ninguneo de Yolanda Díaz a todo lo que sonara a Vox y facha, ni los chistes indignantes repletos de sorna de Pedro Sánchez lanzados hacia la bancada popular. Esta Navidad podremos recordar este año como la legislatura del insulto. En definitiva, un resumen final que se engloba en una idea reiterativa: la culpa es del otro.

Un resumen final que se engloba en una idea reiterativa: la culpa es del otro.

Sin embargo, desde el punto de vista catalán, el juego ha sido más relajado. El ‘procés’ dejó a la mayoría agotados. Resulta curioso comprobar como el foco se desvió a Madrid de forma muy contundente. Y mientras las calles se caldeaban en el Madrid político, se convocaban manifestaciones y se cortaban calles importantes, muchos se preguntaban: ¿Cómo vais por Barcelona?

ESTRASBURGO, 20/12/2023.- El expresidente catalán y eurodiputado de JxCat, Carles Puigdemont, pasa junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares. EFE/ Ronald Wittek

Daba la sensación de que cuánta más disputa y líos hay en los madriles, las calles catalanas se relajan más. Alguna respuesta debe tener y, además, profunda. El rifirrafe de la pasada semana en el Ayuntamiento de Madrid entre Javier Ortega Smith y Eduardo Rubiño es un ejemplo descarado. Un concejal que no acepta una crítica y el ofendido que le tira una botella de plástico vacía a la cara, mientras que la de su equipo lo acusa de haber tirado una lata, intentando poner más dramatismo a la pelea sin sentido.

La política jamás debe llegar a esas estridencias de patio de colegio. El ejemplo es demoledor. Así se excita la calle, afortunadamente en menos ocasiones se las podría ocurrir. Y todo hasta en los días de Navidad. El influjo navideño no acaba de emanar en política, ni se le espera. Los receptores no se dan por aludidos. Ellos a sus broncas. Como dice el filósofo de las teleseries: “Un poquito de por favor”. Nosotros a comer turrón. Disfrútenlo con las personas que les dan bienestar. ¡Feliz Navidad!

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