La importancia de los mediadores  

El mediador debe lograr que los acuerdos firmados por Junts y el PSOE desemboquen en un acuerdo entre el gobierno español y Junts

La desconfianza es el término que mejor define la relación entre los partidos políticos españoles, hasta el extremo de precisar mediadores para poder emprender iniciativas políticas. Junts y ERC han impuesto la figura de un mediador para avanzar en las negociaciones que han de permitir  alcanzar un acuerdo para solucionar el conflicto entre el independentismo catalán y el Estado.

El PP ha conseguido que la Comisión Europea supervise la renovación del Consejo Superior del Poder Judicial (CGPJ) y la modificación de la ley que regula el sistema de elección del órgano de gobierno de los jueces. La mediación se convierte en el elemento clave para llegar a impulsar políticas, como consecuencia de que ni el PP, ni Junts, ni ERC confían en el Gobierno.

La figura del mediador no solo revela la desconfianza entre las partes que buscan alcanzar acuerdos para solucionar un conflicto, sino la voluntad de que, gracias al mediador, se puedan resolver los problemas. Sin embargo, en ambos casos, hay otro motivo por el que se hace pública la figura del mediador, que es demostrar a los ciudadanos que dicha figura es imprescindible para iniciar el camino si se quiere lograr algún acuerdo, dado que no se puede confiar en las promesas de Pedro Sánchez.

Al incorporar al mediador en todos los grandes asuntos que debe discutir y pactar el Gobierno, se libera al político de su responsabilidad de lograr acuerdos, promover el diálogo y la deliberación

Al hacer público que se necesita un mediador, se quiere subrayar que el gobierno español no tiene la fuerza suficiente para poner en marcha su objetivo de poder gobernar. El mediador, de esta forma, deviene en títere y se aleja de su función de árbitro. El mediador debe lograr que los acuerdos firmados por Junts y el PSOE desemboquen en un acuerdo entre el gobierno español y Junts, y que el objetivo de renovar el CGPJ permita al PP y PSOE mantener su posición  de dominio e influencia en el poder judicial.

El mediador se convierte en una figura ornamental que debe servir para legitimar los desacuerdos y demostrar que solo se puede lograr pactar con el Gobierno gracias a ella. Al incorporar al mediador en todos los grandes asuntos que debe discutir y pactar el Gobierno, se libera al político de su responsabilidad de lograr acuerdos, promover el diálogo y la deliberación. Aleja a la política de su propósito y nos lleva a preguntarnos si no deberíamos ser gobernados directamente por la Unión Europea y los mediadores internacionales.