La mayor virtud de Pedro Sánchez
Pedro Sánchez tiene la habilidad de convertir a antiguos adversarios y sectores clave en cómplices leales de su proyecto político
Se han escrito auténticos ríos de tinta sobre las muchas habilidades políticas de Pedro Sánchez, sobre su ductilidad ideológica, su oportunismo político, su capacidad para olímpica para llevarse la contraria a sí mismo sin perder la sonrisa, su mano de hierro para manejar los restos de su partido, su capacidad para sacrificar a sus colaboradores en plaza pública sin el más mínimo remordimiento, su escasa lealtad a cualquier cosa que no sea su propio proyecto personal, su beduina resistencia…
Pero creo que hasta ahora se ha pasado por alto la que es la mayor capacidad de las que atesora el actual inquilino de la Moncloa, la virtud que ha conseguido llevarle a la máxima magistratura de su partido y del estado y que además le ha ayudado a mantenerse ahí a pesar de los múltiples avatares que ha tenido que sortear, me refiero a su capacidad para convertir a sus partidarios y socios coyunturales en cómplices.
Su capacidad para convertir a sus partidarios y socios coyunturales en cómplices
No, no hablo de la capacidad que tenían Suárez, González e incluso Aznar, el primer ZP o Rajoy de generar las complicidades necesarias para poner en marcha determinadas políticas públicas necesitadas de amplios consensos, hablo de otras complicidades.
Hablo de convertir en cómplice suyo, por ejemplo, a todo el Yayo-PSOE cripto-marxista derrotado por Felipe González en Suresnes y que tras veinte años viviendo como reyes de los gobiernos socialistas en Ayuntamientos y Diputaciones, decidieron que una vez ellos estaban ya jubilados, ya era hora de hacer la revolución pendiente apoyando al candidato Sánchez.
Hablo de convertir en sus cómplices a toda una generación de periodistas en su día precarios que consideraban que debían vivir mejor de lo que vivían, una generación que gracias a la multitud de puestos públicos y privados creados desde el poder sanchista comenzó a vivir tan estupendamente que hoy se han convertido en la primera línea de defensa del inquilino de la Moncloa.
Hablo de transformar en sus cómplices a la que probablemente ha sido la mejor generación de científicos sociales educada en nuestro país, tan chamuscada hoy por su connivencia permanente con el actual gobierno que sabe que su carrera profesional depende de la continuidad del mismo.
Hablo de transformar en sus cómplices a la mejor generación de científicos sociales educada en nuestro país
Hablo, en fin, de la virtud de haber transformado la antaño exigente masa progresista de votantes en un manso corralito de ovejas que ni a balar se atreven, cómplices del lobo.
Y no hablo de las supuestas complicidades con todo el entorno de Ábalos y la Koldosfera que le sirvieron para auparle a la secretaría general de los socialistas en las primarias, porque mientras no lo demuestren los jueces sería una temeridad por mi parte afirmarlo. Pero pensarlo, lo pienso. Vaya si lo pienso