La ley que afina el Gobierno
La ley de amnistía avanza entre reuniones y cambios "imperceptibles", fuentes socialistas revelan la estrategia de hacer pequeñas modificaciones para pasar desapercibidos
Dicen que la ley de amnistía avanza. Hay que ponerle algo de fe en el planteamiento, aunque es cierto que los ponentes se siguen reuniendo. Fuentes socialistas aseguran que se trata de encontrar formas de hacer pequeños cambios para que no se noten nada. Algo así como cambiar unas comas. La expresión suena a chiste, pero las fuentes son bastante sinceras. Tanto como cuando explican que, si alguno de los encausados tiene problemas en el desarrollo de ley, se le indulta y punto. Eso ya no suena tan gracioso, pero en esa línea están trabajando.
A Carles Puigdemont se le multiplica el trabajo parlamentario con lo de sus contactos rusos. Le ha llegado en el peor momento. Ha tenido que dar explicaciones, lo que debilita su imagen en un Parlamento dónde para una gran mayoría es un bicho raro. En estos momentos, oír en la UE la palabra Rusia es nombrar al diablo. Y, claro, ha tenido que argumentar algo difícil de defender en un tema muy delicado. No hay por donde pillarlo.
A Carles Puigdemont se le multiplica el trabajo parlamentario con lo de sus contactos rusos
Ha aprovechado, eso sí, liarla directamente con Feijóo, y relacionar el porqué el líder del PP la semana pasada habló de amnistía e indultos en una reunión con periodistas. La causa, según sus cábalas, se debió a que Puigdemont amenazó con contar el contenido de las reuniones con el PP y a los populares les ha entrado miedo escénico.
Hay que vivir muy alejado de la realidad para creerse algo así. Sobre todo, porque, de entrada, un exceso de contactos entre peperos y juntaires es negativo para los dos. Así está la política. Los dos pueden resultar erosionados, como ya está ocurriendo entre algunos sectores de JxCat.
El fallo de comunicación de Feijóo a la hora de explicar sus no planes sobre la amnistía y sus condiciones para un indulto forma parte de otro debate que nada tiene que ver con los contactos entre el PP y Junts.
Lo cierto es que algo así suena muy mal en casa de Puigdemont. La primera extrañeza es que el líder de esta formación no tiene ningún cargo de gestión en el partido. Y aquello del Consell de la República está más muerto que la propia república.
Sin embargo, el líder áurico entre el independentismo sigue siendo Puigdemont y lo que él dice no se discute. Claro que, aunque sea así, dentro de su partido permanecen delimitadas diferentes familias. Unas más hacia la izquierda y otras más a la derecha; unas que no se han movido ni un ápice en sus intenciones del 1-O, y otras que buscan salidas a aquella estrategia que les salió mal. Y, a todo esto, ERC observando, por si alguien comete errores.
Dentro de su partido permanecen delimitadas diferentes familias
La estrategia apunta ahora en saber cómo se sale del laberinto que se metió la propia JxCat rechazando la ley de amnistía, frente a un PSOE decidido a aguantar lo que sea, aunque solo fuera maquillaje.
La solución pasa porque los juntaires estén convencidos de la predisposición del Gobierno de Sánchez a impulsar indultos sobre aquellos que queden fuera de la ley. El problema es que esos indultos precisan de un juicio y una sentencia. Es así de sencillo. Así que todo es más complicado de lo que en principio pensó el PSOE, y el mismo Puigdemont.
Hace pocos días fue Carles Campuzano, ex convergente y ahora en el Govern de Pere Aragonés, quien aseguró que no era una idea descabellada la facilidad que pone Sánchez de amnistiar. La teoría es concluyente. Se entiende que las leyes las hacen los políticos, las aplican los jueces y si no satisfacen, el gobierno las afina. Lo reconocía el propio Campuzano: a partir de esa premisa todo puede colar. No que los jueces no hagan su trabajo, sino que Sánchez dé una voltereta sobre cada una de sus sentencias. Un terreno peliagudo el del socialista.